Victoria Ocampo, su amistad con Ortega y Gasset, Borges o Hemingway y el feminismo conservador
La editorial Bookman publica La mujer y su expresión. Apología de un feminismo original, un compendio de tres ensayos de la pensadora argentina: La mujer y su expresión, El esbozo de una vida y La mujer, sus derechos y sus responsabilidades
«Cuando no se tiene el coraje de vivir como se piensa, se termina por pensar como se vive». Así comienza el libro que recoge tres de los discursos y ensayos de una de las pensadoras más importantes del siglo XX, quizá olvidada o no tan reivindicada, pero que ahora rescata la editorial Bookman en un compendio exquisito: La mujer y su expresión. Apología de un feminismo original, de la argentina Victoria Ocampo.
Victoria Ocampo fue una destacada escritora, editora y feminista argentina nacida en Buenos Aires en 1890 y fallecida en 1979. A lo largo de su vida tuvo una gran influencia en la cultura argentina e iberoamericana, no solo por su obra literaria, sino también por su labor editorial y su defensa de los derechos de las mujeres. Pero desde un verdadero deseo de igualdad: según ella, «la emancipación de la mujer no está hecha para alejarla del hombre, sino para acercarla a él, para unirla a él de manera más completa, más pura y más consciente».
Desde joven, Ocampo se destacó por su amor por la literatura y la cultura en general. Viajó por Europa y Estados Unidos, donde se relacionó con importantes intelectuales de la época, como Virginia Woolf, Aldous Huxley, Ezra Pound y Jean Cocteau, entre otros. De vuelta en Argentina, en 1931, fundó la revista literaria Sur, que se convirtió en una de las publicaciones culturales más importantes de Iberoamérica. La revista se mantuvo activa hasta 1970 y publicó obras de autores de la talla de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Pablo Neruda, Octavio Paz y Gabriela Mistral, entre muchos otros.
«Un feminismo original»
Uno de los temas que más interesaba a Ocampo era el feminismo, aunque alejado de las teorías radicales que abundan hoy, tanto en España como en el sur de América. Aunque en la Argentina de su época el movimiento feminista no estaba muy desarrollado, Ocampo fue una de las primeras mujeres en defender públicamente los derechos de las mujeres y en luchar por la igualdad. En sus escritos, Ocampo denunciaba la discriminación y la opresión que sufrían las mujeres y defendía la necesidad de que tuvieran acceso a la educación y a los mismos derechos y oportunidades que los hombres.
A través de los tres ensayos que recoge este libro, La mujer y su expresión, El esbozo de una vida y La mujer, sus derechos y sus responsabilidades, Ocampo traza tesis lógicas, nada ideológicas y poco combativas sobre la situación de la mujer con un mensaje conciliador y un espíritu de unión y de diálogo. En 1935 en lugares como Argentina las mujeres no podían: «1º, trabajar en ninguna profesión, industria o empleo; 2º, disponer libremente del fruto de su trabajo; 3º, administrar sus bienes: el marido debe ser el administrador obligado y legal; 4º, forma parte de ninguna sociedad civil, comercial, etc.; 5º, hacer o recibir donaciones», según recoge el código civil y cita la argentina.
«La cosa nos parecía tan insensata y grave que decidimos con algunas amigas protestar ante los magistrados», reflexiona. Su inconformismo ante la situación la llevaría a comprobar cómo no sólo en las leyes, sino en el sistema de pensamiento de sus compatriotas, se respiraba la idea de que la mujer es objeto de tentación y el hombre, débil por naturaleza al tratar de resistirla, no puede compartir espacio con ella que no sea el del hogar y el matrimonio. «Un magistrado me respondió que no se podía exponer al hombre a caer en la trampa de alguna aventurera capaz de destruir su hogar, si su flaqueza humana era tentada más allá de sus fuerzas».
Nacida en una familia aristocrática de férreas costumbres, Ocampo descubrió pronto que no podría ni disponer de su libertad ni llevar a cabo sus objetivos vitales, que acabarían por llevarla a fundar la editorial Sur de Buenos Aires y la revista homónima, si no reflexionaba primero sobre los derechos de las mujeres.
«Creo que todo lo que lleve a despertar la conciencia de la mujer para darle noción exacta de sus responsabilidades, para elevar su nivel espiritual, para que su educación se haga en las condiciones más perfectas posibles, análogas a las del hombre; para que se le acuerden todos los medios que ayuden al desarrollo de todas sus facultades, es lo que nos interesa», destaca en el tercer ensayo.
Ocampo consideraba que el movimiento no debía centrarse exclusivamente en la lucha por los derechos políticos y civiles de las mujeres, sino que también debía abogar por una transformación profunda de la sociedad en la que las mujeres pudieran desarrollar su potencial en igualdad de condiciones con los hombres. Para Ocampo, el feminismo no era solo una lucha por la igualdad de derechos, sino también por la igualdad de oportunidades y por una sociedad más justa y equitativa para todos.
La gran intelectual
La relación de Ocampo con otros intelectuales de su época fue muy intensa y variada. Mantuvo correspondencia con importantes figuras de la literatura y la cultura, como Jorge Luis Borges, Virginia Woolf, Albert Camus, Ernest Hemingway y Jean-Paul Sartre, entre otros.
También tuvo una relación estrecha con el filósofo español José Ortega y Gasset, con quien mantuvo una correspondencia que duró más de veinte años y que dio lugar a varios ensayos y artículos. Aunque su relación fue a veces conflictiva, ya que él esperaba de ella algo más que una relación postal, Ortega y Gasset reconoció el talento y la visión de Ocampo y la consideró una de las figuras más importantes de la cultura iberoamericana.
La correspondencia entre ambos personajes desde 1917 a 1941, con una adenda fugaz de 1951, constituye una delicia para el buen gusto literario y para el interés humano. Marta Campoamor ha ordenado las cartas. Como no quiero dejar tácito el mérito de esta escritora, afirmo que su trabajo ha convertido la correspondencia entre Ortega y Ocampo en un libro memorable, Entre el corazón y la razón. Cartas de José Ortega y Gasset y Victoria Ocampo (1917-1942).
En las cartas se aprecia la altura intelectual de ambos, con intensas reflexiones sobre Malraux, Maritain, Keyserling, María de Maeztu, Yebes, Drieu, Marañón, Debussy, Stravinski, Eduardo Mallea, Gómez de la Serna, Morente, Heidegger, Sartre, Bertrand Russell, Tagore, Cocteau, Gide, Falla, Picasso, Lorca, Gabriela Mistral y tantos otros.
A juicio del editor, Miguel Ángel Blázquez, sus textos ofrecen una mirada renovada sobre el tema de la mujer que invita al diálogo. «En medio del ruido mediático constante respecto al feminismo, el pensamiento de Victoria Ocampo sigue siendo vigente y sorprendente (...). La obra nos ofrece un mensaje conciliador y no por ello menos contundente que nos permite profundizar en un asunto muy ideologizado, polarizado y en ocasiones excluyente, como se percibe en algunas manifestaciones del feminismo actual».
Su pensamiento es hoy un faro para el feminismo que busca una igualdad alejada de la confrontación y la ideología: Victoria Ocampo supo poner el acento en lo bueno, único e incomparable que hay en la mujer, no como ser disociado de la relación con el sexo opuesto, sino como unidad misteriosa, engendradora de vida e indisociable por naturaleza del ser masculino.