El radical e ininteligible currículo 'queer' del nuevo director del Reina Sofía
Manuel Segade tiene una larga y fructífera trayectoria como crítico de arte y comisario con ideas tan insólitas como la «temporalidad drag» o la «destitución del modelo de pareja heterosexual»
Plato de Ostras aún Vivas, de un colectivo de artistas llamado Bestué Vives, fue la pieza que presentó Manuel Segade, el nuevo director del Museo Reina Sofía por decisión unívoca de Miquel Iceta, en 2010 en La Casa Encendida de Madrid. Según Manuela Pacheco, directora de la Residencia Felipa Manuela: «Segade guiaba a los visitantes por las escaleras de emergencia del edificio, mientras leía un texto totalmente surreal sobre la evolución de la especie humana. A medida que subíamos hacia la terraza, nos íbamos encontrando a una serie de hombres semidesnudos que, cual esculturas vivas, con todo el cuerpo pintado de blanco, interpretaban los distintos estadios evolutivos hasta llegar a lo que llamaron 'El hombre del futuro'. Lo definieron como un ser antropomorfo, con una superficie craneal más grande que la normal; se caracterizaba por la falta de genitales, vellosidades, ombligo y glándulas mamarias. Un ser pan-sensorial, sinestésico y autorreferencial, sin estructura social mínima, ni hogar, ni cultura, y con una cualidad envidiable: la teletransportación. Se trataba de un espectáculo de performance y body painting que experimentaba un género híbrido, a medio camino entre la ciencia ficción y el absurdo; un ejercicio de futurología que culminó con un gran banquete de ostras en la terraza».
En Solo Show Zúrich de ArteBA, en 2016, siendo ya director del Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M), comisarió a cinco artistas. En su texto como comisario, titulado Nadie sabe todavía de lo que un cuerpo es capaz, se puede leer: «Las poses y los gestos empoderados son manifestaciones cronopolíticas, como lo muestra la temporalidad drag de Pauline Boudry y Renate Lorenz pero también los anodinos héroes cotidianos de la Europa del Este después del comunismo en Servan Sabu. El cuerpo también es un receptor social, un fabricante de contexto: así se muestra en la segunda naturaleza que revelan los cuerpos más allá del género de Osías Yanov y en los procesos de lectura feminista de lo público en la ciudad de Mercedes Azpilicueta. El tiempo y la materialidad de la racionalidad occidental se abren a un principio de diálogo crítico a través de las alteraciones de la percepción que propone Bruno Botella. Por último, los sueños de la performer vasca Itziar Okáriz se apropian del lenguaje para ser mímica, por un momento, de un cuerpo otro a destiempo».
En la Fundación Kadist, en París, en 2015, presentó Countless Species, según la institución artística: «Un proyecto curatorial que consiste en una publicación en diferentes entregas, acompañada de una serie de performances. En forma de ensayo visual y textual en curso, ofrece una crítica genealógica de los principios que impulsan la exhibición y la narrativa del museo». Todo en formato de conferencia, el trabajo «considera los discursos modernos y pedagógicos mediante los cuales un determinado orden natural se hizo público en los museos de ciencias naturales y anatómicos del siglo XIX».
Todo ello pensado como una «negociación permanente», inevitable referencia a la teoría queer, (el género que se instituye en el tiempo, según su fundadora) una querencia e inspiración notable en la carrera del comisario español, casi llegada a su culmen en su texto La Democracia del Culo, sobre exposición de de Osías Yanov, en la que, entre otras cosas, decía lo siguiente: «De ahí la militancia de este Parlamento: más que una política identitaria de género plantea una destitución del modelo de pareja heterosexual como privilegiado espacio de formulación discursiva en el ámbito político democrático. Una democracia anal, donde sólo el culo se comparte y todo lo que reste sean especificidades».
Polémicas
El último de sus trabajos que aquí añadimos es quizá una de sus primeras inspiraciones, siendo apenas un joven de 20 años, empezó a trabajar en fragmentos de una historia cultural de las prácticas estéticas de finales del siglo XIX, en torno a la producción de una subjetividad somática y sexualizada, sobre lo que publicó el ensayo Narciso fin de siglo (Melusina, 2008). Una ya larga y prolija carrera que ha terminado con su nombramiento, a dedo, como director de uno de los museos más visitados y conocidos del mundo, no exenta de polémicas, como cuando en 2020 fue nombrado comisario en ARCO, pese a ser director del Centro de Arte CA2M, dependiente de la Comunidad. A punto estuvo de ser nombrado director del Centro de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela, pero finalmente no fue elegido, circunstancia por la que pidió las explicaciones que no tuvo que pedir cuando fue nombrado, poco después, director del CA2M por unanimidad del jurado y, ocho años después, del Museo Reina Sofía.