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Michael Diamant, fundador de Architectural Uprising

Michael Diamant, fundador de Architectural UprisingFacebook

El movimiento sueco que busca devolver la belleza del tradicionalismo a la arquitectura

Architectural Uprising, una iniciativa creada en 2014, pretende recuperar diseños del pasado y acabar con los actuales modelos deshumanizados, sin renunciar por ello a la sostenibilidad o a los avances tecnológicos

Si nos atenemos al modelo arquitectónico imperante durante las últimas décadas, parecería que el público tiende a demandar estructuras mayoritariamente grises, rectilíneas y angulares. No obstante, si preguntásemos a personas aleatorias qué opinan de esta clase de arquitectura, prácticamente todos la describirían como horrible e incluso comentarían que las construcciones del pasado son mucho mejores.

En respuesta a este descontento, en 2014 surgió Architectural Uprising, un movimiento fundado por el urbanista sueco Michael Diamant. Se trata de una iniciativa que pretende recuperar la belleza de la arquitectura, inspirándose para ello en el tradicionalismo y en los diseños antiguos. Concebido originalmente como un sencillo grupo de Facebook, comenzó rápidamente a ganar seguidores hasta convertirse en la principal plataforma sobre arquitectura en Suecia y Noruega.

La ideología del movimiento

Si bien triunfó especialmente en Escandinavia, región considerada como el epítome de la arquitectura moderna y desagradable a la vista, su éxito no se limitó a Europa, ya que ha terminado abarcando 40 naciones de todos los continentes y contando con unos 100.000 seguidores. Desde 2016 opera como una organización independiente y sin ánimo de lucro, con una ideología encuadrada en el denominado Nuevo Tradicionalismo Arquitectónico, un movimiento que reivindica la forma de edificar del pasado.

Según esta corriente de pensamiento, los diseños modernos carecen de identidad y son prácticamente idénticos en cualquier país, en contraposición a una arquitectura tradicional notablemente más diversa, al estar fundamentada en las raíces culturales de cada nación. También critican el relativismo y la idea de que la belleza objetiva no existe, postulado que constituye la base de la arquitectura moderna.

Diamant afirma que esta clase de decisiones estéticas no se fundamentan en el coste económico, sino que «la fealdad es una elección» y «100 % ideología». Asimismo, ha señalado que la mayoría de los arquitectos no viven en los edificios que construyen, y que numerosas sedes arquitectónicas se alojan en edificios clásicos. Según sus propias palabras, a los profesionales de la construcción «no les importa el público».

El papel de los ciudadanos de a pie

En contraposición al paradigma imperante, defiende que la población general tiene derecho a aportar su criterio sin ser ridiculizada, y no solo los gobernantes y los artífices de esta clase de diseños, visibilizando a una mayoría silenciosa que los rechaza. Según sus propias palabras, «el objetivo no es desahogarse, es abrir el debate para que los arquitectos nos escuchen».

Debemos hacer ruido o nadie nos escucharáMichael DiamantFundador de Architectural Uprising

Insiste en la necesidad de infundir pasión e ira para hacerse notar, señalando que la gente tiene derecho a enfadarse por una fealdad impuesta e intencionada: «debemos hacer ruido o nadie nos escuchará». Por su parte, Peter Olsson, uno de los moderadores de redes sociales de Architectural Uprising, ha afirmado que su principal objetivo es hacer la arquitectura asequible para todos, ya que son los ciudadanos de a pie quienes se hallan en contacto con los edificios.

Las RRSS constituyen una parte fundamental de su estrategia de comunicación, generalmente consistente en mostrar imágenes del «antes y después» de edificios célebres, o comparaciones entre la arquitectura de distintos países, demostrando que los «diseños feos» suelen ser más prevalentes en unas zonas que en otras.

También buscan difundir un mensaje esperanzador y demostrar que una alternativa es posible, ya que también comparten imágenes de construcciones modernas estéticamente agradables y bien integradas en el paisaje. Finalmente, en Suecia, Noruega y Finlandia organizan encuestas para seleccionar el edificio más feo de cada país.

Una iniciativa con resultados

Entre otras actuaciones, Architectural Uprising ha ayudado a impulsar proyectos públicos de corte más clásico, así como a divulgar el movimiento en otros países fuera de su área de influencia. Su creciente popularidad les ha permitido alcanzar un lugar relevante en el debate general sobre arquitectura, y sus miembros afirman que probablemente pasarán a la historia.

Asimismo, sus propuestas han llegado a calar en diversos planes urbanísticos de toda Escandinavia, influyendo en el diseño y construcción de edificios, así como en propuestas políticas. Håkon Wium Lie, miembro del movimiento, se enorgullece de haber sido contactado por mandatarios que le han preguntado por sus opiniones y pedido consejo sobre planificación, lo que demuestra que la iniciativa está surtiendo efecto.

A este éxito ha contribuido el fuerte sentimiento de comunidad y solidaridad entre sus miembros, quienes contribuyen a la labor de Architectural Uprising en su tiempo libre y de manera voluntaria. La mayoría de sus integrantes tienen otras ocupaciones alejadas del mundo arquitectónico, tales como el propio Michael Diamant, quien trabaja como gerente en un hospital.

Críticas recibidas

No obstante, esta labor no ha estado exenta de críticas, ya que en numerosas ocasiones se les ha afeado el hecho de opinar sin ser arquitectos. Sus detractores les acusan de englobar todos los estilos que no les gustan bajo el paraguas de «modernismo» o de centrarse solo en el exterior de las construcciones, ignorando otros aspectos como la sostenibilidad.

En respuesta, las figuras más destacadas de Architectural Uprising han insistido en que no solo no se oponen al progreso, sino que buscan combinar la belleza visual con la protección del medio ambiente y los últimos avances tecnológicos, permitiendo mejorar la calidad de vida de los inquilinos de dichos edificios. Otra acusación que esta organización encuentra risible es la de ser retrógrados e incluso fascistas, pese a que cuentan entre sus filas con personas de numerosas nacionalidades, orígenes y credos.

El caso de España

Finalmente, cabe destacar la importancia de la arquitectura española dentro de la iniciativa. En una entrevista concedida a El Confidencial este mismo mes de agosto, Diamant señaló que la consideraba hermosa y funcional a partes iguales, llegando a describirla como «muy bella y particular». Ente otros ejemplos, elogió notablemente la Gran Vía de Madrid y las obras de Antonio Gaudí.

Asimismo, indicó que en nuestro país se encuentra una de las principales ideas para revertir la tendencia arquitectónica imperante. Se trata del Premio Rafael Manzano de Arquitectura Tradicional, un galardón de carácter anual concedido en España y Portugal, pero cuya existencia es desconocida para la inmensa mayoría de los habitantes de ambos países. El Premio también gestiona diversas actividades como seminarios, conferencias y clases estivales.

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