El escritor Luis Mateo Díez, «heredero del espíritu cervantino», gana el Premio Cervantes 2023
El escritor leonés y miembro de la RAE se ha hecho con el máximo galardón de las letras en español por ser «uno de los grandes narradores de la lengua castellana» y «creador de mundos imaginarios»
El ministro de Cultura en funciones, Miquel Iceta, ha hecho público el Premio Cervantes 2023: el miembro de la Real Academia de la Lengua Luis Mateo Díez. El jurado ha destacado su figura por tratarse de uno de los «grandes narradores de la lengua castellana, heredero del espíritu cervantino y creador de mundos imaginarios».
También ha destacado «su prosa singular, que sorprende por sus continuos y nuevos desafíos, su pericia y dominio del lenguaje, así como su humor expresionista con el que retrata la complejidad humana». El académico ha publicado el grueso de su obra en Alfaguara.
Dotado con 125.000 euros y considerado «el Nobel» de la Literatura en español, la pasada edición recayó en el poeta venezolano Rafael Cadenas, autor de Derrota y Fracaso, poemas que destilan el desencanto generacional de los ideales perdidos.
ENTREGA PREMIO CERVANTES
Rafael Cadenas: «Einstein dijo que el nacionalismo es el sarampión de la humanidad»
Prolífico escritor español nacido en Villablino (León), en 1942, licenciado en Derecho y funcionario del Ayuntamiento de Madrid, es fundador en la década de los 60 de la revista Claraboya, junto a otros escritores leoneses. Ha centrado su actividad literaria en el relato y la novela, convirtiéndose en uno de los nombres relevantes de la narrativa española. Con la trilogía formada por El espíritu del páramo, La ruina del cielo y El oscurecer, creó su propio territorio imaginario: el reino de Celama, metáfora rural y «ventana a lo más hondo y misterioso del corazón humano». Celama saltó de los libros a los escenarios con una adaptación teatral, representada en varios festivales internacionales, que obtuvo el Premio Rivas Cherif de la Asociación de Directores Teatrales (2005).
Traducida a distintas lenguas, su obra literaria ha sido objeto de tesis doctorales en universidades españolas, europeas y americanas. Entre los galardones que ha recibido figuran el Premio Café Gijón por Apócrifo del clavel y la espina (1972), el Premio Ignacio Aldecoa por Cenizas (1976), el Premio Nacional de Narrativa (1987 y 2000) por La fuente de la edad y La ruina del cielo —con las que obtuvo también el Premio de la Crítica—, el Premio Castilla y León de las Letras (2000), el Premio de la Crítica de Castilla y León por Los frutos de la niebla (2009) y el Premio Francisco Umbral por La cabeza en llamas (2012).
Ha publicado sus novelas cortas reunidas en un solo volumen titulado Fábulas del sentimiento. En 2013 donó a la Biblioteca Nacional de España varios manuscritos de novelas y apuntes preparatorios. En 2014 llegó a las librerías La soledad de los perdidos y en 2015 apareció su obra Los desayunos del Café Borenes.
Algunas narraciones de Luis Mateo Díez han sido adaptadas al cine, como el cuento Los grajos del sochantre, recreado en la película de José María Martín Sarmiento El filandón, o la novela La fuente de la edad, rodada por Julio Sánchez Valdés para Televisión Española.
Académico y defensor de la lengua
Es miembro de la Real Academia Española desde el 21 de mayo de 2001 y su obra ha sido traducida a numerosos idiomas. En 1999 ganó el Premio Nacional de la Crítica y el Premio Nacional de Narrativa. La literatura de Luis Mateo Diez está centrada en la tradición fabuladora de Castilla y León, pero su trascendencia es universal. En 2020 recibe el Premio Nacional de las Letras, que concede el Ministerio de Cultura, por su «técnica y lenguaje poético de extraordinaria riqueza y una preocupación constante por la dimensión moral del ser humano», según destacó el jurado.
En marzo de 2022 presentó en la RAE Celama (un recuento), donde regresa al reino imaginario que ha construido en sus novelas, y a finales de ese mismo año Mis delitos como animal de compañía. Su último trabajo hasta la fecha es el libro de relatos El limbo de los cines (2023).
En declaraciones tras aceptar el premio, Luis Mateo Díez asegura que se define como un «escritor irrealista». La imaginación, la memoria y la palabra son los elementos con los que crea sus ficciones, que cree que pueden permanecer ajenas a la actualidad aunque no al sentido de lo que ocurre, por lo que a lo largo de su vida literaria se ha dedicado a crear mundos imaginarios. De hecho, los espacios oníricos y de ensoñación han sido escenarios habituales en su novelas, en las que crea «ciudades de sombra», como su mítica Celama, el territorio simbólico y metafórico imaginado por él para retratar la extinción del mundo rural.
Su literatura ha seguido por la senda del «realismo irrealista» y por esa vertiente onírica que, ha advertido en ocasiones, no está exenta de humor: «Historias con elementos misteriosos y con perspectiva de humor», dice el autor a EFE, porque es también una mirada de lucidez.
Aunque cree que «soñar más de lo debido no es bueno», especialmente en la actualidad en la que «este mundo se ha echado a perder por completo», lo que demuestra en su literatura donde su rico lenguaje poético no está reñido con su preocupación constante por la dimensión moral del ser humano.
Lejos del elitismo literario
Luis Mateo Díez sintió casi desde la cuna una tremenda fascinación por el arte de la narración: «Yo nací escribiendo y a los doce años le vendí la vida al diablo. Sabía que la fascinación de contar y de que me contaran era una forma de vivir todo lo que yo no podía vivir», ha confesado. Desde su primer libro de cuentos, «Memorial de hierbas», publicado en 1973, fue consciente de que huiría de una concepción elitista de la literatura porque siempre ha sentido «el arte y la literatura muy atados a la vida».
«Me siento un contador de historias y, como escritor, tuve muy claro desde el principio mi interés por el yo de los poetas y mi absoluto desinterés por el ego de los narradores. No soy un novelista que escriba sobre sí mismo, sólo me ha interesado conquistar lo ajeno», dice este creador de territorios ficticios, con los que cree que, poco a poco, ha ido conquistando su propia libertad.
En su obra hay un compromiso moral con esa cultura rural que conoce tan bien desde la infancia, y, poco amigo de la novela urbana, ha sido más partidario de «la universalidad que del cosmopolitismo».
Otros galardonados
Además de Rafael Cadenas (2022), han sido reconocidas las uruguayas Cristina Peri Rossi (2021) e Ida Vitale, (2018) y los españoles Francisco Brines (2020) y Joan Margarit (2019), ambos fallecidos.