Siete ideas (y medio siglo de España) escritas por Savater en el diario que le ha despedido
No es el escritor y filósofo quien ha cambiado, sino el periódico (y la izquierda) que comenzó siendo «independiente» y ha acabado siendo «global»
El 5 de mayo de 1976, durante la Transición, Fernando Savater escribió su primer artículo en su periódico de toda la vida, hasta hace unos días. Se titulaba (o se titula) Nabokov o el destierro como estilo. En las colaboraciones siguientes, quincenales, escribió sobre los Durrell en Corfú o sobre Hermann Hesse. De los poetas y de los filósofos lejanos (tan cercanos) empezó a estrecharse la página en blanco. No tardó (demasiado) en disparar en las páginas de lo que, después de decirse «independiente» sería (y es) el diario «global».
Mañana tocará discutir la esencia inmortal de Zaragoza o las obligaciones históricas que impone haber nacido en Fuengirola
Savater podía escribir con libertad en el diario que dirigía Juan Luis Cebrián desde su fundación, cuyo grupo gigantesco este mismo presidiría durante décadas por el lado izquierdo. El 8 de abril de 1985, ya en democracia, el filósofo escribió: «Hemos padecido durante lustros la perplejidad patética y la arrogancia tardoimperial respecto al improbable ser de España. Ahora estamos con el de Euskadi, Cataluña, Andalucía o Galicia. Mañana tocará discutir la esencia inmortal de Zaragoza o las obligaciones históricas que impone haber nacido en Fuengirola (...) Lo más tremendo, lo auténticamente impresionante, es cuánto hay que inventar para propugnar cualquier identidad colectiva...».
De Franco los españoles nos acordamos lo menos posible (...) Es imaginable un movimiento neonazi, pero no puede haber un «neofranquismo»
Savater pensaba y escribía en el diario independiente sin indicaciones de La Moncloa, cuyo inquilino era Felipe González, y sin indicaciones de ningún poder. El 20 de noviembre de 1992 (aún le quedaban cuatro años de gobernanza a González, ese «facha» de hoy al que los fachas de entonces llamaban «rojo»), escribió: «(...) de Franco los españoles nos acordamos lo menos posible. Cada cual tiene sus razones para esa amnesia (...) Es imaginable un movimiento neonazi, un revival de Mussolini (...), pero no puede haber un «neofranquismo»: Franco fue tan inquietantemente soso que parecía incapaz de morir; sin embargo, ahora nos tranquiliza comprobar que su misma sosera le impide resucitar».
No debería ninguna persona de izquierdas de seguir teniendo claro el fondo profundamente reaccionario de cualquier nacionalismo
Cuánto se equivocó, o no. ¿Cómo es posible que en 1992, después de diez años de gobierno socialista, nadie, sobre todo la izquierda, se acordase de Franco, y en 2024, la izquierda (aunque no precisamente aquella, sino la inventada por Zapatero), le recuerde todo el tiempo? En 2000 ya gobernaba Aznar y Savater escribía: «(...) no por mera crítica antigubernamental debería dejar ninguna persona de izquierdas de seguir teniendo claro el fondo profundamente reaccionario de cualquier nacionalismo. Puede que haya nacionalistas que, pese a serlo, tengan opiniones progresistas acerca de otros temas económicos o sociales, lo mismo que hay astrólogos contrarios a la pena de muerte o partidarios de juzgar a Pinochet. Pero eso no mejora la ideología nacionalista ni hace más científica a la astrología».
Hace casi un cuarto de siglo Savater dejaba impreso en el diario que todavía se hacía llamar «independiente» la barrera insalvable y natural que separaba a los progresistas del nacionalismo («profundamente reaccionario»). Quién ha visto y quién ve a la España narrada por el filósofo en estas columnas en las que ya se dejaba ver la deriva socialista, aunque nadie podía imaginar (o sí) donde acabaría. Esto a principios del milenio. Zapatero apareció por sorpresa tras los acontecimientos terribles en 2004.
La paz no es el triunfo de la coacción, por mucho alivio que proporcione a algunos coaccionados, sino el restablecimiento de un derecho conculcado por la violencia
Por aquella época Savater, pasada la matanza, durante el genuflexo proceso de paz del nuevo presidente, escribió sobre aquella en el diario progubernamental: (...) La paz no es el triunfo de la coacción, por mucho alivio que proporcione a algunos coaccionados, sino el restablecimiento de un derecho conculcado por la violencia. Por lo demás, cada cual es libre de pensar que «más vale un final con horror que un horror sin final». El lema es de Adolf Hitler, que tenía sin duda algo de sabiondo pero mucho más de propagandista seudocientífico". La crítica a los nuevos tiempos blanqueantes de la violencia de ETA ya era manifiesta y así se mantendría.
En algunas autonomías es preciso excluir y obstaculizar cuanto se pueda a la lengua común del Estado, negando como ilusorio el derecho a ser educado en ella
Hasta 2011 permaneció Zapatero en el poder. «(...) En el terreno de la política lingüística, por ejemplo, ya no basta con que se puedan utilizar todas las lenguas oficiales en el terreno educativo y social: en algunas autonomías es preciso excluir y obstaculizar cuanto se pueda a la lengua común del Estado, negando como ilusorio el derecho a ser educado en ella o utilizarla para relacionarse con la Administración autonómica. Quienes protestan ante esta malversación de una legalidad pluralista son considerados fascistas y xenófobos, herederos de la peor reacción o al menos crispadores con afán de sembrar la discordia», esto escribió Savater en 2008 de la España en la que vivía.
Llega el infierno y se revela mi condena, la más atroz: creer que estoy vivo y que es ella la que ha muerto. Hoy hace ya dos años
La España actual que ya se reconocía en su pubertad o juventud. Escribió aún, en el ínterin del final, aquellas líneas hermosas, pero crudas: «Llega el infierno y se revela mi condena, la más atroz: creer que estoy vivo y que es ella la que ha muerto. Hoy hace ya dos años». Ella era su mujer, por supuesto. La última columna que publicó en el diario ya global se titulaba Malnazidos. Desde hace mucho tiempo la estupefacción ante los acontecimientos por la amnistía y otros relatos se manifestaba a vuelapluma.