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Fernando Savater: «No es lo mismo ser un periódico progresista que ser un periódico gubernamental»

Fernando Savater, durante su entrevista con El Debate en su casa de MadridPaula Argüelles

Fernando Savater: «No es lo mismo ser un periódico progresista que ser un periódico gubernamental»

Doctor en Filosofía y Letras y autor prolífico, es uno de los intelectuales más respetados de este país, aunque a él le parezca ridículo el término. Acaba de publicar Carne gobernada, lo que le ha costado el despido del diario El País, pero no tiene miedo: «Tenemos una responsabilidad moral»

«Soy de derechas porque la izquierda de hoy no solo es intransigente, sino que es una desgracia para el país». Fernando Savater (San Sebastián, 21 de junio de 1947) va soltando titulares como quien no sabe que cada frase puede ser una sentencia. Pero de ingenuo no tiene nada. Ese camino que realizó de siniestra a diestra –como tantos de su generación; como nuestro amigo común Mikel Azurmendi– él asegura siempre que lo hizo «a palos». La caída del caballo fue tan tremenda y dejó tan poco espacio a la tibieza como que venía anunciada, amenazas de muerte incluidas, por un grupo radical de terroristas que querían defender sus ideas a base de acabar con las vidas de sus opositores.

«Si eras antifranquista, eras de izquierdas. Era imposible no identificar la derecha con el franquismo», recuerda en su piso del madrileño barrio de Salamanca, hoy habitado por centenares de libros amontonados (descubro Rousseau, Diderot, Pericles, Cioran, Javier Marías, Raúl Guerra Garrido, Virginia Wolf, Borges y María Zambrano solo en un primer barrido). Habitado por libros y recuerdos, y deshabitado por el amor de su vida, Sara Torres, a quién él llamaba 'Pelo Cohete'. Vivieron juntos 35 años, hasta que un tumor lo quebró todo. «El amor es inusual en todas las vidas. Yo antes había tenido relaciones amorosas, pero con ella empezó una nueva era. Nunca había tenido el grado de complicidad ni de colaboración que compartimos. De pronto descubrí lo que significaba estar enamorado. Formamos un tándem perfecto. Como el verso de Benedetti, fuimos mucho más que dos».

Su nuevo libro, ese que escribe porque no sabe muy bien qué otra cosa hacer a su edad, se llama Carne gobernada. En ese guiso asturiano Savater, a sus 76 años, trata de hablar de sus tres grandes pasiones cuando afronta lo que él cree que es el final de su vida: «política, amor y deseo». Sin embargo, la publicación de un extracto en el que critica duramente al diario El País, que él vio nacer hace 47 años, y su inmediato despido han sacudido la actualidad hasta tal punto que es por ahí, y no por otros abundantes e interesantísimos temas, por donde empieza esta conversación con El Debate.

'Carne gobernada', el último libro de Fernando Savater

'Carne gobernada', el último libro de Fernando Savater

–¿Cómo ha vivido el despido del periódico El País?

–Fue una coincidencia. Otro periódico sacó un avance del libro sin preguntarme; cogieron la parte que les resultaba más útil y se precipitaron las cosas. Si no, creo que hubiéramos seguido en la misma situación que estábamos. Uno siempre tiene la esperanza de que las cosas cambien, y tras la muerte de Miguel Barroso, pensé que llegaría alguien con ideas más amplias. Pero no fue así.

–La semana pasada le preguntaron a Ana Iris Simón por qué escribía en ese diario, y ella dijo que era uno de los pocos que alberga entre sus páginas a gente que disiente de su línea editorial.

–Eso es un cuento. Lo que pasa es que que siempre tienen a un «malo domesticado», uno de esos que no muerden porque han sido amamantados desde pequeños. Todos los disidentes son disidentes domésticos.

–En Carne gobernada afirma que una cosa es atacar las ideas y otra diferente atacar a los periodistas.

–En el libro explico el giro del diario, cómo un periódico que ha sido durante mucho tiempo (más o menos) de centroizquierda, crítico con la derecha pero también con la izquierda, se ha convertido en un felpudo a los pies del Gobierno. No es lo mismo ser un periódico progresista que ser un periódico gubernamental. Yo conozco bien el proyecto porque estuve en el número cero; no hay nadie en el periódico en este momento más antiguo que yo.

Explico cómo un periódico que era de centroizquierda se ha convertido en un felpudo a los pies del Gobierno

–Tras casi 50 años en la cabecera, ¿siente tristeza al abandonarla?

–Hombre, es que es mi vida. Son 50 años. Cuando me llamó Pepa Bueno, la directora, tuve una conversación con ella muy cordial, y me confesó que me leía desde pequeña. Es difícil porque es un portazo, es decirle adiós al periódico de tu vida, decirle adiós a tu vida. Al que despido es a mí mismo. Ahora me encuentro un poco en el aire.

–¿Qué opina sobre que cambien las líneas editoriales cuando cambia el Gobierno?

–A veces nos tomamos el periodismo como algo trivial, pero no lo es. No es lo mismo que un periódico como El País esté a favor del Gobierno que en contra. No va a derribar el Gobierno, pero sí a cambiarlo. Y les sienta muy mal cada vez que alguien que tiene cierta relevancia, eso que ahora llaman un influencer, asesta un golpe y les da en un sitio doloroso. No se lo toman a broma. El Gobierno conoce la importancia de tener asegurada la cobertura en una periódico de proyección internacional y fiel. Eso vale mucho dinero.

El filósofo y escritor Fernando Savater, durante su entrevista con El Debate

El filósofo y escritor Fernando Savater, durante su entrevista con El DebatePaula Argüelles

–«Hay cosas más importantes a las que tener miedo en la vida», dice a menudo. ¿Pero nunca ha tenido miedo a la hora de dar su opinión? ¿Ni a sus consecuencias?

–He tenido muchos vicios, pero ese no ha sido uno de ellos. Quizá porque siempre he tenido una muy buena familia. Desde que soy pequeño digo lo que pienso, a veces de forma muy impertinente (menos mal que mi hijo no ha salido a mí). No me ha preocupado quedarme fuera de sitios; si tuviera 30 años y me encontrara todas las puertas cerradas y no me llamaran de ninguna parte, quizá me habría causado problemas. Pero a mi edad... Para bien o para mal, ya soy Fernando Savater. Eso no me puede quitar nadie.

–¿Decir siempre lo que piensa es marca de la casa?

–No he sido nunca provocador por por puro gusto. Hablar para llevar la contraria me parece de lo más tonto del mundo. Lo que creo es que si una persona tiene una tribuna, un periódico en que lo van a escuchar, el pago tiene que ser su sinceridad y su honradez en lo que dice. Creo en la responsabilidad pedagógica.

Para bien o para mal, ya soy Fernando Savater. Eso no me puede quitar nadie

–¿Dentro de esa responsabilidad, es un deber moral señalar las falacias de la izquierda?

–Es lo que hay que decir en este momento. El 23 de julio parecía que el único argumento a favor de mantener a Sánchez es que peor sería la derecha. «Sabemos lo malo que está haciendo este señor, pero a lo mejor viene otro peor». Eso es muy tramposo; ¿cómo la gente puede creerse algo así? Si acepta el dogma de que la izquierda siempre es mejor intencionada y está mejor preparada que la derecha, entonces ya estamos acabados.

–¿Usted nunca llegó a creerse la superioridad moral de la izquierda?

–Nunca, porque he vivido dentro de la izquierda toda la vida. Es como si has crecido en una casa de mala reputación y todo el mundo trata de convencerte de que esas mujeres son vírgenes. No cuela.

–Y porque a usted le curaron del izquierdismo «a palos»...

–Yo era bastante reacio. Era un izquierdista, y perdona el desvarío narcisista, cargado de razones, porque he crecido y me he educado en el franquismo. Una persona que ha vivido 28 años de su vida dentro de una dictadura derechista, y que ha estado en la cárcel por ello, identifica lo malo con la derecha. Ser antifranquista implicaba ser de izquierdas, era lo natural. Pero con el tiempo las opciones se matizan.

–¿Es posible estar decepcionado con la izquierda y por ideología no aceptar nada que provenga de la derecha?

–Me sorprende, pero es así. Siempre dicen: «Pero peor es la derecha», y ahí se acaba la discusión. ¿Por qué es peor? ¿Peor que la manipulación, la mentira, la amnistía, el pacto con terroristas? Además, parece que conocen el futuro.

–De hecho, escribe que a la izquierda se la juzga por sus intenciones y a la derecha por sus resultados.

–Eso ha sucedido siempre. Hay ideas utópicas flotando en el aire pero no hay propuestas aterrizadas para llevarlas a cabo, y las que hay son más negativas que positivas. No hay quien se crea esta patraña.

–¿Cree que la amnistía es lo peor que se ha visto en democracia o que «otros vendrán que bueno te harán»?

–Por más vueltas que le doy y hablo con mis amigos juristas, no tiene vuelta de hoja: es un escándalo dentro de un Estado de derecho. Que en un país europeo, con cambios de Gobierno democráticos, se anulen decisiones judiciales de las más serias y se acepte que los señores que cometieron esos delitos no solo sean perdonados, sino que prácticamente condenemos a quienes les condenaron, es una locura. Es de lo más provocativo que he visto.

Fernando Savater, durante su entrevista con El Debate en su casa de Madrid

Fernando Savater, durante su entrevista con El Debate en su casa de MadridPaula Argüelles

–¿Qué opina alguien que ha vivido el terrorismo en sus propias carnes sobre la nueva discusión sobre el concepto?

–La pretensión es esa: que cambie lo que se considera terrorismo. No se pueden vender «tipos de terrorismo»: no se pueden aceptar la violencia y el terrorismo si no violan los derechos humanos, porque en eso consiste el terrorismo, en violarlos. Y todo esto, al borde de unas elecciones a las que se van a presentar los terroristas después de haber guardado la metralleta. Los que hemos vivido con el terrorista en la puerta bastante tiempo lo vemos con cierto espíritu crítico.

La amnistía es un escándalo dentro de un Estado de derecho, es una provocación

–Siempre dice que no hay que preguntarse qué va a pasar, sino qué vamos a hacer. ¿Qué vamos a hacer?

–Lo primero es tener una oposición unida. Todos los españoles debemos estar unidos con un objetivo: acabar con Sánchez, que es la pieza maestra que sustenta el castillo de naipes de este Gobierno. No es el único malo, pero es el que sostiene a todos los malos. Eso es lo que hay que intentar por todos los medios democráticos: luchar para que ese castillo de naipes caiga a base de quitar esa carta que lo sostiene.

–Habla de la dictadura del pensamiento único de la izquierda, pero la derecha también está enfrentando críticas por la censura.

–Ya te puedes imaginar que algo sé sobre censura. Pero no es verdad la derecha la ejerza más que la izquierda. En este momento, todos los movimientos woke y de silenciar a la gente provienen de la izquierda fundamentalmente. La censura de la derecha es siempre muy previsible, e históricamente ha tenido que ver con el pudor, aunque ahora la izquierda gana en puritanismo también. Tenemos a un ministro de Cultura risible, Urtasun, que quiere «purificar» los museos del colonialismo, pero no podemos hablar de cómo los pueblos indígenas eran caníbales...

–Usted no compra paquetes ideológicos completos, y se dice disidente del liberalismo radical.

–Es que no se sostiene. He leído a bastante teóricos de la democracia, como a Giovanni Sartori y Jean Francois Revel, y he llegado a la conclusión de que todas las democracias occidentales se apoyan en unas medidas socialdemócratas y unas medidas liberales, y nadie quiere que desaparezcan del todo ni unas ni otras. Hay que aceptar una combinación, porque en la sociedad somos «socios», y debemos ayudar a quien lo necesita, vivir pendientes de los demás.

Fernando Savater en el acto homenaje a Mikel Azurmendi

Fernando Savater en el acto homenaje a Mikel AzurmendiAlex Pozuelo

–El subtítulo del libro reza: «De política, amor y deseo». ¿Qué tienen que ver estos tres conceptos?

–Están relacionados con las pasiones humanas. Yo soy de tendencia apasionada; me gusta la comida muy picante, y la vida también. Pero estas tres pasiones son peligrosas porque mueven una afectividad muy profunda: la política, el amor, el sexo, el dinero... Todo lo que está centrado en el deseo es peligroso, porque tiende a olvidar su fin natural, por decirlo así, convertirlo en otra cosa. Este libro habla de las pasiones de un viejo, de mis pasiones, y de cómo las pasiones no se desvanecen. En realidad nació del asombro de descubrir que, tras la muerte de mi mujer, este cuerpo de un viejo albergaba todavía las pasiones de su juventud.

–Aunque ya escribió La peor parte, en la que relataba el fallecimiento de su mujer, no puede evitar hablar de ella...

–Ni puedo, ni quiero. Cuando ella murió pensé que ya estaba, que se había acabado todo para mí. Llegué a pensar que me moriría poco después. Pero descubrí que hay una chispa de juventud aún dentro de mí, esa «improbable supervivencia» después de haber perdido lo que más quería. Mi vida misma.

–Quien no ha conocido un amor como el suyo, ¿puede criticar el amor romántico?

–Si no es romántico, no es amor. El sexo no es amor; el amor es otra cosa. Yo he conocido todos los tipos de romance, de deseo; he tenido juergas y orgías. Pero nunca nada como lo que tenía con mi Pelo Cohete. ¡El amor de mi vida, el amor en mi vida! Siempre me conmovió tenerla cerca, verla, escucharla. Ella embelleció el mundo. [Fernando Savater se enjuga una lágrima que cae por su mejilla].

Fernando Savater con su mujer, Sara Torres, fallecida en 2015

Fernando Savater con su mujer, Sara Torres, fallecida en 2015Cortesía de Fernando Savater

–Una frase favorita de Carne gobernada: «Ser humano es no renunciar nunca a ser salvado por la misericordia». ¿Usted sigue sin haber renunciado?

–Naturalmente. Lo importante es la salvación. Todos queremos ser salvados. La palabra más frecuente que dice la gente en su lecho de muerte es «mamá»... Es lícito y casi inevitable intentar salvarse. El problema es que a veces la salvación de unos impone la crueldad o la fiscalización de otros. ¿Cómo logramos salvarnos sin perder a nadie? ¿Quién paga el precio de nuestra salvación? Yo aún no he encontrado la respuesta.

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