'Zorra' o la riqueza del pueblo español
Eurovisión no es precisamente una función en el Covent Garden, pero eso no significa que se tenga que prescindir, y encima con orgullo, de lo más esencial: la educación
La «antigua» izquierda, la llamada gauche divine, se esmeraba en no hacer entender nada a los de la otra ribera del río. Era un truco para ocultar los defectos, incluso la falta de esfuerzo. No era así en la mayoría de los casos. Aquellas obras, musicales, literarias o pictóricas, eran producto del talento y del esfuerzo. Del empeño y del trabajo duro.
La izquierda política era garante de la calidad del arte, no como ahora, si se va a suponer que lo que existe es la izquierda, quien, como Pedro Sánchez, defiende la cochambre ideológica como un baluarte de la sociedad. Es de suponer, y sin suponer, que de la sociedad que quiere. El presidente del Gobierno, quien muestra con frecuencia sus gustos musicales, mayormente «indies», aunque siempre dependerá del viento, dice que le gusta Zorra, la canción que va a representar a España en Eurovisión.
Mensaje ideológico
Dice Sánchez que le parece divertida y aprueba su «mensaje feminista». En realidad, para empezar, no tiene un mensaje feminista, sino ideológico. El feminismo del XXI no es el feminismo del XIX y del XX que se jugaba los cuartos y algo más. Eurovisión no es precisamente una función en el Covent Garden, más bien todo lo contrario, pero aún así a toda creación se le exige un mínimo de sentido y sensibilidad.
«Zorra» no es el «mamífero cánido de menos de un metro de longitud, incluida la cola, de hocico alargado y orejas empinadas, pelaje de color pardo rojizo y muy espeso, especialmente en la cola, de punta blanca. Es de costumbres crepusculares y nocturnas; abunda en España y caza con gran astucia toda clase de animales, incluso de corral», la primera acepción del DRAE. «Zorra» en Zorra es «prostituta», la cuarta acepción del diccionario. Algo similar a la «bitch» que cantaba Meredith Brooks.
Cosas peores se han visto para escandalizarse por las palabras, aunque sí por la actitud
Cosas peores se han visto para escandalizarse por las palabras, aunque sí por la actitud. Ya no es que la supuesta gauche divine (de Divine ya solo tiene el nombre del personaje de Pink Flamingos de John Waters, el mismo que se comía una caca de perro) se esfuerce por ocultarse, sino que se esfuerza por mostrarse en toda su zafiedad. Por mostrar, hacer alarde del insulto, de la vulgaridad partiendo de una premisa parcial, de un submundo en el que transcurre el vídeo, una suerte de local nocturno cutre de una España tan profunda que de tan tratada casi no existe.
Esas pobres mujeres del vídeo, ese terrible retrato sectario de fealdad, se van alegrando mientras la protagonista se «empodera» en el insulto (una cosa pasmosa) y mientras el soniquete instrumental avanza hacia el clímax de caca de perro. No hay nada más que insulto en este subproducto ofensivo enmascarado de diversión y frescura y libertad y promocionado así por el mismísimo presidente del Gobierno, el «indie», donde no hay diversión sino aburrimiento, ni frescura sino ajamiento por todas partes, ni por supuesto libertad sino sectarismo como de carretera.
No «gracias», ni «disculpe», sino «zorra»
No hay arte, no hay baile, no hay melodía, no hay letra. Y nada de esto es necesario en Eurovisión, pero sí, al menos, siempre, la educación, como dijo Antonio Escohotado: «Un país no es rico porque tenga diamantes o petróleo. Un país es rico porque tiene educación. Educación significa que aunque puedas robar, no robas; educación es que tú vas andando por la calle y la acera es estrecha y tú te bajas y dices: 'Disculpe'; educación es que cuando te traen la cuenta en un restaurante tú dices: 'Gracias', y cuando te la vuelven a traer, vuelves a decir: 'Gracias'».
«Cuando un pueblo tiene eso», continuaba el filósofo, «cuando un pueblo tiene educación, un pueblo es rico». Así que imagínese cuán rico es este pueblo español, el representado en el presidente del Gobierno, el mismo que se rasga las vestiduras si no se menciona, para no ofender, a «los hombres» y a «las mujeres», el mismo que no dice «gracias» ni «disculpe», pero sí se dice «zorra» y además se divierte y se enorgullece.