Se publica por primera vez en español la 'obra perdida' de Nietzsche, el notario de la muerte de Dios
En las postrimerías de agosto de 1888, último verano de la vida lúcida del filósofo Friedrich Nietzsche (1844-1900), el pensador alemán concibió el ensayo Magnum in parvo para explicar su pensamiento
Murió a las puertas del siglo XX, pero pudo asistir a lo que él calificó como la confusión parcial –en ocasiones, total– de su sistema de pensamiento. Después de una veintena de obras, Friedrich Nietzsche (1844-1900) no estaba satisfecho con la forma en que se habían trasladado sus ideas a la sociedad, por lo que elaboró un último compendio, en «su último verano lúcido», para tratar de explicarlas.
Concebida en los últimos días de agosto de 1888 –justo antes de empezar a perder, de forma progresiva pero imparable, sus capacidades cognitivas y de lenguaje–, Magnum in parvo: Una filosofía en compendio es la obra que Nietzsche, que moriría dos años después, proyectó como síntesis de su malogrado proyecto capital La voluntad de poder y en la que se abordan los temas clave de su pensamiento.
Lamentablemente, el libro acabó perdiéndose y su contenido repartiéndose, junto con otros materiales, en dos libros independientes: Crepúsculo de los ídolos (1889) y El Anticristo (1894), ambos presentes en esta colección editada y publicada por Alianza Editorial.
Por tanto, si bien un repentino cambio de opinión determinó que esta obra única viera la luz no en la forma unitaria prevista, sino disuelta en dos libros, la presente edición reconstruye, a partir de los fragmentos póstumos y de los manuscritos nietzscheanos originales, la obra tal como Nietzsche la diseñó, recuperando así una pieza de notable valor filosófico y literario, más redonda, en conjunto, de lo que habrían de resultar sus dos vástagos. Todo, gracias al profesor Joaquín Riera Ginestar, que ha recompuesto esta obra única y clave dentro de su creación filosófica.
Líneas de pensamiento
Nietzsche planifica en 1888 este compendio filosófico, en el que analiza temas como la voluntad de poder (columna vertebral de la obra), disolución de la verdad, el problema de Sócrates (la razón y la filosofía), o cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula, a través de doce capítulos con títulos y subtítulos.
En la introducción de Joaquín Riera, en la que habla de la sistematización del pensamiento de Nietzsche y cómo él proyecta una síntesis filosófica a partir del análisis de los manuscritos originales y la documentación póstuma, analiza esta «grandeza en la parvedad» según la cual el filósofo huye del barroquismo y adopta un aforismo epigramático que surgió cuando entró en contacto con el historiador romano Salustio.
Las ideas filosóficas superan la época histórica del propio Nietzsche, alcanzando la mentalidad líquida y nihilista contemporánea y posmoderna. Su crítica no es destrucción elemental de la metafísica, pues no la lleva a cabo desde una perspectiva ontológica, sino moral; es decir, descubriendo en dicha metafísica ante todo un movimiento vital en el que se reflejan juicios de valor tratando las ideas metafísicas como síntomas que hablan de tendencias fisiológicas.
Los doce capítulos incluyen «Nosotros, los hiperbóreos», «El problema de Sócrates», «La razón en la filosofía», «Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula», «La moral como naturaleza», «Los cuatro grandes errores», «Con nosotros, contra nosotros», «Concepto de una religión de la década», «Budismo y cristianismo», «De mi estética», «Entre artistas y escritores», y «Aforismos, sentencias y flechas».
«De mi estética»
Más allá de las consideraciones filosóficas, tiene especial interés el capítulo en el que el filósofo de Röcken plantea y desarrolla su pensamiento sobre la estética, una de las ramas prácticas de la filosofía junto a la ética y a la política. En Nietzsche, la reflexión sobre el arte atraviesa de comienzo a fin toda su obra filosófica. Desde la temprana publicación de El nacimiento de la tragedia desde el espíritu de la música, Nietzsche se entrega a lo que llama «metafísica de artista». Para él, el arte es la forma privilegiada de la voluntad, del poder. La cuestión nietzscheana es una cuestión artística que tiene que ver con una concepción ontológica del hecho artístico, por lo que defiende un «esteticismo ontológico, epistemológico y moral», como señala Joaquín Riera.
El arte tiene un estatus principal en su pensamiento, y para él tanto la metafísica como la ciencia y la moral derivan de él. De hecho, en un fragmento póstumo de noviembre de 1887 que forma parte de La voluntad de poder, escribe: «La metafísica, la moral, la religión y la ciencia entran en consideración en este libro solo como formas diversas de la mentira. Con eso, su ayuda se cree en la vida. La vida debe inspirar confianza. La tarea así planteada es enorme. Para resolverla, el ser humano ha de ser ya por naturaleza un mentiroso. Ha de ser, más aún que cualquier otra cosa, un artista. Un artista es aquel que viola la realidad con la mentira. Esta es la capacidad artística por excelencia». Nietzsche entiende la estética como ontología (que estudia el ser y sus propiedades trascendentales) y, además, es un crítico del esteticismo.
Puede considerarse que esta obra «perdida» del Nietzsche tardío es un texto único y clave dentro de su creación filosófica porque permite acceder de manera clara, sintética y a la vez profunda al corazón del pensamiento muchas veces asistemático, fragmentado y abstruso de alguien que dijo de sí mismo «no soy un hombre, soy dinamita», que fue notario de la muerte de Dios y que luchó contra los males del idealismo, el moralismo y el nihilismo castradores de la vida, anunció el suprahombre, afirmó el eterno retorno y el amor fati y animó al ser humano a convertirse en inocente y lúdico artista forjador de su propia vida.