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El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en su función de portavoz de Sumar

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en su función de portavoz de SumarEFE

La inanidad de Urtasun en las distancias cortas

El ministro de Cultura es incapaz de superar el límite de la consigna, incluso cuando no se le inquiere y se le facilitan las respuestas más cómodas

De Ernest Urtasun ya es conocido el hecho de que solo responde con frases hechas. Incluso en las entrevistas a las que atiende con toda tranquilidad, sin peligro de preguntas incómodas o fuera de su cerrado y limitado mapa mental, donde no explica nada, ni adelanta nada, sencillamente porque no lo hay: nada, más allá de los tópicos que se limita a repetir.

«En la buena dirección»

En una entrevista concedida a El País dice que le atacan porque es la primera vez que no hay un ministro que no sea del PP o del PSOE, y que la política cultural, «más transversal que nunca», se ha convertido en una política de Estado, sin olvidar la característica «oposición de la oposición»: «... que eso genere críticas en los sectores de la derecha solo lo puedo interpretar como que vamos en la buena dirección».

Considera Urtasun que los «derechos culturales» son compatibles con los derechos de autor. A propósito de aquellos dice el ministro «descolonizador», que obvia las verdades del barquero (en este caso de los historiadores), que le preocupa la libertad de expresión. Y le preocupa «la emergencia de las fuerzas de extrema derecha en Europa», lo cual, según el ministro «está replanteando algunas libertades fundamentales» que «las fuerzas de extrema derecha atacan».

Siempre hay que decir «extrema derecha» varias veces en cualquier mismo discurso para que quede constancia, como decían los de Muchachada Nui que había que decir las cosas para que fueran auténticas: «¿Este abrigo es de piel?, pero ¿de piel piel?». En este sentido Urtasun es casi un humorista si no fuera por la seriedad de sus responsabilidades. Y otra vez menciona lo del Premio Miguel Hernández (asunto zanjado y explicado) o lo del festival de Huesca para ilustrarlo. Repetición y más repetición, como decía Goebbels que había que crear una verdad de una mentira.

El 'Pisarro' del Thyssen y la nada

Según el ministro lo «woke» no tiene nada que ver con la realidad española, algo que también repite con frecuencia, como que el PP no se ha preocupado nunca de la cultura y como que la preocupación de Vox por la cultura proviene de su interés en atacar las libertades públicas y la «vida democrática». Cuando vuelve la descolonización y la tauromaquia, también vuelven las frases hechas, casi en el delirio de la memorización: «Lo he dicho muchas veces, yo creo que una gran mayoría de la sociedad no está de acuerdo con el maltrato animal».

Si se le pregunta por la oficina de atención a víctimas de abusos y violencia machista dentro del ministerio, responde: «Quiero aprovechar la ocasión para trasladar todo mi apoyo a las mujeres que han dado el paso de denunciar...». Por cosas más concretas, como el de la litigación del famoso Pisarro del Thyssen, Urtasun expone que «lo hubiera gestionado de otra manera», pero no dice cómo: «No quiero entrar en lo concreto», afirma, que es como si dijera «no quiero entrar en nada que no tenga un componente ideológico y sí práctico porque no tengo ni idea».

No se acaba el humor (ya se dijo más atrás que era casi un humorista sino fuera por la gravedad del asunto) cuando asegura que ser ministro de Cultura y también portavoz de Sumar son compartimentos estancos: «dos funciones perfectamente compatibles», aunque en su cabeza probablemente esté pensando en «inevitablemente complementarias» más que en «perfectamente compatibles»: como Supermán que debajo de la corbata lleva el traje de superhéroe, en su caso la camisa vaquera de activista.

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