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29 de junio de 2024

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en la presentación del centenario el Museo del Romanticismo

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en la presentación del centenario el Museo del RomanticismoEFE

Urtasun actúa contra la Fundación Franco y obvia la Fundación Largo Caballero y la Fundación Indalecio Prieto

El sectarismo del ministro de Cultura y del Gobierno alcanza otra cumbre de su intolerancia donde existen sendas fundaciones con el nombre de los principales responsables del llamado «terror rojo» en el Madrid republicano

Dice la página web de la Fundación Francisco Largo Caballero que esta existe «en reconocimiento a lo que su figura representa para todos los trabajadores españoles y para el movimiento sindical en nuestro país». En el mismo texto se alude a la «aspiración» de mejorar las condiciones de vida «de aquellos colectivos socialmente más desfavorecidos». También dice que promueve «la investigación, la reflexión y el intercambio de información, ideas y opiniones sobre el sindicalismo y las aspiraciones de igualdad, solidaridad y justicia social del movimiento obrero...».

La Fundación dice todas estas maravillas sobre sí misma, pero no dice que a Francisco Largo Caballero se le conoce como el «Lenin español», a quien el mismísimo Stalin dicen que tenía que calmar en su ansia de matar. El ministro Urtasun dijo el pasado jueves que ya iba tarde respecto a la ilegalización de la Fundación Francisco Franco de acuerdo a la Ley de Memoria Democrática, aprobada hace dos años. La Fundación Francisco Franco se creó en 1976 y la Fundación Francisco Largo Caballero (dos «Pacos») en 1978. Con esta también va tarde el ministro, pero en este caso no parece tener prisa.

Matanzas en el Madrid republicano

Ni siquiera parece que sepa de su existencia, y eso que la figura de Largo Caballero, presidente del Gobierno desde septiembre de 1936, es tan larga como siniestra. Santiago Carrillo dijo en sus memorias que el presidente y el Gobierno de la República (por quien él había sido responsable de orden público) eran los responsables de la matanza de Paracuellos y del «terror rojo» de aquel Madrid de la Segunda República y el Frente Popular. En su anuncio del inicio de las actuaciones previas del procedimiento de extinción de la Fundación Francisco Franco, el ministro de Cultura leyó textualmente las siguientes palabras de la Ley de Memoria Democrática para establecer en ella los pilares de su iniciativa:

«Al amparo de lo dispuesto en la ley de fundaciones, concurrirá causa de extinción cuando las fundaciones no persigan fines de interés general o realicen actividades contrarias al mismo. A estos efectos se considera contraria al interés general la apología del franquismo, que ensalce el golpe de Estado y la dictadura o enaltezca a sus dirigentes, con menosprecio y humillación de la dignidad de las víctimas, del golpe de Estado, de la guerra o del franquismo o incitación directa o indirecta al odio o la violencia contra las mismas por su condición de tales».

En este párrafo no se hace mención a las víctimas de la Segunda República y del Frente Popular, sino solo al franquismo, como sucede en toda la Ley de Memoria. Francisco Largo Caballero, cuya Fundación está vinculada al sindicato UGT, fue el cerebro y principal impulsor de la revolución de octubre de 1934, que no aceptó la victoria electoral de la derecha de la CEDA. El historiador Stanley Payne le atribuyó «responsabilidad directa en la entrega de armas a los militantes de los partidos y sindicatos de izquierda, y en la conversión ilegal de esos militantes en cuerpos de policía que propició los numerosos crímenes en la zona republicana».

Pero esto la sectaria Ley de Memoria Democrática no lo contempla, y por supuesto tampoco el sectario Urtasun. Largo Caballero también tuvo fundamental protagonismo en las checas creadas por el socialista Indalecio Prieto, donde se torturaba y asesinaba, siendo presidente del consejo de ministros. Por si faltase algo en esta terrible actualidad de sectarismo, también existe una Fundación Indalecio Prieto, de carácter privado (como la Fundación Francisco Franco), que tampoco parece desear extinguir Urtasun. Prieto fue otro criminal y represor cuyas fechorías olvida la memoria dirigida de los españoles, hecha Ley por obra de Pedro Sánchez.

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