Jueves hispanófilos en Bruselas
¿Tercios versus samuráis, o españoles contra piratas?
En realidad, el conflicto se resolvió con un pequeño destacamento de indios españoles, que lucharon valientemente para defender el puerto de los piratas wako
El primer viaje que hicieron los asistentes a esta conferencia el pasado jueves fue el de trasladarse mentalmente desde Bélgica en pleno siglo XXI, al Japón del siglo XVI, y lo hicieron con motivo de un nuevo jueves hispanófilo que reunió a tan ilustre público en Bruselas.
Esta crónica recoge dos de las anécdotas más relevantes de la conferencia de D. Francisco Moreno, quien expuso con datos y mapas los viajes realizados en y desde Japón, destacando el impacto de los navegantes ibéricos en el Lejano Oriente. El siglo XVI marcó una era de exploración y expansión global sin precedentes.
Portugal inició su odisea marítima bordeando África, doblando el Cabo de Buena Esperanza, y estableciendo rutas comerciales con India y las islas Molucas. En 1542, los navegantes portugueses llegaron a Japón, comenzando el «siglo ibérico» en Japón (1542-1639). Este encuentro no solo introdujo nuevas formas de comercio, sino que también permitió a los japoneses acceder a tecnología avanzada, como las armas de fuego.
La llegada de Francisco Javier y los jesuitas en 1549 añadió una dimensión espiritual a la relación de Japón con Occidente. Además de evangelizar, los jesuitas se involucraron en el comercio, facilitando su comprensión del idioma y costumbres japonesas. Favorecidos por el daimio Oda Nobunaga, en 1571 lograron el arriendo de Nagasaki, convirtiéndolo en un importante centro comercial y cultural. A través de su labor, establecieron una próspera comunidad cristiana en Japón. Esta era de intercambio no estuvo exenta de tensiones. Japón, donde coexistían pacíficamente religiones como el budismo, el confucianismo y el shintoismo, se encontró de repente enfrentado a la exclusividad monoteísta del cristianismo. Este choque religioso y social llevó a conversiones masivas y, poco a poco a profundos enfrentamientos.
La verdad sobre el conflicto
En 1580, un acontecimiento crucial cambió el panorama político y comercial de la región. Felipe II de España unió los reinos de España y Portugal, consolidando así un vasto imperio que abarcaba tierras en Europa, América, África y Asia. Durante este tiempo, el Pacífico se convirtió en un escenario de constantes conflictos con los piratas, conocidos en japonés como wako. Estos piratas buscaban establecer bases para sus barcos en lugares estratégicos, en el norte de Filipinas, para interceptar el comercio entre Filipinas y China. Así atacaron Cagayán, liderando a los wako un pirata japonés y no un samurái, Tai Fusa.
En respuesta, el gobernador de Filipinas envió a Juan Pablo de Carrión al mando de un pequeño destacamento para enfrentarse a los wako. Este destacamento, compuesto en su mayoría por indios que se habían quedado a vivir en Filipinas, obtuvo una aplastante victoria, gracias en buena parte a la superioridad de las armas españolas. Este evento es una prueba de que nunca hubo enfrentamientos directos entre tercios españoles y samuráis, como a veces se sugiere en relatos ficticios. En realidad, el conflicto se resolvió con un pequeño destacamento de indios españoles, que lucharon valientemente para defender el puerto de los piratas wako.
Mientras tanto, en 1565, otro gran navegante, Andrés de Urdaneta, al servicio de la Corona española, logró trazar el tornaviaje desde Asia hasta Nueva España a bordo del galeón de Manila. Este logro completó la primera vuelta al mundo de manera efectiva, conectando todos los puntos del planeta y dando inicio a lo que podríamos considerar la primera globalización mundial. Gracias a la pericia y valentía de los navegantes portugueses y españoles, el mundo se hizo más pequeño y las culturas comenzaron a entrelazarse de formas nunca antes imaginadas.
La conferencia detalló numerosas anécdotas, profundizando no sólo en la historia y cultura niponas, sino también en las complejas relaciones entre España, Portugal y Japón, que concluyeron de manera sangrienta y llevaron a Japón al sakoku, un período de aislamiento de doscientos años.
Esta crónica desea recordar la audacia de los exploradores ibéricos, quienes además de buscar nuevas rutas comerciales, también llevaron sus culturas, tecnologías y su fe, transformando para siempre las sociedades con las que entraron en contacto.
La conferencia fue precedida por un breve discurso de un investigador japonés. Asistieron los agregados culturales de las embajadas de Japón y España en Bélgica. Al final, el público brindó con vino español y sake obsequio de los japoneses.