Roro, la «tiktokera» cocinera que ha puesto en pie de guerra (y en evidencia) al feminismo radical
Dicen los inventores del término «tradwife» y de su extenso significado que esta «tendencia» es «peligrosa»
Rocío Martín Bueno es el nombre verdadero de Roro Bueno, la joven que publica vídeos de sus recetas y que asegura que las hace para su novio. La alarma «woke» ha sonado en las redes, que están que echan humo (nunca mejor dicho por las emanaciones de la cocina de la protagonista), y ya le han puesto nombre a esta corriente (el etiquetado es una de las bases del wokismo, como las marcas de las reses): «tradwife» en singular o «tradwives» en plural. La denominación es el acorte de «traditional wife», nada más y nada menos.
«Feminismo ideológico»
El asunto ha sido como un fallo en el sistema, que ve retrocesos hasta en las iniciativas originales. Roro acumula éxito de visitas, trabaja de forma libre o piensa de forma libre, pero el progresismo totalitario no admite que diga, por ejemplo, que lo hace para su novio. Dicen los inventores del término «tradwife» y de su significado que esta «tendencia» es un atentado, que es «peligroso», del mismo modo que «peligroso» dijo The New York Times que era Donald Trump días antes de que le dispararan.
Los creadores de «tradwife» (no ha sido Roro), dicen que la protagonista quiere que las mujeres vuelvan a las labores del hogar y que luzcan impecables en la apariencia. Una interpretación enrevesada de unos simples vídeos de TikTok que no les gustan a los totalitarios que decretan cómo ha de ser la sociedad y cómo han de vivir los hombres. En este caso es la subdivisión del feminismo ideológico al que se le han roto todos los jarrones.
El cuento de la criada
Lo mejor de todo (lo peor para muchos), es que Roro es un personaje creado para ganar seguidores, visitas, como cualquier youtuber, influencer o como se le quiera llamar. Antes la ideología se expresaba a partir de los libros y ahora incluso a partir de unos vídeos culinarios con atrezo en TikTok. La distopía se cuenta sola, porque el wokismo vigila cualquier fallo en sus medios habituales, donde todo es permitido y nada es censurado, salvo contadas cuestiones, como esta, estudiada hasta el delirio por el psicoanalismo progresista, que ve «ultraconservadurismo» en la decisión libre de una mujer libre.
Si estoy haciendo esto es porque me encanta cocinar y bromeo mucho con que Pablo me pide cosas para tener la excusa de cocinarlas
Las universidades de hoy, controladas por la ideología, se han puesto a analizar el caso para darle la pátina «académica» que lo «cancele». Todo en la dirección de definir una decisión personal en un comportamiento socialmente inadecuado y proscrito. El cuento de la criada es el de Caperucita en comparación a este. La misma Roro ha dicho que ni siquiera cocina para su novio, sino porque le gusta: fin del debate. Pero el fin del debate no termina hasta que lo diga quien lo tiene que decir: «Yo obviamente no estoy ahí para servir a Pablo, si estoy haciendo esto es porque me encanta cocinar y bromeo mucho con que Pablo me pide cosas para tener la excusa de cocinarlas y que luego las disfrutemos los dos».
Hay debate con la curiosidad, pero el wokismo, el progresismo del XXI, ve un monstruo. No hay monstruo en cientos de mujeres haciendo coreografías de baile con canciones en las que se señalaba al hombre, en general, como culpable, pero sí en la idea de una mujer que con visión ha decidido hacer deliciosas recetas y publicarlas en vídeo.
La Federación de Mujeres jóvenes, que ha recibido 1 millón de euros en subvenciones públicas, ha sido una de las encargadas en desarrollar la teoría de las «tradwives» con frases como estas: «Este movimiento Tradwives promueve la idea de que el rol de la mujer debe centrarse en las tareas del hogar, cocinar para su marido y estar siempre bien arreglada para recibirle. Así pretenden devolvernos a los roles tradicionales de género y a una vida exclusivamente doméstica». El sectarismo «gubernamental» y el totalitarismo feminista radical por los que unas mujeres les dicen a otras cómo deben comportarse en el XXI.