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Corriendo por la playa (1908) de Joaquín Sorolla

Corriendo por la playa (1908) de Joaquín Sorolla

¿Cómo es la letra de una persona feliz?

Uno de los máximos anhelos de la humanidad, si no el mayor, es alcanzar la felicidad ¿Puede descubrirse a una persona feliz por su escritura?

La felicidad la buscan los hombres de modo instintivo y los filósofos de modo teórico para hacerla realidad. La felicidad es el anhelo convertido en teoría, en sueño. En búsqueda incesante e inconsciente. La felicidad es El Dorado, el Santo Cáliz incluso de los no creyentes, como reflejó de forma espectacular Steven Spielberg en La Última Cruzada de Indiana Jones. Todo el mundo quiere ser feliz.

Sócrates creía que la única felicidad es hacer el bien. Platón y Aristóteles apostaban porque todo depende de nosotros mismos. Kant directamente no creía en la felicidad, sino que la consideraba un ideal de la imaginación. Santo Tomás decía que todo era Dios. Pero más allá de filosofías o de pensamientos, la realidad nos muestra imágenes, gestos, que pueden representar la felicidad en una persona.

Una de estas oportunidades es la grafología, sin que esta sea la ciencia definitiva que lo demuestre. Los rasgos de la escritura de una persona feliz tienen el aspecto de una ventana abierta a un día radiante: claridad de sol y adornos en los marcos (quien dibuja un corazón, por ejemplo, en vez del punto en la «i»). Bien legible, sin junturas, redonda, ni grande, ni pequeña. Vertical o ligeramente inclinada a la derecha. Bien unida o ligada.

Una persona feliz escribe con agilidad y lo refleja en el resultado: los trazos gráciles, casi atléticos. Una escritura que a veces se eleva sin romper la armonía, que parece espontánea y que se diferencia, pero sin rupturas, como música, con cadencia, larga y no dubitativa, no cortante y sin aristas, que se expande sin limitaciones como si el papel no fuera papel sino el universo.

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