Tres ejemplos delirantes de la autocensura «woke» de Disney, con Palestina en medio del beso de Blancanieves
Blancanieves, de actualidad ante su inminente estreno lleno de polémica pasada y actual por sus contenidos y por las declaraciones ideológicas de su protagonista, se suma a Peter Pan o a El libro de la Selva
Blancanieves está de actualidad por el próximo lanzamiento de su nueva versión y por su nueva protagonista, la actriz Rachel Zegler, quien ya en su día dijo de su personaje que en la versión original de animación de 1937 se las ve «literalmente con un chico que la acosa». Este es un ejemplo del delirio que proviene de los intérpretes, pero también y, sobre todo, de los responsables de una empresa invadida por la ideología «woke» hasta límites tan absurdos como aberrantes.
La propia Rachel Zegler ha vuelto a dar la nota durante la promoción de la película al lanzar mensajes políticos e ideológicos en sus redes sociales. La actriz agradecía en X las visualizaciones del tráiler de Blancanieves y al final, en otro mensaje, añadía: «Y recordad siempre: Palestina libre».
La polémica vino aumentada porque su compañera de reparto Gal Gadot, que interpreta a la Reina malvada, es israelí y abierta defensora de su causa. Blancanieves llega al rojo vivo por la versión cuestionada (ni siquiera Blancanieves tiene la piel blanca como la nieve pues Zegler es de tez morena, un caso igual al de La Sirenita de raza negra) y también por, vistos los antecedentes, saber cuál será el resultado final.
Incluido el beso del príncipe mientras la protagonista está inconsciente por la maldición de la bruja, que ya en 2021 fue criticado y fue intentado censurar por ser un beso no consentido: el colmo de la estupidez, entre otras cosas porque Blancanieves, un personaje de ficción, no existe. Es como si censuran a Superman por volar y promover con ello que los niños se lancen al vacío para imitarle.
'El libro de la selva': «caricatura racista»
El delirio absoluto que no empezó ahí, aunque de momento sí ahí está terminando. Hace unos días Disney eliminó al personaje Labios de Hígado McGrowl de sus parques temáticos después de medio siglo por considerar sus nombre «despectivo y ofensivo». Pero ya antes había censurado su Peter Pan por considerar «pieles rojas» un insulto racista: «una forma de burla y apropiación de la cultura y las imágenes de los pueblos nativos».
También en Dumbo cuestionaron «las voces negras exageradamente estereotipadas», como la figura de Rey Louie de El libro de la selva: una «caricatura racista de afroamericanos». No son las únicas censuras en el movimiento de placas tectónicas ideológicas que se da en la compañía desde hace años.
Un movimiento que ha causado pérdidas millonarias por el desinterés del público, con reconocimientos expresos y surrealistas de sus propios responsables de querer introducir consignas ideológicas en todas sus producciones, lo que ha provocado una especie de reconocimiento del error en su CEO, quien ya avisó de un regreso a las esencias.
Un regreso que de momento en Blancanieves, el inminente último estreno, no está presente a la espera, entre otras cosas, de qué pasará con el beso del príncipe. ¿Se despertará milagrosamente y «empoderada» la protagonista justo antes de que el príncipe la toque, o quizá aparezcan los enanitos con pancartas de «solo sí es sí»?