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Detalle de la fotografía de Winston Churchill, El león rugiente

Detalle de la fotografía de Winston Churchill, El león rugiente

Recuperan la gran foto de Churchill cuya copia dejada por el ladrón en el marco nadie advirtió durante meses

Un empleado del hotel de lujo Fairmont Chateau Laurier de Ottawa se dio cuenta de que algo ocurría con la imagen. La policía certificó después que había sido sustraída y sustituida por una copia en enero de 2022

La robaron en enero de 2022 y nadie se dio cuenta hasta agosto del mismo año de que la fotografía original de Winston Churchill realizada en 1941 y que lucía en las paredes del lujoso hotel canadiense Fairmont Chateau Laurier de Ottawa era una copia.

Fue un empleado de establecimiento quien observó algo extraño en la imagen y avisó a los responsables. La policía posteriormente certificó que la fotografía era una copia y que el original había sido robado. Habían pasado 6 meses desde la sustracción, tiempo en el cual el exprimer ministro británico miraba al objetivo en un daguerrotipo copiado que nadie había advertido.

'El león rugiente'

La fotografía pertenecía a la colección del fotógrafo Yousef Karsh, quien vivió en el hotel durante 20 años. Aquel león rugiente, nombre de la foto mítica, en realidad era un impostor puesto allí por el ladrón. Las investigaciones llevaron hasta una casa de subastas a la que la fotografía había sido vendida, quien a su vez la había vendido a un comprador italiano.

Ninguno de los dos adquirientes sabía que la foto era robada. Después de más de dos años, un hombre de Ottawa de 43 años fue detenido el pasado abril tras largas y enrevesadas pesquisas. El último «propietario», residente en Génova, se ha mostrado dispuesto a entregar la fotografía que volverá a ser expuesta en el hotel Fairmont con su ya importante fama natural acrecentada por el extraordinario robo.

Breve historia de una gran foto:

Cuentan que aquel día Winston Churchill estaba cansado. Eran los días de la entrada en la Guerra de Estados Unidos contra Alemania y Japón. Churchill había dado un gran discurso, pero había sufrido un amago de infarto. Necesitaba descansar, cuando se encontró con que iban a hacerle una foto. Una foto que el joven fotógrafo Yousef Karsh había estado preparando como una obra de arte para la posteridad.

​Cuando Churchill entró en la sala para descansar se encontró con toda la parafernalia de las cámaras preparadas para retratarle. Se sirvió un whisky y se encendió un puro y le dijo al retratista a regañadientes que solo tenía unos minutos. Cuando el primer ministro británico se sentó en el sillón, el fotógrafo le pidió que apartara el puro, pero Churchill se negó. Entonces Karsh, armándose de valor, después de pedirle perdón, le quitó el cigarro con sus propias manos.

​La mirada de cólera que el protagonista le dedicó fue lo que inmortalizó el intrépido Karsh logrando el objetivo de captar la esencia más personal del personaje: el león rugiente. Dicen que después Churchill, admirado por el valor del fotógrafo, le dijo que podía hacerle otra fotografía y este se la hizo, pero esa ya es otra historia menos interesante.
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