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Andrés Amorós
Crónica deAndrés AmorósMadrid

Sin casta brava, emoción imposible

Sólo Tomás Rufo, en el último, maquilla un poco una tarde de sopor absoluto por la falta de casta de los toros de El Puerto de San Lorenzo, La Ventana del Puerto y Juan Pedro Domecq

Actualizada 21:34

La Plaza de las Ventas, durante la lidia del sexto toro de la tarde, que dio la vuelta al ruedo

La Plaza de las Ventas, durante la lidia del sexto toro de la tarde, en el que Tomás Rufo dio la vuelta al ruedoEFE

La Feria de Otoño llega ahora a su meollo: este fin de semana, tres corridas de toros con figuras. Lógicamente, crece la expectación y aumenta la entrada: casi lleno, 21.000 espectadores, esta tarde.

En Las Ventas, los toros salmantinos del Puerto de San Lorenzo plantean un enigma: ¿saldrán suaves y manejables, propicios para el éxito, o demasiado flojos, para las exigencias de esta afición? Las dos cosas las hemos vivido aquí. Esta vez, por desgracia, sucede lo segundo: toros sin casta brava, sin emoción alguna. En una tarde espléndida, el personal dormita o habla de sus cosas: lamentablemente, hay tantas cosas para comentar, en la España de Pedro Sánchez, Urtasun y Óscar Puente

Sea por secuelas físicas o por lo que sea, la temporada de José María Manzanares está siendo sólo discreta, inferior a lo que cabe esperar de él. Remontó con una gran tarde en Murcia pero no estuvo bien en la sevillana Feria de San Miguel. La irregularidad de su espada, antes infalible, es un síntoma claro.

Recibe con suaves lances al primero, bien armado, de nombre Cubatisto, como el que hirió mortalmente a Manolo Montoliu, que acude al caballo pero sale de naja. Se luce con los palos Diego Vicente. En la muleta, el toro humilla, mete bien la cabeza, le permite a Manzanares trazar algunos solemnes muletazos pero le afean la colocación, fuera de cacho, sin estrecharse. Pronto, desiste. Entra a matar mal tres veces, antes de la estocada. Ha dado la impresión de escasa ambición.

José María Manzanares, con el primero de su lote este viernes

José María Manzanares, con el primero de su lote este viernesEFE

El cuarto, de La Ventana (encaste Domecq) sale huyendo del caballo. Cumple bien Trujillo, con los palos. El correcto trasteo de Manzanares dice muy poquito, por las evidentes carencias del toro. Tampoco el diestro parece poner el alma en el empeño. En estos casos, los revisteros decían: «Nada entre dos platos». Y pincha muy bajo, antes de la estocada: ¿qué le pasa ahora a Manzanares con la espada? No sé la causa pero el resultado –y el síntoma– es evidente.

El valenciano Román ha dado el paso adelante que necesitaba esta temporada, desde que mató seis toros en su tierra. También ha demostrado que puede con corridas duras.

El segundo toro pesa más de cien kilos más que el primero, se llama Cubilón, como otro, enorme, al que hizo una gran faena Enrique Ponce. Este toro no se emplea en el capote, quiere irse, le pegan poco. Lo llama varias veces Román desde el platillo, dándole mucha distancia. El toro acude, con bondad, pero quiere irse a tablas. Cuando lo sujeta, con derechazos de mano baja, logra pases lucidos. Toda la faena es un intento de que el toro no se desentienda y huya. Por eso, el voluntarioso trasteo queda a medias. Mata de media perpendicular. Con tantas huidas del toro, ha dado tiempo a que suene un aviso.

En el quinto, también de La Ventana, Román se esfuerza por agradar pero, con un toro tan justo de casta, es un empeño imposible. El toro acude a los engaños con trote cochinero, ritmo cansino y fuerzas justas. Lo brinda Román, no sé qué posibilidades ha visto en él: es otra birria, como sus hermanos. Muestra el diestro su voluntad, se justifica, nada más. Mata pronto pero no bien: media atravesada y desprendida. Le aplauden porque acierta en el primer descabello: así estamos...

Tomás Rufo es uno de los jóvenes que me parece mejor dotado. Lo he visto francamente bien este verano y acaba de triunfar al matar por primera vez seis toros, en Talavera, su tierra. Creo que las empresas no le están tratando como merece. Su primera temporada como matador fue difícil de igualar, con triunfos en todos los cosos. Luego, bajó un poco: es lógico, por su juventud. Me parece que le falta dar un golpe rotundo en Madrid o en Sevilla para situarse entre las figuras.

Román, de amatista y azabache, con la muleta ante su segundo toro

Román, de amatista y azabache, con la muleta ante su segundo toroEFE

Devuelto el muy manso tercero, que además pisa mal, se va él solo para dentro: sale un sobrero de Juan Pedro, cinqueño. Embiste de otra forma pero tiene las fuerzas justas, apenas cumple en el caballo. Se luce con los palos Fernando Sánchez, como tantas tardes. Después de comenzar de rodillas, como suele, traza Rufo algunos buenos muletazos pero el toro protesta, se para, dice muy poquito: le falta casta. El correcto trasteo no cuaja. La espada queda caída.

Dibuja buenas verónicas en el último, que sale dormidito y flaquea. En el platillo, conduce las bondadosas embestidas con temple, hasta lograr un circular, en medio de una fuerte división de opiniones. Muestra su buen estilo pero le falta toro. Parte del público se hace la ilusión de que, con esta faena, ya ha valido la pena acudir a esta corrida. Si se contentan con eso, la culpa también es suya... Mata pronto: petición y vuelta al ruedo.

Tomás Rufo con el capote ante ese sexto toro que ha ofrecido algo más que sus hermanos

Tomás Rufo con el capote ante ese sexto toro que ha ofrecido algo más que sus hermanosEFE

Conclusión: desastre total. Estoy cansado de escuchar que, ahora, salen los toros más bravos que nunca. Alguna vez, así es (los dos de Victoriano de Sevilla, por ejemplo). Otras muchas tardes, nada de eso. Buscando la comodidad, la toreabilidad (ese camelo, como si habláramos de la «jamoneidad» del jamón) se cae en el descaste, la falta de bravura y de fuerza, el aburrimiento. No va a acabar con la Tauromaquia el sectario Urtasun, el riesgo está dentro. Mi amigo Pepe, que lleva muchos años viendo toros, harto de aburrirse, sentencia: «Se cargan la Fiesta los ganaderos». (Y él es amigo de varios). Matizo yo: y las figuras, que exigen esos toros. Y los empresarios, que los compran. Y el público, que los tolera…

Los ganaderos necesitan vender sus toros, hacen la selección pensando en las figuras. Las figuras se abonan a la comodidad: cuantos menos problemas plantee un toro, ¡mejor! Si el animal no sirve, ponen gesto de resignación y, ¡hasta la próxima! Pero mantener el punto justo de equilibrio es muy difícil: normalmente, se suele caer en la sosería, la falta de casta, la flojera, la ausencia de emoción, el aburrimiento…

Es decir, lo que hemos sufrido esta tarde: todo lo contrario de lo que tiene que ser una fiesta «hermosa» y «bravía», como definió don Manuel Machado.

FICHA

  • Madrid. Feria de Otoño. Plaza de Toros de Las Ventas. Entrada: Casi lleno. 21.000 espectadores
  • Toros de El Puerto de San Lorenzo. Cuarto y Quinto, de La Ventana del Puerto. Tercero, sobrero de Juan Pedro Domecq. Todos, con muy poca casta, fuerza y emoción.
  • JOSÉ MARÍA MANZANARES, de rioja y oro, tres pinchazos y estocada (silencio). En el cuarto, pinchazo muy bajo y estocada corta (algunos pitos).
  • ROMÁN, de amatista y azabache, media perpendicular y dos descabellos (saludos). En el quinto, media atravesada y caída y descabello (silencio).
  • TOMÁS RUFO, de grana y oro, estocada caída (palmas). En el sexto, media y descabello (petición y vuelta).
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