Borja Jiménez pierde de nuevo el triunfo con la espada
Da muestras de su gran momento, en una encastada corrida de Victoriano del Río
Después del penoso espectáculo –aunque algunos profesionales lo canten– de los toros del Puerto de San Lorenzo, que aburrían a las ovejas, acudimos hoy a Las Ventas con la ilusión por un cartel bien pensado. Ante todo, en Sevilla, en San Miguel, lidió Victoriano del Río una corrida de una bravura fuera de lo común: ¿será capaz de repetir algo semejante? Por lo menos, sabemos que en esa ganadería queda casta brava. Con estos toros, se anuncia un mano a mano que sí tiene sentido (no como otros) y que promete rivalidad: como debe ser. Dos jóvenes que se arriman como locos, para abrirse camino, Fernando Adrián y Borja Jiménez. No son exquisitos, no paran los relojes ni suscitan textos místicos, pero se entregan por completo. De este tipo de toreros se decía antes que venían con la hierba en la boca. El aficionado sabe verlo y lo agradece. Por eso, recibe a los dos con una ovación.
Para bien y para mal, la historia se repite: Victoriano del Río lidia dos toros excelentes, los dos primeros, igual que en Sevilla; luego, tercero y cuarto son deslucidos; quinto y sexto, manejables. Borja Jiménez logra una faena importante: tenía al exigente público madrileño metido en el bolsillo pero pincha, de nuevo. Ha acudido a portagayola en sus tres toros; no ha perdonado ni un quite; ha mostrado una entrega total, junto a una buena técnica y avances artísticos… salvo con la espada. Fernando Adrián no logra repetir esta vez sus triunfos.
Algunos le regatean méritos a Adrián pero ahí está su estadística de haber encadenado una serie de salidas por la Puerta Grande de muchas Plazas, incluida Las Ventas. Eso impresiona y merece un respeto. No cabe duda de que tiene oficio, valor y una espada segura. Procuremos verlo –como a todos los toreros– sin prejuicios.
Acude a portagayola en el primero y enlaza con faroles de rodillas, en el tercio. El toro empuja bien en la primera vara, miden el castigo. Replica Borja por chicuelinas muy ceñidas. Repite incansable la res, se quiere comer la muleta, no le deja respirar (antes decían: «se le quiere subir a la chepa»). Los muletazos, desiguales, tienen vibración. Lo mejor, una serie por la derecha, de mano baja; otras veces, el bravo toro casi lo desarbola. La estocada cae baja. Los aficionados más duros se han puesto de parte del toro, muy exigente, que recibe una fuerte ovación. ¡Qué diferencia con los del día anterior!
Flaquea el tercero, se va del caballo y apenas lo pican. No perdona Borja el quite por verónicas. Muy bien Curro Javier en banderillas, como siempre. El toro muge continuamente, se queda corto, es pegajoso, pone al diestro en apuros. Adrián aguanta, resuelve la papeleta con oficio pero sin brillo. Deja con facilidad una buena estocada y el toro, herido de muerte, reacciona dando brincos.
La tarde se ha venido un poco abajo después del cuarto. Tras el quite de Borja, el toro se desploma. Lidia primorosamente Curro Javier. Brinda Fernando al público, llama al toro desde el centro, de rodillas; después de dos pases cambiados, es prendido sin consecuencias, en el sexto muletazo. No regatea esfuerzos, corre bien la mano en algunos derechazos; al natural, sufre una nueva voltereta. No cuaja la faena pero se justifica con valor. Asusta al personal con las bernadinas cambiadas, que algunos pitan (veremos si son tan exigentes con las figuras, el domingo). Mata regular y saluda.
Borja Jiménez, por su parte, es uno de los grandes protagonistas de esta temporada: ha dado la cara en todas las Plazas, se ha convertido en una nueva figura. Baste con mencionar cómo conquistó en las Corridas Generales de Bilbao, donde vuelve ahora para matar seis toros, en el Festival del Club Taurino.
También acude Borja a portagayola en el segundo de la tarde, levantado de pitones, astifino. (Como es ahora moda, se sitúa casi en el centro: me parece discutible, le da más tiempo al toro para enterarse). Enlaza con vibrantes verónicas. En la segunda vara, lo deja lejos y acude galopando: buen puyazo de Tito. Comienza Borja sentado en el estribo, una estampa clásica. Mejoran los muletazos mandones, rodilla en tierra. En seguida, se lo enrosca a la cintura, muy en corto, porque el toro flaquea y protesta. Una labor técnica y valiente, dentro de lo que el toro ha permitido. Sube la temperatura al final, con estupendos ayudados, rodilla en tierra, tan del gusto de Madrid. Entrando de lejos, como siempre, pincha: ¡qué lástima! Ha perdido el seguro trofeo. A la segunda, logra la estocada. Ovacionan al toro y el diestro da la vuelta al ruedo.
Vuelve a portagayola en el cuarto, que hace una salida fea (¿cómo va a ser bonito si se llama Impuesto?) y enlaza con chicuelinas. Por bajo, le enseña a embestir y torea de rodillas. El toro es complicado, protesta, dando cabezazos: Borja le saca muletazos aceptables por los dos lados pero un par de desarmes deslucen todo. Intenta matar aprovechando el viaje del toro sin éxito, antes de la estocada corta.
Por tercera vez acude a portagayola en el sexto, que sale suelto. Mueve bien el caballo y logra dos excelentes puyazos Manuel Jesús Espartaco, muy aplaudido. (Todo queda en Espartinas). Comienza agarrado a la barrera, como suele. Aquí, le valoran más lo que hace luego: lidia por bajo, se mete en el terreno del toro, liga derechazos mandones, suaves, muy en el estilo de Espartaco. Al natural, el toro va peor. Una faena meritoria, que vuelve a estropear con la espada, trasera y caída.
Lamento ser tan repetitivo: entrando a matar desde tan lejos, es muy difícil que la espada quede en el sitio adecuado. Aunque el diestro se pegue una carrerita, da tiempo a que el toro levante la cabeza y se tape: es muy probable pinchar, o que el estoque quede tendido, trasero y caído. Suelen excusarse los profesionales con el latiguillo de que cada diestro debe matar de la forma y a la distancia que él lo vea claro. De acuerdo, pero… si se respeta la técnica clásica, «en corto y por derecho», es mucho más probable que el resultado sea mejor. En arte –y el toreo lo es, sin duda alguna– no todo vale igual.
Con el esfuerzo importante que está realizando Borja Jiménez para colocarse entre las figuras, es una pena que el mal uso de la espada le haya privado de triunfos tan importantes como los de Sevilla y Madrid. Está acabando ya la temporada. Espero que, en el invierno, Borja reflexione, escuche consejos y practique mucho con el carretón. Lo necesita.
FICHA
- Madrid. Plaza de Toros de Las Ventas. Feria de Otoño. Entrada: 21.412 espectadores.
- Toros de Victoriano del Río, encastados, de juego variado. Muy buenos, primero y segundo; complicados, tercero y cuarto; manejables, quinto y sexto.
- FERNANDO ADRIÁN, de rioja y oro, estocada caída (silencio). En el tercero, buena estocada (silencio). En el quinto, estocada corta y dos descabellos (aviso, saludos).
- BORJA JIMÉNEZ, de blanco y oro, con cabos negros, pinchazo y estocada (aviso, vuelta al ruedo). En el cuarto, pinchazo, estocada corta y tres descabellos (aviso, silencio). En el sexto, estocada trasera y caída (ovación de despedida).