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Ana Cemborain y Cristina Blanco

Ana Cemborain y Cristina Blanco durante la entrevistaPaula Argüelles

Entrevista a Ana Cemborain y Cristina Blanco, escritoras

«A la gente le gusta el libro físico: lo quiere en su casa, de recuerdo y como regalo especial»

Ana Cemborain y Cristina Blanco Vázquez, autoras de Atentamente, Lizzy, reflexionan en El Debate de literatura, la importancia de los personajes femeninos y del valor del libro

Hay ocasiones en que la literatura desencadena una auténtica pasión en el lector, una tormenta interior que le lleva a formar parte de los libros que lee, cuyas historias y personajes pasan a constituir una parte importante de su vivencia personal.

Es lo que les sucede a las escritoras Ana Cemborain y Cristina Blanco Vázquez, que además es redactora del diario El Debate. En su caso, ambas tienen la suerte de contar con el recurso de la escritura como válvula de escape que les permite dar una salida a esa pasión por la literatura.

Ambas autoras han plasmado en su último libro, Atentamente, Lizzy (Ciudadela), ilustrado por Verónica Sánchez (Ambarai), su pasión por la literatura y, en particular, por sus personajes. En este caso, por sus personajes femeninos.

Atentamente, Lizzy recoge la correspondencia inédita de personajes como Miss Havisham, Natasha Rostova, Elizabeth Bennet, Éponine, Ofelia o Scarlett O’Hara, protagonistas de algunas de las más grandes novelas de la historia de la literatura: Los miserables, Orgullo y Prejuicio, Guerra y Paz…

Ana y Cristina se han metido en la piel, en la cabeza y en el alma de todas ellas para escribir de su pluma las cartas que nadie hasta ahora ha leído de 10 personajes femeninos esenciales de la literatura universal.

–Este libro es un homenaje a la literatura y a sus personajes femeninos. ¿Cómo surge la idea del libro?

–Cristina: surge un poco por consecuencia de lo anterior. En 2021 sacamos Más allá de Austen (Ciudadela), que también es un libro ilustrado, como este, en el que recopilábamos diez biografías sobre escritoras que habían cambiado el mundo de la literatura cuando no era posible para ellas dedicarse a un oficio como este: Jane Austen, Frances Hodgson Burnett o Louisa May Alcott. Y este sigue un poco esa estela, pero en lugar de centrarse en escritoras, nos centramos en personajes literarios que se han convertido en mitos femeninos de la literatura.

–Ana: Lo que nos proponía la editorial era una continuación y para nosotras el hilo conductor está en Jane Austen. De ahí que, por ejemplo, en la cubierta se haya reflejado Elizabeth Bennett, porque nosotras, en su momento tanto con Jane Austen y aquí con Elizabeth, lo que queremos es de ahí sacar un grupo, un, como lo llama Cris, una sociedad, en aquel caso fue de autoras y en este de personajes femeninos, que se relacionen y que creemos que a todos los lectores nos puede llegar a gustar e incluso descubrir algunos afines.

–Optáis por el género epistolar, un género literario difícil. ¿Cómo os habéis manejado?

–Cristina: Al principio, la verdad, fue todo un reto. Queríamos cambiar un poco con respecto al primer libro, que era más biografía. Queríamos hacerlo mucho más literario y pensamos que la mejor forma de hacerlo —también para conocer un poco más los personajes en los que nos centrábamos— era escribir desde su propia voz una carta a otro personaje del libro. La parte más difícil ha sido escoger cuál es el momento en el que nos centrábamos en la carta para poder desarrollarla y, sobre todo, condensar todo el universo del libro en tan pocas páginas. Porque al final son universos muy difíciles, muy complejos, muy completos. Reunirlos en cuatro o cinco hojas ha sido la parte más complicada.

Cubierta del libro

Cubierta del libroCiudadela

–Ana: Realmente, al final, como dice Cris, es un capítulo, una carta relativamente corta, y no puedes dar por hecho ciertos aspectos que el lector puede no conocer. A lo mejor, la que conoce perfectamente Orgullo y Prejuicio, no hace falta que la centres en la historia de Elizabeth Bennett, pero en el capítulo siguiente, si tú no das un contexto general del libro, del personaje, se puede llegar a perder. Eso también suponía un reto a la hora de meterlo literariamente sin que estropease la narración.

–Cristina: Había que conjugar ese gusto por el detalle que nosotras, la verdad, cuidamos mucho, y luego también contextualizar mucho la obra para todos aquellos que la conozcan un poco menos y que se quieran acercar a ella una vez que hayan leído nuestro capítulo.

–¿Qué hay de Ana y qué de Cristina en el libro?

–Ana: Los que nos conocen mucho y ven el libro dice que somos nosotras, somos muy parecidas. En esencia, el libro nos representa por completo, tanto para los personajes que hemos incluido como la estética. Y en el fondo también un poco la literatura. Siempre digo que los capítulos largos son de Cris porque tiene tendencia a enrollarse y yo a quedarme corta. Fácilmente identificable. En general resulta bastante fácil, cuando tienes una sintonía tan grande como tenemos nosotras escribir. Es que lo disfrutamos porque, por ejemplo, yo soy muy de decir ochenta cosas a la vez y Cris es la que recoge, apunta…, es la que organiza. O sea, tenemos una combinación ahí del caos creativo-organizativo, muy bien pensado.

–Cristina: A la hora de trabajar la verdad es que es muy fácil, por el hecho de conocernos desde hace muchos años. Somos amigas también fuera del trabajo y sabemos cómo trabaja la una, cómo trabaja la otra y podemos encontrar esa complicidad a la hora de escribir. Al fin y al cabo, también sabemos lo que nos gusta, somos muy parecidas en ese sentido, los personajes que hemos elegido son nuestros favoritos desde que éramos pequeñas. Las ilustraciones también van muy en sintonía con nosotras. O sea, hemos formado parte de todo el proceso desde el principio.

Cristina Blanco Ana Cemborain

Cristina Blanco Vázquez y Ana CemborainPaula Argüelles

–Para redactar las cartas os habéis tenido que empapar de los personajes, meteros en su piel, asumir su papel, tal vez su personalidad. ¿Qué tal la experiencia?

–Cristina: A mí, la verdad, es que me ha encantado. Son libros, eso sí que ya conocíamos, en su mayoría. La mayor parte los hemos tenido que releer para empaparnos aún más de los personajes, sobre todo de la personalidad de cada uno de ellos. Y una vez que te lees los libros otra vez, te da muchísima pena despedirte de cada personaje. Estás enfrascada tanto en escribir y en formar parte de ese universo que una vez te despides de él te da muchísima pena. Me da la misma pena despedirme de Ofelia, a pesar de que en Hamlet apenas tiene hojas, que de Wendy con Peter Pan, que de las mil y pico que ocupa Lo que el viento se llevó o Guerra y paz.

–Ana: A mí me ha hecho gracia la repartición, cómo han caído los personajes, porque a Cris le han tocado personajes de libros muy, muy extensos. En cambio yo, por ejemplo, me he encontrado con Sherezade de la que casi no se dice nada. Yo creía que lo iba a pasar peor, porque me encuentro con una mujer a la que realmente se describe vagamente en un capítulo y luego son seis tomos de historias que no tienen ninguna relación, que no me dan aspectos de ella como personaje. Entonces, el hecho de buscarla en diferentes aspectos culturales, no solo en Las mil y una noches, sino en Aladdín… Son personajes que se han representado de distintos formatos y cuando me quedaba escasa buscaba más allá: Qué me atraía a mí de ese personaje. ¿Se ha hecho una canción sobre ella? ¿Se ha hecho otro texto sobre ella? Al final, eso ha implicado que le pusiese más imaginación o que incluso volcarse más aspectos míos. Me gustaba, en ese sentido, darle un poco más de mi personalidad al capítulo.

–De los 10 personajes femeninos, ¿con cuál os quedáis y por qué?

–Ana: Yo de Cris reconozco que cuando me leí el de Wendy me emocioné bastante, porque es una historia que, desde que era niña, siempre me ha generado mucha nostalgia, la despedida con Peter Pan… Creo que es uno de los aspectos en los que tenemos mucho en común, que nos gusta de lo que escribimos, que lo hablamos un montón... Yo siempre le decía (a Cristina): «Tú tienes que hacer de Wendy, te pareces a Wendy», y cuando lo leí la verdad es que me emocionó mucho, y creo que ese es uno de sus valores: me ha hecho conectar con todas las historias relacionadas con Wendy y con Peter Pan.

–Cristina: Yo en el caso de Ana me quedo con Miss Havisham. Creo que fue un acierto el hecho de que se centrase en su «yo» del pasado a la hora de escribir esa carta y, sobre todo, en cómo refleja esa nostalgia por un futuro que no ha llegado a vivir. Se ha quedado aterida en el tiempo, en un pasado que no es capaz de dejar ir. Creo que lo refleja muy bien.

–Ana: Luego también está el suyo de Ofelia, que fue el primero que hizo, y que (después de leerlo) yo me planteé: “Bueno, pues ya no le enseño los míos, porque meterse la voz de Ofelia, de un Shakespeare, da un poco de miedito y creo que lo ha bordado con creces.

–Cristina: Es mi personaje favorito, con diferencia. Creo que es una maravilla. Y eso que aparece en muy pocas páginas de Shakespeare. Habla muy poco, pero, sin embargo, creo que es un personaje muy poco explorado y, a la vez, muy explorado, porque se han hecho escritos, películas, guiones, cuadros sobre ella, pero, sin embargo, en el libro apenas se trata y creo que esconde muchísimo más de lo que se muestra. Además, toda la simbología que se incluye en el libro, que son las flores, es maravillosa. En el capítulo quería reflejar esa despedida a Hamlet como víctima de un amor que no ha sido capaz de llegar a disfrutar, y que ha sido por culpa de él.

Cristina Blanco Ana Cemborain

Cristina Blanco Vázquez y Ana Cemborain son periodistas y escritoras

–Diez es un número redondo, pero si en vez de diez fueran once, ¿a quién habríais añadido?

–Ana: Yo siempre digo que mis personajes favoritos son Anne Shirley (Ana de las Tejas Verdes) y seguramente Jo March (Mujercitas), pero no las hemos rescatado en este porque ya gastamos un poco el cartucho en el anterior. Pero son dos personajes que me encantan porque, además, les encanta la literatura y creo que es algo que me atrae mucho de ellas, y no me habría importado para nada meterme en su piel. Creo que, sobre todo, el de en Shirley habría sido superdivertido, con su voz repipi, su manera de pensar totalmente en las nubes... Lo habría disfrutado.

–Cristina: A la hora de escoger los diez personajes lo tuvimos bastante difícil, porque queríamos representar tanto esos mitos universales, como son a lo mejor Elizabeth Bennet o Scarlett O'Hara, e incluir a la vez otros más desconocidos como La Princesa de la Luna, María Merryweather. En mi caso, yo si tuviera que elegir a uno más seguiría por esa vía shakesperiana con otros personajes como Ofelia, e incluiría a Julieta Capuleto. Es también de mis favoritos.

–El libro está muy bien editado, se nota que no solo amáis la literatura, sino también el libro como objeto. En un momento en el que cada vez se extienden más los formatos digitales o las sencillas ediciones de bolsillo, ¿os sentís que vais a contracorriente?

–Ana: Para nada. Le has preguntado a dos personas que su plan de los sábados es tomarse un café e ir a una librería. Yo me he llegado a comprar libros solo por la cubierta y trabajando en ello, acudiendo simplemente a una feria del libro como hemos estado nosotras, tanto vendiendo como firmando, a la gente le gusta el libro, le gusta el formato, lo quiere en su casa, lo quiere de recuerdo, lo quiere de regalo especial.

–Cristina: Ana trabaja en una editorial, yo he trabajado también varios años en una editorial, y las dos sabemos el mimo que se puede poner a la hora de hacer un libro. Y al fin y al cabo somos personas que nos compramos el mismo libro en distintas ediciones y en distintos idiomas porque nos gusta tener y acumular en nuestra librería, por gusto estético. Entonces, el hecho de poder reflejar todo ese mundo interior nuestro que nos gusta en un libro y plasmarlo, creo que le da un valor añadido a un producto que de por sí ya es único y más valioso, que es la propia literatura.

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