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La periodista Maruja Torres

La periodista Maruja Torres

La periodista Maruja Torres pone como ejemplo el fútbol femenino frente a Rafael Nadal

El argumento de la también escritora es que cien futbolistas femeninas han pedido a la FIFA que rompa el acuerdo de patrocinio de la petrolera Aramco

«Mira, Rafa Nadal : Más de un centenar de futbolistas se planta ante Arabia Saudí y pide a la FIFA que rompa el acuerdo de patrocinio con la petrolera Aramco». Estas son las palabras escritas en X por la periodista y escritora Maruja Torres.

La motivación de estas palabras es que jugadoras de fútbol pertenecientes a 24 países han enviado una carta al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, donde denuncian que el régimen saudí oprime a las mujeres y a la comunidad LGTBIQ+, además de que las actividades de compañía petrolera Aramco favorece el cambio climático.

Entre otros párrafos de la misiva, las futbolistas piden: «Evaluar las implicaciones éticas de futuros acuerdos de patrocinio y garantizar que estén en línea con los valores y objetivos (...) Merecemos mucho más de nuestro organismo rector que la alianza con este sponsor de pesadilla. ¿Cómo puede la FIFA justificar este patrocinio teniendo en cuenta las violaciones de los derechos humanos cometidas por las autoridades saudíes?».

Este es el tono del mensaje y de la noticia que Maruja Torres ha utilizado para atacar directa y expresamente a Rafael Nadal y no, por ejemplo, al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien no se inclina antes los Reyes de España, pero sí lo hace ante el príncipe Mohammed Bin Salman, como han recordado distintos mensajes de contestación a Torres en X.

Cualquiera diría que una parte interesada del fútbol femenino, con ínfimas cuotas de interés del público y una relevancia impostada, parece querer cobrar protagonismo más allá del deporte que practican por otras cuestiones que nada tienen que ver con el mismo, algo de lo que Maruja Torres se hace eco oponiendo con intransigencia y nulo acierto a una gran figura del deporte como Rafael Nadal, últimamente la fijación obsesiva y sectaria de algunos personajes de la izquierda.

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