La misteriosa relación de Fidel Castro y Hemingway, en quien el dictador comunista inspiró su guerrilla
Castro siempre mantuvo férreas reservas a la hora de hablar de su relación personal con el autor al que admiró siempre como tal, razón del enigma
Gabriel García Márquez, amigo personal de Fidel Castro, contó en aquel famoso prólogo a los cuentos de Hemingway, Mi Hemingway personal, que una de las veces que entró en el coche del dictador comunista se encontró en el asiento un libro de tapas rojas. Cuando el escritor preguntó qué era, Castro respondió: «Es el maestro Hemingway».
El escritor estadounidense vivió 20 años en Cuba, en su casa cerca de La Habana, llamada Finca Vigía. Un día se marchó de allí corriendo, sin saberse con seguridad por qué, dejándolo todo como si fuera a volver al día siguiente. Hoy es un museo donde todo permanece igual, como la misma La Habana, pero cuidado, limpio y restaurado.
Hemingway aún parece vivir en esa casa preservada como un tesoro, mientras la ciudad anclada en el tiempo ya se derrumba. El Nobel y Castro se conocieron el 15 de mayo de 1960, cuando Castro ganó un premio del Torneo Internacional de Pesca de la Aguja Ernest Hemingway. Hay una foto famosa que inmortalizó aquel momento.
Castro mantuvo férreas reservas a la hora de hablar de su relación personal con el autor al que admiró siempre como tal, razón del misterio. De la anécdota en el coche presidencial con García Márquez al hecho, contado por el mismo dictador, de que se inspiró en Por quien doblan las campanas como manual de guerrilla tras su desembarco en Sierra Maestra.
Distintas hipótesis se han sucedido a lo largo del tiempo. Unos dicen que la voluntad de Hemingway fue cederle su casa al gobierno cubano, aunque su marcha de improviso (como hacen en El Padrino el dictador Batista y Michael Corleone aquel año nuevo) sin llevarse nada, hace dudar de la veracidad de ese deseo. Hay quien dice que el escritor fue presionado por su país para que se marchara bajo la amenaza de declararlo traidor por simpatía al régimen comunista.
También se dice que tal simpatía ya no era la misma después de los días primeros y que en su testamento se la dejó a su última esposa, Mary Welsh. Castro dijo en una entrevista con el periodista Ignacio Ramonet: «El primer año de la revolución pude hablar con él en dos ocasiones, bastante brevemente». Unas declaraciones que indican que se conocían, pero sin ningún entusiasmo, ni mucho menos aquel que demostró el líder revolucionario en presencia de García Márquez.
«Yo sinceramente admiraba su sed de aventuras», dijo Castro en esa entrevista, sin aportar nada nuevo para el esclarecimiento de la verdadera naturaleza de su relación que guarda otro detalle secreto: «Al doctor Fidel Castro, que clave uno como este en el pozo de Cojímar. Con la amistad de Ernest Hemingway», es la dedicatoria de aquel encuentro que el dictador tuvo siempre enmarcada en su despacho del Palacio de la Revolución.
Lo cierto es que Hemingway salió de Cuba para siempre el 25 de julio de 1960, solo dos meses después de encontrarse por primera vez con Castro durante el segundo año de la revolución. Menos de un año después el autor de Fiesta se disparó con una escopeta en su casa de Ketchum, Idaho, en Estados Unidos.