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Representación del episodio de la Cena en la casa de los Duques de la segunda parte de El Quijote

Representación del episodio de la Cena en la casa de los Duques de la segunda parte de El QuijoteGTRES

Catalina, la esquiviana que enamoró a Cervantes

Catalina de Salazar, mujer culta y decidida, fue la inspiración clave para Cervantes y su obra inmortal, El Quijote

El pasado 21 de octubre, un hallazgo documental sacudía el mundo cervantino: la localización del segundo testamento de Catalina de Salazar, esposa de Miguel de Cervantes. Pero ¿quién era esta mujer que consiguió conquistar al Príncipe de las Letras?

Catalina de Salazar nació en el seno de una familia hidalga a finales de octubre de 1565 en Esquivias (Toledo). Recibió una rica educación de manos de su tío, el sacerdote Juan de Palacios. Gracias a ella, Catalina dominaba el uso del latín, la lectura y la escritura. Esto la convirtió en una mujer muy culta para la época.

1584 fue un año clave para ella. En febrero falleció su padre, por lo que su familia heredó una gran cantidad de deudas. Sin embargo, su vida cambió radicalmente en septiembre, cuando llegó a Esquivias Miguel de Cervantes. El escritor visitaba el lugar debido al requerimiento de una vecina de la localidad, viuda de un poeta amigo suyo recientemente fallecido, Juana Gaitán, quien quería publicar el Cancionero de su esposo póstumamente.

Es muy probable que Catalina y Cervantes se conocieran en alguna de las reuniones que Juana organizó para presentar al escritor a su círculo amistoso. Las aventuras que Cervantes había vivido durante la batalla de Lepanto, su estancia en Nápoles y su cautiverio en Argel, además de las conversaciones acerca de la publicación de la Galatea, llegaron al corazón de Catalina. Tras un breve romance, se desposaron el 12 de diciembre de 1584 en la iglesia de Santa María de Esquivias.

Sin embargo, la quietud y calma del lugar no apaciguaron el espíritu aventurero que siempre caracterizó a Cervantes. En abril de 1587 fue nombrado Comisario General de Abastos, por lo que tuvo que marcharse para llevar a cabo sus nuevas tareas. Mientras él recorría los caminos de Andalucía, Catalina decidió quedarse en Esquivias. Antes de partir, Cervantes le dio un poder para que ella pudiera administrar y disponer de la hacienda familiar durante su ausencia.

En los años consecutivos, Catalina tuvo que hacer frente a otros dos fallecimientos en su entorno: el de su madre Catalina en 1588 y el de su tío Juan en 1595. Estas defunciones supusieron un duro golpe para ella. Por otra parte, las visitas de Cervantes se iban espaciando cada vez más en el tiempo. En 1599, tras haber estado en la cárcel durante siete meses, regresó a Esquivias, donde se dedicó a la redacción de su nueva novela, El Quijote.

Poco después, el matrimonio se trasladó a vivir a Valladolid. En 1605 se publicó la primera parte de El Quijote, hecho que le supuso gran fama y reconocimiento a Cervantes. Más tarde se instalaron en Madrid, donde Catalina recibió en 1609 el hábito de la Orden Tercera de San Francisco, que también había tomado su esposo.

En 1615 salió a la luz la segunda parte de El Quijote y se comenzó a planear la del Persiles. Sin embargo, Cervantes se encontraba enfermo de hidropesía, lo que acabó debilitándolo hasta morir en 1616. Tras el fallecimiento de su marido, Catalina se encargó de la publicación de su obra póstuma y dedicó su vida a la gestión de las publicaciones de su esposo, que cada vez tenían más éxito. Diez días antes de fallecer, redactó su segundo testamento, en el que pidió ser enterrada en el Convento de las Trinitarias de Madrid junto a Cervantes «por el mucho amor que se tuvieron en vida». Falleció el 30 de octubre de 1626.

Todo escritor tiene sus musas, y Cervantes las encontró en la localidad natal de Catalina: Esquivias. Desde que el párroco Luis Zeldrán encontró en 1755 el acta de los desposorios de Cervantes y Catalina, muchos han sido los cervantistas que han sabido ver en esta población una de las inspiraciones más importantes para la obra cervantina. Entre ellos Francisco Rodríguez Marín o Luis Astrana Marín, quienes mantuvieron que el personaje de Don Quijote se inspira en Alonso Quijada de Salazar, quien había sido vecino de Esquivias y pariente lejano de Catalina.

Esta labor investigadora sigue en la actualidad. Destacan los hallazgos recientes llevados a cabo por el cervantista local Sabino de Diego, quien ha encontrado en los Archivos Parroquiales de Esquivias una gran cantidad de documentos relacionados con la vida de Cervantes, además de los nombres de diversos personajes que aparecen en El Quijote, como el caso de Sancho, el Morisco Ricote, Pedro Alonso o el Vizcaíno, entre otros.

Gracias a todos estos descubrimientos, la afirmación de Luis Astrana Marín «sin Esquivias no hubiera existido El Quijote» cobra más sentido. Así como el hecho de que Catalina no solo fue la esposa del escritor, sino una figura clave en el legado de Cervantes. Hoy, su historia, más que una nota a pie de página en la biografía del autor, se alza como fuente de inspiración para la obra de Cervantes, culmen de la literatura universal.

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