La catedral de Notre Dame brilla en su reapertura ante los líderes mundiales y una inexplicable ausencia española
A los golpes del arzobispo de París, Laurent Ulrich, y tras poner las campanas a sonar, las puertas de la catedral gótica más emblemática de Occidente se abrieron a las 19:21
La catedral de Notre Dame volvió a brillar esta noche ante los ojos de grandes líderes mundiales y miles de parisinos. La iglesia insignia del gótico francés abrió de nuevo sus puertas al mundo este sábado, cinco años y medio después de que un devastador incendio forzase esta espectacular renovación.
A los golpes del arzobispo de París, Laurent Ulrich, y tras poner las campanas a sonar, las puertas de la catedral más icónica de Europa se abrieron a las 19:21. Monseñor Ulrich golpeó tres veces en tres ocasiones con su báculo las puertas del templo, de más de 860 años de antigüedad, y el coro de la catedral respondió invitando a los fieles a volver a entrar.
A causa de la lluvia, la ceremonia se vio alterada y los cerca de 1.500 invitados, entre ellos unos 40 dignatarios, ya estaban en el interior.
El presidente francés Emmanuel Macron, junto a su esposa Brigitte y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, entraron detrás del arzobispo y la comitiva de autoridades eclesiásticas.
Este evento ha congregado a personalidades de las altas esferas mundiales. Si alguien ha destacado por encima de todos es el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, que tras ser acogido por el líder francés y anfitrión de la ceremonia, Emmanuel Macron, y tener una reunión con él y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha saludado personalmente a todas las figuras destacadas que han acudido a la reapertura de la catedral.
El líder republicano ha estado escoltado durante este acto por la que ya se ha coronado como su mano derecha, el magnate y dueño de la red social X, Elon Musk. El Príncipe Guillermo, heredero de la Corona británica, el Príncipe Alberto de Mónaco, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier o la primera dama estadounidense, Jill Biden, han sido otros de los invitados más destacados.
En nuestro país, esta jornada de calibre mundial ha estado marcada por la ausencia de representación. Finalmente, y tras varios días de incertidumbre, ningún líder español ha acudido a uno de los eventos clave de este año. Después de que los Reyes confirmasen que no asistirían, el Ministerio de Cultura, liderado por el polémico Ernest Urtasun, ha rechazado la invitación de los Elíseos a este evento de gran magnitud mundial mientras que sí asistirá a la función Circlassica del Circo Mundial, en el recinto ferial IFEMA, en Madrid, a las 18:30 h.
Después de que los virtuosos hermanos Capucon, uno al violín y otro al violonchelo, interpretasen la Passacaglia de Haendel, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha expresado «la gratitud de la nación francesa» por «todos aquellos que salvaron Notre-Dame de París», en un discurso pronunciado en el coro de la catedral.
«Las campanas de Notre-Dame vuelven a sonar», ha expresado con alegría el líder del Ejecutivo galo, para posteriormente continuar con un discurso plagado de referencias a la historia francesa y el legado del catolicismo. Citó a Saint-Louis, el Rey que devolvió a Francia la corona de espinas de Cristo. A Enrique IV, el Rey que trabajó para reconciliar a Francia en plena guerra de religión. Napoleón, que se coronó entre las paredes de Notre Dame, o el escritor Claudel, que «volvió a la esperanza» a la sombra de una columna una tarde de 1886.
Por su parte, el Papa Francisco, ausente de la ceremonia, ha transmitido a través de una carta a los asistentes en la que ha expresado su deseo de «que el renacimiento de Notre-Dame sea un signo profético de la renovación de la Iglesia en Francia».
«Notre Dame ha conocido la oscuridad, y ahora encuentra la luz. Ha conocido el silencio, y ahora encuentra la alegría de nuestros cantos». Con estas palabras, el Arzobispo de París, Monseñor Ulrich, bendijo el órgano y lo invitó a despertar.
Los invitados se emocionaron visiblemente cuando al sonar las primeras notas en la nave de la renacida catedral tras cinco años de ausencia. «Órgano, instrumento sagrado, celebra a Jesús nuestro Señor», canta Mons. Ulrich.
Muchas miradas se dirigieron hacia los 8.000 tubos del instrumento de 13 metros de altura y tres siglos de antigüedad, el más grande de Francia. El órgano no había sido alcanzado directamente por las llamas, pero sus tubos, obstruidos con polvo de plomo, tuvieron que ser desmontados y limpiados. Durante más de seis meses, los artesanos afinaron y armonizaron el órgano.