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Mons. Pierbattista Pizzaballa

El Patriarca latino de Jerusalén, monseñor Pierbattista PizzaballaPatriarcado latino de Jerusalén

Otra Navidad en Belén sin luces ni árbol, en respeto a las «graves privaciones» causadas por la guerra

El cardenal Pierbattista Pizzaballa lamentó la ausencia de peregrinos y el cierre de comercios, pero instó a los cristianos a «no perder la esperanza»

Después de celebrar la Navidad en Gaza el pasado domingo, el Patriarca latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, pudo finalmente oficiar la misa del gallo en Belén. A la ceremonia asistieron los cónsules de Francia, Italia, Bélgica y España. Aunque la ciudad no contaba con el tradicional árbol de Navidad ni las luces festivas, el purpurado recordó a su llegada las «graves penurias» que millones de personas en la región siguen enfrentando debido a la guerra.

Pizzaballa, recién llegado de Gaza, hizo un recorrido simbólico a pie por la ciudad de Belén. En la plaza del Ayuntamiento, el Patriarca fue recibido por las autoridades civiles y religiosas de la ciudad, en un ambiente solemne, marcado por la ausencia del tradicional árbol de Navidad y las luces festivas, en señal de respeto por las «graves privaciones» que afectan a millones de personas en la región debido al conflicto en curso, tal como lo expresaron los patriarcas y líderes de las Iglesias de Jerusalén en un comunicado difundido el 23 de noviembre, según informa la agencia SIR.

En su discurso, el purpurado no ocultó la difícil situación que atraviesan los cristianos en la región, recordando su reciente visita a Gaza: «Vi la destrucción, pero también vi la vida en los corazones de los cristianos que no se rinden ante la pobreza, el odio y la violencia», expresó. En cuanto a Belén, el Patriarca lamentó la ausencia de peregrinos y el cierre de comercios, pero instó a la comunidad a «no perder la esperanza».

El Patriarca hizo un llamamiento a los cristianos del mundo entero: «No tengáis miedo, aquí os esperamos», invitando a todos a unirse en oración por la paz. En la misma línea, recordó que la fe no debe ser destruida por las circunstancias externas. En la plaza, cantó el Te Deum como acción de gracias por el nacimiento de Hijo de Dios, y luego entró a la iglesia de la Natividad acompañado por el padre Rami Asakrieh, párroco de Belén.

Como sucedió el año pasado, la guerra en Gaza y las restricciones impuestas por Israel debido a preocupaciones de seguridad continúan afectando la vida cotidiana en Belén y en toda Cisjordania. Israel ha concedido un número limitado de permisos a los palestinos de Cisjordania, tan solo 4.000, para ingresar a Jerusalén durante las festividades navideñas.

Ante esta situación, la ciudad de Belén enfrenta una creciente emigración de familias cristianas. Según el alcalde Anton Salman, alrededor de 470 familias cristianas han tenido que abandonar la ciudad en los últimos 12 meses. En 2017, recoge la agencia de información italiana, los cristianos representaban aproximadamente el 11% de los 215.000 habitantes de Belén, pero hoy su presencia ha disminuido drásticamente debido a las difíciles condiciones sociales y económicas. La jornada culminó con la apertura de las puertas de la iglesia de Santa Catalina para la Misa de Gallo a las 21:00 horas, una misa sin entradas restringidas, tal como sucedió el año pasado.

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