Francisco abre una Puerta Santa en la cárcel romana de Rebibbia: «No perdáis la esperanza»
«He querido abrir la puerta aquí, después de San Pedro [...] Es un bonito gesto el de abrir, empujar, pero mas importante de lo que significa, es abrir el corazón», expresó el Papa a los reclusos
En un gesto cargado de cercanía hacia esas «periferias» que siempre han estado en el centro de su pontificado, el Papa Francisco inauguró una nueva etapa del Jubileo 2025 al abrir la Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia, en Roma. Este acto, que marca la primera vez que una Puerta Santa se abre en un centro penitenciario, refuerza el mensaje central del Pontífice: llevar esperanza a quienes viven en situaciones de mayor vulnerabilidad.
Tras la solemne apertura de la Puerta Santa en la basílica de San Pedro el 24 de diciembre, Francisco eligió la cárcel de Rebibbia como el lugar para el segundo hito de este Año Santo. Allí, en una ceremonia celebrada este 26 de diciembre, en la iglesia del Padre Nuestro, ubicada en la misma prisión, recordó a los reclusos la importancia de no perder la esperanza y de abrir los corazones al futuro.
«He querido abrir la puerta aquí, después de San Pedro [...] Es un bonito gesto el de abrir, empujar, pero mas importante de lo que significa, es abrir el corazón», afirmó Francisco. En sus palabras, el Papa insistió en que la esperanza es como una ancla que sostiene incluso en los momentos más oscuros. «Pensad esto, también yo lo he pensado porque en los momentos malos uno piensa que todo ha acabado, que ya no se va a resolver nada», añadió.
La elección de Rebibbia no fue casual. Este centro penitenciario ya había sido escenario de una visita papal en 2015, cuando, durante el Jueves Santo de ese año, Francisco lavó los pies de 12 presos. Ahora, en el contexto del Jubileo, el Santo Padre vuelve a este lugar para subrayar que la fe, la esperanza y la caridad deben extenderse a quienes más lo necesitan.
El Santo Padre ha dejado claro que el Año Santo tiene como objetivo ser un signo tangible de esperanza para todos, especialmente para aquellos que enfrentan condiciones de sufrimiento y exclusión. En su bula de convocatoria del Año Jubilar, destacó la necesidad de atender a los prisioneros, quienes a menudo enfrentan «el vacío afectivo, las restricciones impuestas y, en bastantes casos, la falta de respeto».
El lema de la Policía Penitenciaria de Rebibbia, Despondere spem est munus nostrum («Garantizar la esperanza es nuestra tarea»), encaja perfectamente con esta misión. Según Sarah Brunetti, directora del sistema penitenciario, la tarea no solo es rehabilitar a los reclusos, sino también devolver a la sociedad personas renovadas. «Nuestra tarea es dar esperanza también a la sociedad exterior, devolviéndole personas nuevas y rehabilitadas. La esperanza es un concepto que se refiere al futuro, pero debe construirse en el presente», afirmó Brunetti a medios vaticanos.
Durante su visita, Francisco animó a los presos a mantenerse seguros en la esperanza, comparando esta con una cuerda que conecta con el ancla en tierra firme. «A veces la cuerda hace daño en las manos, pero siempre hay que sujetarla y mirar al horizonte», reflexionó. El Pontífice concluyó con una exhortación dirigida a cada uno de los reclusos: «Abrid las puertas del corazón, cada uno sabe cómo lo tiene. La esperanza no defrauda jamás. Siempre hay algo que nos hace ir adelante».
Según informa la oficina de prensa del Vaticano, al final de la liturgia Francisco ha recibido algunos regalos de los reclusos: de los hombres del nuevo Complejo, una reproducción en miniatura de la puerta de la iglesia del Padre Nuestro, realizada con madera de las barcas de los migrantes; de las mujeres de Rebibbia, una cesta con aceite, galletas, cerámica y baberos, fruto de su trabajo. La Administración Penitenciaria también ha rendido homenaje al Santo Padre con un cuadro: una pintura que representa a un Cristo Salvador, obra del artista Elio Lucente, antiguo policía penitenciario.