Trump tendrá ganada la batalla cultural en EE.UU. desde el primer minuto de mandato
El debilitamiento de la ideología 'woke' tras el mandato de Biden garantiza a Trump la victoria en el campo cultural
El primer mandato de Donald Trump en la Casa Blanca (2017-2021) llegó en plena marejada cultural woke.
Estados Unidos (en realidad, el mundo occidental) venía del largo ciclo de ocho años de Barack Obama al frente de la administración americana, ocho años donde se construyó un sólido edificio cultural e ideológico destinado a implementar un mundo progresista, de izquierdas, feminista, de género… Lo que, generalizando, se ha dado por llamar ideología woke.
En ese contexto, el primer mandato de Trump estuvo caracterizado por un movimiento contestatario desde la izquierda estadounidense en el que grupos como Antifa o Black Lives Matter erosionaron el gobierno republicano con amplias y violentas manifestaciones con la inestimable ayuda de un Twitter –entonces aún no la había adquirido Elon Musk– claramente posicionada en la oposición al presidente republicano.
Hoy el contexto es muy diferente. El fracaso generalizado de la Administración Biden, el cansancio de la sociedad con la cultura de la cancelación, el victimismo racial y el feminismo, y la evidencia del absurdo ideológico progresista ha favorecido el desprestigio de la ideología woke, empezando por el mismo término, que nació como algo positivo y acabó siendo sinónimo de ideología autoritaria.
En ese sentido es ilustrativo que, desde hace aproximadamente un año, las grandes empresas de Estados Unidos han dejado de lado las iniciativas ideológicas alineadas con la cultura woke para dedicarse únicamente a sus negocios.
Al mismo tiempo, Donald Trump ha logrado que las grandes tecnológicas de la comunicación en Estados Unidos remen a su favor, o al menos no lo hagan en contra.
Elon Musk, propietario de X (antes Twitter), Tesla o SpaceX y abiertamente beligerante contra la ideología woke, está claramente alineado con Trump, ha hecho campaña con él y el nuevo presidente lo ha situado al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental.
El propietario de Meta (Facebook, Instagram…), Mark Zuckerberg, ha eliminado la verificación de contenidos de sus plataformas, en un movimiento similar al introducido por Musk en Twitter.
La decisión se ha interpretado como una concesión a Trump y a los republicanos y un síntoma indudable de que Meta no será una piedra en el zapato del magnate en su segunda etapa en la Casa Blanca.
Por su parte Jeff Bezos, propietario de Amazon y del Washington Post, ya dio muestras hace tiempo –en plena campaña, de hecho– de que no quiere ninguna pelea estéril con el presidente.
Amazon fue una de las empresas que en los últimos meses eliminó las medidas woke para sus empleados. Bezos, además ya realizó gestos amistosos para con el nuevo inquilino de la Casa Blanca al alabar, por ejemplo, sus propuestas económicas o al forzar al Washington Post a no tomar partido por los demócratas, como había hecho habitualmente.
Por si fuera poco, Donald Trump acaba de comprometerse a salvar TikTok, que cerró en Estados Unidos el pasado domingo, aunque se reactivó tras la intervención del republicano, por motivos de seguridad nacional.
Trump expresó que le gustaría «que Estados Unidos tuviera una participación del 50 % (de TikTok) en una empresa conjunta», como garantía de que la red social de origen chino no suponga ninguna amenaza.
Por lo tanto, el contexto mediático es muy distinto al que recibió a Trump en 2017 y le garantiza al republicano la batalla en el campo cultural desde el primer minuto.