Una exposición da fin a la enemistad entre los escultores Chillida y Oteiza
La muestra, comisariada por Javier González Durana, se podrá visitar hasta marzo de 2022
La Fundación Bancaja reúne por primera vez las obras de dos artistas vascos, Jorge Oteiza y Eduardo Chillida, figuras clave en la escultura europea del siglo XX. Una muestra que se ha hecho pública veinte años después del fallecimiento de los dos artistas y que, bajo el título «Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60», recoge 120 obras realizadas entre las dos décadas, un periodo que refleja la «amistad íntima» que había entre ambos artistas.
El comisario, Javier González Durana, y el presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón, han destacado de la exposición el reto que ha supuesto su organización, con la que se ha logrado ofrecer una conversación entre ambos artistas y sus pensamientos estéticos, así como sus relaciones escultóricas, aunando y conjugando –de forma igualitaria– las metáforas paradigmáticas de Oteiza y las metonimias sintagmáticas de Chillida.
La muestra estará abierta en el Centro Cultural Bancaja hasta marzo de 2022 y en ella se recogen obras que han sido elegidas de forma cronológica, desde 1948 hasta 1969, un periodo que marcó a ambos artistas por el inicio de su amistad. En este sentido, el comisario explicó que el periodo seleccionado se ha fragmentado en varias salas para poder dotar a las obras de un mayor «sentido y diálogo».
La primera sala recoge el tiempo comprendido entre 1948 y 1951, y en ella se han recogido obras que representan el cuerpo humano, haciendo ver al público cómo ambos artistas lo manifiestan con diferentes acentos. Oteiza interpreta el cuerpo humano desde un punto de vista primitivista-expresionista, mientras que Chillida aporta una visión más clasicista-aranzaizante, aunque ambos reflejan el cuerpo humano con leves anotaciones fisonómicas, no de forma descriptiva. La exposición tiene su inicio en 1948, fecha en la que ambos adquieren relevancia internacional consiguiendo alcanzar reconocimientos en certámenes de prestigio en Europa y América.
La segunda sala muestra los años entre 1951 y 1955 y está protagonizada por el gran ejercicio en Arantzazu, reflejando de esta forma la secuencialidad cronológica que hay entre ambas salas. Mientras que en la tercera se encuentran las obras de 1956 en adelante «para que el visitante vaya intuyendo en qué ideas ambos artistas coinciden y en cuáles se separan», afirma el comisario.
La luz, lo espiritual, la sonoridad visual, la masa, el volumen y el vacío
Formalmente, Chillida y Oteiza se distanciaron tanto en el comienzo de la ejecución de las obras como en la formulación final, pese a que las ideas de las que ambos bebieron son muy parecidas: el espacio interior y exterior de las esculturas, la luz, lo espiritual, la sonoridad visual, la masa, el volumen y el vacío. González Durana ha destacado que el año de cierre de la colección fue 1969 porque es cuando ambos artistas culminaron obras en espacios públicos. Chillida llevó a cabo su primera obra pública en Europa, en los jardines de la Unesco en París, y Oteiza culminó la obra de la basílica de Arantzazu que se había iniciado en el año 51 y había estado paraliza por un veto eclesiástico durante quince años, concluyendo su construcción en el año 69.
La muestra «Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60» ha contado con la colaboración y el consenso de instituciones legatarias de ambos artistas: tanto la Fundación-Museo Jorge Oteiza (Alzuza, Navarra) como Chillida Leku (Hernani, Gipuzkoa, País Vasco). Además, se ha contado con obras procedentes de otras colecciones públicas y privadas como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Museo de Bellas Artes de Bilbao o el IVAM, entre otros.