Vuelve el mejor Picasso en septiembre: dibujos, esculturas, su acercamiento a lo sagrado y su relación con Miró
Del Museo Thyssen al Reina Sofía pasando por los Museos Picasso de Málaga y Barcelona o el Guggenheim de Bilbao: España continúa celebrando el Año Picasso por los 50 años de la muerte del artista
Una temporada más, Pablo Picasso continúa siendo protagonista de las exposiciones que llegan a los museos y con las que se seguirá celebrando este otoño el llamado Año Picasso, que conmemora el 50 aniversario de su muerte.
Las exposiciones y actividades en su honor llevan celebrándose a lo largo del año, unidas a otras propuestas como las dedicadas a Antonio López o a Joaquín Sorolla, de cuya muerte hace exactamente cien años.
Los museos abordarán en los próximos meses al genio malagueño desde variadas perspectivas: la originalidad con la que se acercó al mundo clásico y a la tradición judeocristiana, su primera aportación a la definición del arte moderno, su relación con otros artistas y, en concreto, con Joan Miró, su obra escultórica o los dibujos de su infancia.
Lo sagrado y lo profano
Picasso. Lo sagrado y lo profano podrá verse en el Museo Thyssen de Madrid desde el próximo 4 de octubre, una exposición en la que se estudia cómo el artista miró al arte del pasado y desveló nuevos modos de interpretar la historia.
Las pinturas de Picasso pertenecientes al Thyssen y las procedentes de varios préstamos se relacionarán con obras de El Greco, Rubens, Zurbarán, Van der Hamen, Delacroix, Pedro de Mena o Goya.
El afán insobornable de Picasso de reinventar su arte de forma permanente, de llevarlo más allá de los límites de su tiempo, se materializó no solo en su espíritu de ruptura e innovación, sino también en su deseo de devorar y de reinterpretar las obras del pasado.
Esta exposición, según explica el Thyssen, estudia la audacia y originalidad con la que el artista se acercó tanto al mundo clásico como a los temas de la tradición judeocristiana, y desvela su capacidad de integrar elementos y problemáticas del arte anterior en su propia obra y de reflexionar sobre la esencia última de la pintura.
Traumático y existencial en ocasiones, vitalista y esperanzador en otras, Picasso mira al arte del pasado y desvela nuevos modos de interpretar la historia y, con su clarividencia, aporta claves fundamentales al incierto mundo contemporáneo.
El primer apartado revelará cómo Picasso asimila la tradición del retrato y de la imaginería religiosa y la transforma en todo un repertorio de personajes promiscuos y profanos. El segundo nos acerca a los asuntos más íntimos y domésticos con bodegones y maternidades. Y una tercera sala contrasta el tradicional tema de la Pasión con escenas de violencia o de sacrificio, en las crucifixiones, corridas de toros, o en las dramáticas mujeres de los años treinta de Picasso.
Definiendo el «arte moderno»
El museo Reina Sofía de Madrid albergará en noviembre la exposición Picasso 1906. La gran transformación, una mirada a la primera aportación del artista a la definición del «arte moderno».
Hasta ahora, la producción de Picasso en 1906 había sido entendida como un epílogo del período rosa o bien como un prólogo a Las señoritas de Aviñón, pero, explica el Reina Sofía, fue un periodo con entidad ya que, con apenas 25 años, ya era un artista maduro en sus criterios estéticos.
Dejando atrás la bohemia y el pesimismo, Picasso se muestra vital y expansivo, incluso sensual; se acerca a planteamientos libertarios y anhela la refundación de la experiencia artística. Con el apoyo de marchantes y coleccionistas, y relacionado con un potente grupo de creadores coetáneos, vive entregado al sentido «procesual» de su obra, busca «lo primordial» y desarrolla su trabajo en tres registros: el cuerpo, la forma y la interculturalidad.
En esta etapa, Picasso se aproxima a la representación de la adolescencia arcádica como símbolo de un nuevo comienzo. «El artista aborda sin ambages el poder de la pulsión escópica en su relación con la intimidad femenina desvelada», afirma el avance de la exposición del Reina Sofía.
La huella figurativa de Fernande Olivier, su compañera en este momento, es utilizada como soporte para la experimentación de lenguajes plásticos. El artista redefine el entramado entre fondo y figura, propone un nuevo sentido de la mimesis, y desarrolla conceptos matéricos y táctiles en el modelado de la escultura. Su acelerado ritmo de transformaciones va a culminar en los dos primeros meses de 1907 y, en toda su desbordante actividad, para él, el diálogo con Gertrude Stein fue para él fue crucial.
En Málaga, sus ecos y sus presencias
La programación cultural de Málaga, su ciudad natal, también estará marcada por este cincuenta aniversario: el Museo Picasso mostrará en la exposición El eco de Picasso obras de más de cincuenta artistas en diálogo con el creador malagueño, entre ellos Willem de Kooning, Jean-Michel Basquiat, Louise Bourgeois o Jeff Koons.
Además del Cubismo, su principal contribución al arte moderno ha sido la libertad que caracteriza cada aspecto de su pintura, escultura y obra gráfica. Existe un consenso generalizado respecto al profundo impacto que ha producido en el mundo del arte, lo que permite afirmar que no ha habido ningún artista anterior a Picasso que tuviera un seguimiento masivo de seguidores y admiradores, así como de críticos como el que tuvo él.
Por esta razón, la exposición del Museo Picasso de Málaga, comisariada por Eric Troncy, se basa precisamente en este efecto ejercido por sus prácticas artísticas en la contemporaneidad y, sobre todo, en la actualidad artística globalizada y reúne obra de una treintena de artistas en diálogo con el artista malagueño.
El Museo de Málaga ha organizado la muestra La presencia de Picasso con un centenar de obras gráficas y bibliográficas, muchas procedentes del Legado Sabartés, la donación realizada por el secretario personal del artista y que incluyen dos obras infantiles de Picasso o 64 litografías.
Miró-Picasso, artistas y amigos
En Barcelona, la exposición Miró-Picasso ocupará de manera simultánea el Museo Picasso y la Fundación Joan Miró desde el mes de octubre, coincidiendo con el 50 aniversario de la muerte del pintor malagueño y el 40 del artista barcelonés.
Más de 250 piezas de ambos artistas tanto de los dos museos como de colecciones privadas de todo el mundo evocarán la amistad que mantuvieron a lo largo de sus vidas y su reconocimiento a Barcelona, donde dejaron un legado museográfico.
Joan Miró y Pablo Picasso, que mantuvieron una estrecha amistad durante más de cincuenta años, eligieron Barcelona para donar su obra en forma de centros de arte monográficos.
La exposición se organiza en torno a seis grandes ejes cronológicos y temáticos con el objetivo de mostrar, uno al lado del otro, a dos artistas que transformaron con voz propia y una intensidad plástica sin precedentes el arte del siglo xx. Desde el encuentro en 1917 en Barcelona hasta los últimos proyectos monumentales, pasando por el episodio del Pabellón de la República Española en París en 1937 o el interés por la técnica ancestral de la cerámica, el visitante descubrirá también cómo estos dos artistas y amigos compartieron muchos momentos trascendentes de sus carreras.
Su escultura llega al Guggenheim
El Guggenheim de Bilbao ahondará por su parte en la faceta de escultor de Picasso, que trabajó desde sus inicios artísticos, en la exposición Picasso. Materia y cuerpo y que abarcará la pluralidad de estilos que utilizó para representar las formas del cuerpo humano.
Para el artista malagueño, la escultura no tenía un rango secundario en su producción: se trataba de una forma de expresión equiparable a la pintura, el dibujo, el grabado o la cerámica, ya que no hay artes mayores o menores, sino lenguajes y materiales diversos para expresar diferentes aspectos de su creación. El cuerpo, objetivo último de la representación e instrumento principal de Picasso a lo largo de su carrera, es el pilar fundamental de esta exposición.
La selección de esculturas en Picasso. Materia y cuerpo abarcará la casi infinita pluralidad de estilos que el artista utilizó para representar las formas del cuerpo humano, deconstruyéndolo a través de diversos formatos y géneros, para volver a componerlo en una nueva materia, y para ello se sirvió indistintamente de todos aquellos medios posibles u objetos a su alcance, integrándolos así en un todo escultórico inédito hasta entonces.
Como reza la presentación de la muestra, Julio González sitúa la mirada escultórica de Picasso en la génesis de toda su obra: «He observado muchas veces que no hay forma que le deje indiferente. Él mira todo, en todo momento, porque todas las formas representan para él algo; y ve todo como escultor […]. En mi opinión, el lado misterioso, el centro neurálgico, si se le puede llamar así, de la obra de Picasso están en la ‘Escultura’ que tanto ha hecho hablar de su obra, que tanta gloria le ha dado».