El Reina Sofía presenta la primera retrospectiva sin (casi) ideología de Ben Shahn y de Manuel Segade como director
Parece que no todo va a ser performativo, feminista o ideologizado (de género) en el nuevo viaje del Museo Reina Sofía bajo la dirección de Manuel Segade. Un poco de alivio se siente al ver pintura figurativa del siglo XX. Ben Shahn es el artista del temple (también de la fotografía y de la acuarela y de los murales y de los carteles y de los gouaches) y de la denuncia de los totalitarismos y de las injusticias.
El realismo social antes de que la abstracción se volviera tan abstracta que la belleza se difuminó. En Shahn todavía hay belleza. Clasicismo en la aparición del expresionismo abstracto, el paso previo a una suerte de crack en el arte, cuyo crack económico, el del 29, también reflejó y vivió como causa fundamental de las dificultades que le inspiraron.
Dice Laura Katzmann, la comisaria, que la obra de Shahn «parece haber adquirido una nueva urgencia en el clima político de gran polarización que impera hoy dentro y fuera de los EEUU, en un momento en que la política convencional ha experimentado una transformación radical», y que el lituano era un «artista global».
Que no falte la cuota progresista «reinasofista» en un hombre del que destacan su humanidad (menos mal), incluso por encima de su antimacarthismo o su comunismo soterrado que le hizo estar a favor o en contra de los gobernantes de su país de adopción, según las decisiones que aquellos tomaron.
Autodidacta y estudioso, fueron sus dos visitas a Europa, sobre todo París en los años 20, las que le enseñaron a buscar su propio camino a través de Matisse o Chagall. La Gran Depresión le marcó esa senda (también la ideológica), lo social, la denuncia como motivación, como impulso, de un autor al que sin embargo le gustaban los temas de pintores no políticos, sino imaginativos, como Calder o Klee.
Artista de izquierdas
Shahn, de izquierdas, se sintió unido al conservador Roosevelt por su oposición al fascismo y por su compromiso social. No le apoyó al principio, pero cuando vio cuáles eran sus objetivos cambió su actitud. Roosevelt también apoyó a los artistas, económicamente y como elementos importantes de la sociedad. El New Deal (la subvención) como paraíso artístico al que naturalmente Shahn, como el resto de artistas, se adscribió con gusto.
Cuadros pequeños, como ventanitas a los Estados Unidos precisos de los 30, mayormente con fondo de parque, del ¿Central Park?, que les da a las obras personalidad y significado y ubicación. Roosevelt le dio trabajo, a él y a otros muchos, y su fotografía denunció el segregacionismo o las desigualdades sociales en la época en que estas eran manifiestas y no composiciones como en muchos casos de la actualidad.
En sus pinturas los parados ociosos, los parados aburridos, los carteles sintientes, los murales cuasi soviéticos, las influencias chagallianas, picassianas y las propias en una exposición valiosa.