Tráfico de antigüedades: el ministro de Cultura de Italia exige al Louvre la devolución de siete ánforas

Una nueva reclamación de arte internacional mantiene en vilo a la comunidad museística. En este caso alejados de la polémica originada entre Reino Unido y Grecia por los frisos del Partenón (o entre Reino Unido y gran parte del resto de países, cuyas obras de arte se encuentran exhibidas en el Museo Británico), es Italia quien exige la devolución de varias piezas.

Ha sido el ministro de Cultura italiano, Gennaro Sangiuliano, quien ha asegurado que el Museo del Louvre tiene en su posesión siete ánforas, pertenecientes a su colección de arte griego, romano y etrusco del museo parisino, que son en realidad piezas robados y cuya exposición es consecuencia del tráfico de antigüedades.

Las piezas fueron robadas en la ciudad italiana de Ostia, el gran puerto de Roma, y supuestamente vendidas por la mafia italiana en una sucesión de operaciones que acabaron en Francia. De hecho, fue el Estado francés quien adquirió estas piezas, que datan de los siglos IV al VI antes de Cristo, entre 1982 y 1998, cuando se daba menos importancia a la procedencia de las mismas.

Sin embargo, de momento el Museo del Louvre se lava las manos: la directora de la institución, Laurence des Cars, ha declarado al diario francés Le Monde que en el inventario había «obras de dudosa procedencia», pero no habían realizado las diligencias necesarias para conocer su verdadero origen.

Una de estas ánforas está considerada como una obra maestra particular: fue creada en Atenas en el primer cuarto del siglo V antes de Cristo y pertenece al estilo de figuras rojas, uno de los más importantes de la Antigua Grecia, que consiste en la representación de figuras en color rojo sobre fondo negro.

En una de sus caras, un músico toca la cítara de perfil, mientras que en la otra, una figura coronada de laurel le hace señales.

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