Una exposición de la National Gallery muestra al Van Gogh desconocido que buscaba (y encontró) la inmortalidad

La National Gallery de Londres habla de los poetas y de los amantes de Van Gogh en «Van Gogh: poetas y amantes», pero en realidad quiere decir que el infortunado pintor holandés tenía una idea para ser inmortal, lo que al final logró rotundamente. El célebre éxito póstumo cuyo adjetivo era quizá la única forma de conseguir el objetivo que el artista rebuscó en su interior, excavó conceptualmente las profundidades de su alma y de su arte y de su cultura para encontrar su verdad única.

Un esfuerzo mayúsculo de consecuencias conocidas. La comisaria de la exposición, Cornelia Homburg, recordó que fue en Francia (la exposición se basa en la creación de Van Gogh en Arlés y Sant Rémy de Provence) donde el artista «dedicó mucho tiempo a pensar en cómo se convertiría en parte del (movimiento) Avant-Garde y cómo se haría miembro de aquellos artistas que entonces estaban desarrollando nuevas direcciones en el mundo del arte».

Van Gogh buscó y rebuscó su lugar hasta la locura o en ella. Un lugar irreconocible en su presente, que se descubrió en el futuro en el que él ya no existía, como si lo hubiera predicho y aceptado. Predicha y aceptada la penuria en vida para alcanzar la inmortalidad para los restos.

«Intentamos presentar un aspecto de Van Gogh que no solo se centrara sobre el artista espontáneo, sentimental, y quizá trastornado, sino en alguien muy detallista, con mucha educación, y con mucho conocimiento sobre literatura, arte, música, además de muy vinculado a debates que se celebraban entre artistas, escritores, y músicos en París», explicó Homburg.

Los girasoles constituyen una muestra clara del significado de la exposición y de la idea que Van Gogh perseguía. Es la primera vez que se exponen las dos obras juntas, una de ellas pintada en 1888 y la otra un año después, sobre las que la artista dejó indicaciones a su hermano Theo de cómo le gustaría que fueran presentadas y dispuestas para la eternidad.