El Nobel de Literatura opta por lo ignoto: el escritor tanzano Abdulrazak Gurnah
Es el quinto galardonado africano, tras Wole Soyinka (1986), Naguib Mahfuz (1988), Nadine Gordimer (1991) y J. M. Coetzee (2003)
«por su penetración inflexible y compasiva de los efectos del colonialismo y el destino del refugiado en el abismo entre culturas y continentes» la Academia Sueca ha otorgado al escritor Abdulrazak Gurnah el Premio Nobel de Literatura.
Gurnah nació en 1948 y creció en la isla de Zanzíbar. Llegó a Inglaterra como refugiado a finales de los años 60. Ya jubilado, fue profesor de inglés y literaturas poscoloniales en la Universidad de Kent, en Canterbury.
Autor de diez novelas, cuatro de ellas traducidas al español, la Academia destacó Paradise (1994), que definió como «Un relato de madurez y una triste historia de amor en la que chocan diferentes mundos y sistemas de creencias».
«Los personajes se encuentran en un paréntesis entre culturas y continentes, entre una vida que fue y una vida que está surgiendo; es un estado inseguro que nunca puede resolverse», han afirmado las autoridades del prestigioso galardón en referencia al tratamiento que hace Gurnah de los refugiados, donde la atención se centra en la identidad y la imagen de sí mismo: «Como toda mi vida, vivo en una pequeña ciudad a orillas del mar, pero la mayor parte de ella ha transcurrido a orillas de una gran océano verde, muy lejos de aquí», así comienza By The Sea (titulada En la orilla en España).
Vuelve a sorprender
Una vez más, el Nobel vuelve a sorprender. Desde la concesión del premio a Bob Dylan en 2016, donde se cuestionó si sus letras por sí solas tenían valor literario, ha habido otros casos como el de Peter Handke (2019), acusado de blanquear el genocidio de Milosevic en Bosnia.
En el caso de Gurnah la sorpresa ha venido por no figurar en las quinielas, una causa con la que parece estar comprometida la institución sueca, quien afirma, en clave política, que el premiado «rompe conscientemente con las convenciones, trastocando la perspectiva colonial para destacar la de las poblaciones indígenas. Su novela Deserción (2005), sobre una relación amorosa, se convierte en una contundente contradicción con lo que él ha llamado "el romance imperial"».