Entrevista
Carla de La Lá:«Creo que es hora de que la mujer se sitúe donde merece»
«Desde pequeña he mamado ese veneno, tan dulce, que es el pensar y transmitir las ideas, a través de la escritura», asegura la escritora
Carla Merino Fernández-Pellón, conocida popularmente como Carla de La Lá, es periodista y escritora. Ha colaborado con multitud de medios como esRadio, La Razón, OK Diario, El Mundo, Telva o Vanity Fair, en los que destaca por su trabajo como columnista de opinión. Imparte clases y ponencias en la Universidad San Pablo CEU y dirige la oficina de la agencia Globe Comunicación en Madrid. Recientemente, ha publicado su primera novela Qué te importa que te ame, una historia llena de pasiones, sensualidad, humor y realismo mágico a caballo entre España y México.
–¿Por qué el título 'Qué te importa que te ame'?
–Esta novela, que no es de amor y no va dirigida a mujeres, se trata de una historia de desencuentros y de cómo las personas reaccionan ante la fatalidad. En este caso, las mujeres reaccionan como a mí me gusta, es decir, con cierta impertinencia y valentía. El título es un reto: «qué te importa, yo voy a hacer lo que quiera y asumo las consecuencias».
–No es una novela escrita específicamente para mujeres, pero narra la historia de cinco mujeres.
–La mayor parte de los personajes son femeninos, esto lo he hecho a conciencia. No tengo nada en contra de los hombres, los quiero muchísimo, pero creo que es hora de que la mujer se sitúe donde merece. Tengo una agencia de comunicación en la que solo contrato a mujeres porque quiero darles el protagonismo que otros no les dan. No sé si me aburriré de escribir sobre personajes femeninos, lo dudo.
–La elección de los nombres de las protagonistas resulta llamativa: España, Lulú y Venezia. ¿Significan algo concreto en la vida de Carla de La Lá?
–En mi familia hay muchas Lulú, por ello tenía que caer en la novela, y el nombre de España me gustó muchísimo desde que un día el maestro Paco Umbral me presentó a su mujer María España y pensé en el carácter que hay que tener para llamarse así. Por eso, mi protagonista recibe tal nombre, uno epatante como es ella. En cambio, Venezia es un personaje que no está basado en alguien real y, aunque es un personaje que yo sitúo como mexicana, se trata de una hija adoptiva de una italiana afincada en México y decidí llamarle así por la belleza de la ciudad.
–Usted también tiene un nombre particular… ¿Por qué Carla de La Lá?
–Mi nombre viene de mi registro en la red social de Facebook. Cuando completaba los datos en el registro, una amiga me llamó y me dijo que era peligroso indicar mi apellido. Como era obligatorio, por no poner «xxxx» decidí escribir Carla de La Lá. Resulta que ese nickname, que yo pensaba que no era visible, sí lo fue y favoreció a mi marca personal.
–Y, ¿no puede correr el riesgo de ser fagocitada por el personaje y arrinconar a la Carla real?
–Tanto mi seudónimo como yo misma, creo que soy una persona de difícil lectura. Para una persona que no goza de demasiada perspicacia psicológica, le puede parecer que soy frívola o superficial por el nombre, pero no creo, me gusta no ser evidente y jugar a ese engaño.
–Volviendo a su historia, la contextualiza en México y en España, dos países que están ligados a su vida por raíces familiares.
–Mi madre es mexicana, aunque lleva en España casi toda su vida. Mi padre, como yo, es español. Por eso he querido eclosionar toda esa herencia transcultural. Nací y crecí en Vitoria, pero durante los veranos abandonaba la ciudad y viajaba a México. Todo eso, en la mente de un niño era una locura absoluta, en una época donde pocas personas viajaban, lo que viví me impactó mucho.
Somos todo eso porque la historia nos lo ha puesto verdaderamente difícil y nos hemos hecho seres muy inteligentes y manipuladores, porque no teníamos libertad
–Entonces, ¿estamos ante un homenaje literario a sus padres?
–Por supuesto. Esta novela es un homenaje a un montón de cosas: a las mujeres, a los hombres de mi vida, a mis hijos, a mis perros, a España y a México. Siento que tengo tanto que agradecer que me quedan libros para seguir homenajeando a tantas personas.
–¿Qué ha pretendido reflejar en la relación entre España, Lulú y Venezia?
–Lo que he querido contar es el cambio que ha habido en la sociedad a lo largo del S. XX. Un cambio, sobre todo, estructural y, en especial, el cambio de la mujer; su autopercepción, su postura en el entorno familiar, político, empresarial, etc. He querido reflejar lo que une a estas mujeres y lo que ha unido a todas a lo largo de la historia es la adversidad. Se habla mucho de la mala relación entre las mujeres conflictivas y envidiosas, algo de eso hay, pero en todos los seres humanos. Creo que las mujeres tenemos, entre nosotras, una relación divertida, maravillosa, de cuidado y colaboración, podemos enfadarnos, somos sensibles y somos mandonas. Somos todo eso, porque la historia nos lo ha puesto verdaderamente difícil y nos hemos hecho seres muy inteligentes y manipuladores, porque no teníamos libertad. A mí me encantan las mujeres, la relación que tenemos entre las mujeres es para escribir, no una novela, sino una infinitud. Y, para no meter un rollo macabeo a nadie, decidí disfrazarlo de humor, disparate y diversión.
–El humor que nunca falte: ¿cree que seríamos más felices si nos enfrentáramos a los problemas de la vida con un poco más de humor?
–Me he leído la novela unas once veces y he procurado cuidar mucho su edición. Cada vez que la leo se me saltan las lágrimas en varios pasajes. En cambio, reírme a carcajadas no me he reído, aunque me parezca muy divertida, en general. Aquellos que la han leído me cuentan que se destornillan de risa y eso me encanta.
–El desarrollo de la obra también sitúa al lector en la capital de España, durante los primeros años de la Transición, cuando la Movida madrileña surge como movimiento contracultural. Por la novela desfilan artistas y personalidades de aquel momento, ¿han cambiado las élites de España?
–La novela está bastante centrada en lo que se llamaba durante el S. XX las «clases altas» y las «clases bajas». Son términos que ya no están de moda, sobre todo porque ha emergido la clase media. Pero en ese período estas dos clases funcionaban, a la vez que chocaban con un mundo que comenzaba a ser muy moderno. Tanto las clases altas como las bajas hacían lo que les daba la gana, y creo que, las que quedan, lo siguen haciendo.
Es verdad que todos los que leen la novela ven una serie detrás. No tanto una película, por el contexto tan largo que tiene
–Usted es periodista y columnista en diversos medios de comunicación y, ahora, ha debutado en el mundo de la literatura. ¿Su gusto por la escritura viene de lejos?
–Mis padres siempre fueron amantes del arte, de la literatura, de la filosofía y de una buena conversación. Desde pequeña he mamado ese veneno, tan dulce, que es el pensar y transmitir las ideas, a través de la escritura.
–¿Ha sido difícil escribir esta opera prima?
–Han sido cuatro años de trabajo y muchísima documentación para poder saber cómo se vivía tanto en México como en España; qué se comía, cómo era el entorno, las tradiciones y costumbres y, por supuesto, la política. Además, para que tuviera más fuerza y verosimilitud, he introducido en la novela personajes y hechos reales, históricos, que aparecen a lo largo de las quinientas páginas.
–Usted ha afirmado en otros medios que le gustaría poder ver su novela en el cine, ¿llegará a darse la oportunidad?
–Estoy totalmente abierta a todos los proyectos que vengan, pero es verdad que todos los que leen la novela ven una serie detrás. No tanto una película, por el contexto tan largo que tiene. Yo, que soy cinéfila, veía la serie mientras leía la historia.
–¿Trabaja, ya, en su próxima novela o prefiere dejar madurar la recién publicada?
–Llevo meses dándole vueltas a la próxima novela. Soy hiperactiva y eso me pasará factura, pero no puedo evitar seguir dándole vueltas. Es un reto que me produce bastante angustia porque soy muy ambiciosa intelectualmente y pienso que la segunda novela no puede quedarse al nivel de esta primera, tiene que ser aún mejor.