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Capítulo 24 de Hotel Paradise

Capítulo 24 de Hotel ParadiseLu Tolstova

Asesinato en el Hotel Paradise (XXIV)

Necesito que me cuentes todo lo que sabes

3 de agosto, 08:45

Silvia tuvo que parpadear varias veces. Se acercó a consolar a Julieta, que se sonaba la nariz controlando su repentino llanto.

–¿De cuánto estás?

–Siete meses.

La observó bien. Era cierto que las pocas veces que la había visto llevaba ropa holgada. Era pequeña y delgada y podría pasar con una mujer que tuviera algo de barriga en vez de embarazada.

–Si hay algo que me permite seguir adelante ahora es ella –susurró Julieta acariciándose la tripa.

Silvia le rodeó consoladora el brazo y le sonrió.

–¿Es de Calisto?

Esta asintió.

–Teníamos planes… íbamos a criarlo juntos, ¿sabe? Pero de alguna manera se volvió muy raro el último mes. Algo cambió. El día de la apertura fui al baño, es cierto, pero antes quise hablar rápidamente con Cal, así que me acerqué antes de que diera el discurso… y me dijo que lo nuestro se había terminado. Que al valorar una vida conmigo o con Mercedes –Julieta refunfuñó– al admirar a las dos mujeres de su vida había decidido permanecer con ella. Pero que si lo deseaba me daría una cuantiosa suma de dinero para criarlo.

Silvia frunció el ceño. Aquel era motivo por el que se podría asesinar a alguien. Julieta continuó, sumida en sus recuerdos.

–Entonces me cabreé y me acerqué al despacho de Wagner. Esa mañana Ludwig me había convencido para acudir allí después de la ceremonia. Sabía que estaba enamorado de mí así que le puse en una nota que no le amaba, que estaba enamorada de Cal y que iba a tener su hijo. Pensaba irme del hotel, fugarme de Madrid ese mismo día… debe creer que soy idiota.

Silvia sonrió, condescendiente.

–Pero hay alguien que puede confirmar que volvía de los baños –añadió–. El apagón me pilló allí, y en cuanto bajé por las escaleras el guarda acudió pensando que me pasaba algo.

Silvia asintió, anotándose confirmar la historia.

En ese momento Óscar entró en la sala, histérico.

–Disculpad, es que… es Mercedes –y miró significativamente a Julieta. Volvió a Silvia –. Se ha medio desmayado y se encuentra algo mal. Ludwig y yo vamos a acompañarla al médico. La aviso por si pregunta por nosotros, inspectora.

–¿Sabe lo mío? –musitó Julieta.

Óscar asintió.

Silvia suspiró sin entender cómo un asesinato se había convertido en la telenovela que veía su madre.

–Que Ludwig la acompañe. Quédate, Óscar.

Este tragó saliva. Se dirigió al exterior para comunicárselo al resto y volvió al interior de la salita.

–Me va a matar –susurraba Julieta, consternada–. Pobre Mercedes.

–¿Quiere algo de mí, inspectora?

Silvia dejó que Julieta se recompusiera en la sala y, tomando a Óscar del brazo, lo sacó hacia el jardín interior del hotel, justo al lado de la fuente.

Ambos caminaron en silencio, hasta que el sonido del agua lo rellenó para borrar cualquier rastro de incomodidad.

–Sé que has estado investigando este asesinato. Necesito que me cuentes todo lo que sabes y en compensación, haré lo mismo.

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