'Los manuscritos del Mar Muerto': los rollos de Qumrán y la fundamentación ideológica del Estado de Israel

«Los judíos tienen tres tipos de filosofía: los seguidores de la primera son los fariseos, los de la segunda son los saduceos, y los de la tercera, que tienen fama de cultivar la santidad, se llaman esenios» (Jos. B. G. II, 119). Estas palabras las escribió el historiador judío Flavio Josefo en su obra Bellum Iudaicum («La guerra de los judíos») como íncipit a la explicación de la complejísima realidad de la religión judía ya en el siglo I d.C. para un público grecorromano. Aun así, solo tiene una millonésima parte de la complejidad actual. Con el término «filosofía» se hace referencia a lo que Josefo consideraba corrientes o interpretaciones dentro del judaísmo. De estas corrientes, la menos conocida por el común (ya que no aparece ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento) es la de los esenios, cuyas comunidades ascéticas bien pudieron influir en el posterior monacato cristiano. Estos esenios, que habían caído en el olvido durante siglos, saltaron a la palestra de la investigación histórica en 1947 cuando tuvo lugar el descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto, en la región de Qumrán.

Aunque la denominación de «esenios» no aparece en ninguno de los rollos de Qumrán, «el descubrimiento arqueológico de los manuscritos […] y el análisis de los textos nos confirman la existencia de un grupo religioso proveniente del judaísmo contemporáneo de Jesús que se retiró al desierto a orillas del Mar Muerto para vivir con mayor austeridad y ortodoxia la Ley de Moisés», en palabras de Jaime Vázquez Allegue, autor de la recién publicada obra Los manuscritos del Mar Muerto. La fascinante historia de su descubrimiento y disputa (Arzalia Ediciones, 2023).

Hasta aquí todo en orden. Incluso podría decirse que se trata de una cuestión, en general, bastante conocida. Ahora bien, lo que Vázquez Allegue –biblista y teólogo que lleva más de veinticinco años estudiando los manuscritos del Mar Muerto– nos propone en este volumen no pretende ahondar en lo que ya nos contó Josefo, o en lo que ya se ha publicado sobre la comunidad de Qumrán o sobre los escritos que contienen los manuscritos. La propuesta es mucho más jugosa, más arriesgada y, sobre todo, más abordable por un público general, que no quiera enfangarse en cuestiones de filología hebrea, arqueología bíblica e historia de las religiones (aunque animamos al lector a que no dude en enfangarse en todo ello): la relación entre el descubrimiento de los manuscritos y la creación del Estado de Israel.

La mezcla no podría ser mejor: políticos, militares, beduinos, investigadores, arqueólogos, filólogos, sacerdotes… Todos relacionados por el mismo nexo, pero embarcados en muy distintos proyectos y radicalmente enfrentados por sus objetivos. David Ben Gurión, Yigael Yadín, Roland de Vaux, Jum’a Mohammed y un largo etcétera de personajes cuya participación es esencial conocer en el proceso de descubrimiento, estudio o utilización de los manuscritos. «El descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto –señala Vázquez Allegue en la introducción– tuvo lugar unos meses antes de la creación del Estado de Israel (14 de mayo de 1948). Nunca nadie había establecido un vínculo entre aquellos dos acontecimientos. Sin embargo, aunque el primero fue fruto de la casualidad y el segundo de un largo proceso de gestación, entre ambos hechos había un elemento de conexión que rápidamente se convirtió en una razón que justificaría este libro». Este es el punto fundamental del libro, que el autor desarrolla en un magnífico «ensayo literario», a caballo entre el ensayo histórico y la novela, que hará las delicias de los interesados en un tema tan interesante como es la fundamentación ideológica del Estado de Israel que llevaron a cabo sus primeros líderes.

El autor recuerda el agosto que hicieron los medios de comunicación de todo el mundo, ahora mudos, con toda clase de titulares embaucadores y torticeros –por ejemplo: «Jesús, monje esenio de Qumrán» o «El escándalo de los rollos del Mar Muerto»– aprovechando las circunstancias: «el morbo y el deseo de llamar la atención habían convertido los textos […] en objeto de atención para periodistas buscadores de portadas o titulares llamativos […]. Sin embargo, la seriedad y el rigor científico se fueron imponiendo con el tiempo, y hoy son pocos los que aún andan con esas historias».

En definitiva, una genial obra de necesaria lectura tanto por la propuesta del autor como por la buena ejecución narrativa, de la mano, hay que añadir, de uno de los mayores expertos en los manuscritos del Mar Muerto y en la historia de su descubrimiento.