Yan Lianke, escritor censurado en China: «El pensamiento actual de los chinos es el dictado por Mao»
El escritor chino publica en España Duro como el agua, una obra antigua ambientada en la Revolución Cultural de Mao de la que se ha prohibido su reedición en China
Como escritor, Yan Lianke (Henan, 1958) sabe lo que es enfrentarse a lo que muchos temen: la censura. Es uno de los literatos más famosos de la China de Xi Jinping, pero eso no ha impedido que muchas de sus obras sigan sin ver la luz en su país por cómo plasma en sus novelas algunos aspectos de la China comunista. No obstante, se considera una persona con suerte, ya que además de escritor, es profesor de Cultura china en la Universidad de Hong Kong, lo que le permite tener ingresos estables.
El motivo de que Yan Lianke atienda a El Debate es la publicación en español de su obra Duro como el agua (Automática Editorial) que, aunque en su día también se vendió y «muy bien» en China, actualmente está prohibida su reedición. Ambientada en la época de la Revolución Cultural de Mao, esta obra cuenta la historia de Aijun y Hongmei, dos jóvenes que pretenden hacer la revolución en su pueblo, en los montes Balou.
El autor recibe al equipo en Casa Asia, sita en uno de los edificios históricos más antiguos de Madrid, el Palacio de Cañete. Está acompañado de Belén Cuadra, quien traduce sus obras al español y quien ha hecho posible la conversación.
–El escritor Aldous Huxley decía que las palabras lo atraviesan todo si se usan adecuadamente, ¿Qué es para usted la literatura?
–Para mí la literatura es la externalización de algo que llevamos dentro.
–¿Siguen vigentes los versos de Mao en China?
–La figura de Mao Zedong, no solo sus palabras, sino su figura y su imagen, siempre han tenido y tienen una gran influencia en China. Podríamos incluso decir que el pensamiento actual de los chinos es el dictado por el pensamiento de Mao Zedong. Los chinos hablan más bien de iluminación, que el pensamiento de Mao Zedong les iluminó.
–Entonces la literatura de Mao, sus palabras, sí consiguieron atravesar al pueblo chino hasta encaminarlo hacia lo que él creía o defendía...
–Su poesía, por ejemplo, está muy bien considerada en China porque tiene un gran valor artístico. Mao fue un gran poeta y un gran calígrafo; y también un gran orador. Muchos de sus textos están muy bien escritos, su pensamiento no es algo tan sencillo como decir que era una guía para el pensamiento del pueblo chino. Su pensamiento político era una visión del mundo, de cómo él quería que fuera el mundo. Seguramente, Mao Zedong tuvo la tristeza de no ver cómo su pensamiento se cumplía, de cómo esos ideales suyos se cumplían.
–Mao Zedong fue el líder de la Revolución Cultural, época en la que está ambientada esta última novela que publica en español y época que ha vivido de niño y adolescente. ¿Cómo evolucionó?
–Los diez años de la revolución cultural coincidieron con mi escolarización en primaria y en secundaria. La revolución, la lucha, las clases, es algo que yo llevaba dentro, no fue algo que me encontré de pronto, sino que lo he mamado desde dentro. Ahora, cuando veo los diferentes movimientos políticos que hubo en China, no es algo que me sorprenda o que me llame la atención. Da igual la circunstancia o el momento, en cualquier parte del mundo si se produce una revolución ya sabemos cómo se va a desarrollar esa revolución.
–Escribes en el libro: ¿Qué hacer con los perros rabiosos? La única forma de enfrentarse a ellos es movilizar a las masas para que, cuando en mitad de la calle aparezca una rata, todo el mundo grite e intente apalearla?; ¿Es así como se desarrolla una revolución?
–Sí, efectivamente. Cuando uno moviliza a las masas, la gente se comportará como en esa situación que describe la cita que has mencionado, que cuando hay una rata en la calle todo el mundo se tira a atacarla.
– Entonces, si Mao sigue vigente en China, ¿ha cambiado el pensamiento de los chinos desde entonces?
–Sí, ha habido un cambio muy muy importante. Cuarenta años de desarrollo y reformas en China han permitido a los chinos conocer mejor el mundo exterior y esto ha hecho que el pensamiento, que el espíritu chino, cambie enormemente.
–¿Está mejor visto un dictador de corte intelectual que uno de corte político?
–En China siempre se ha admirado a la gente que tiene cultura y que tiene conocimientos. Incluso en la época feudal, a los emperadores que tenían cultura se les apreciaba. Incluso hoy en día se admira a esos emperadores de la época imperial que tenían cultura.
En China no tenemos la misma situación que en Europa, pero tampoco la de Corea del Norte
–Escribe sobre lo que conoce, principalmente la China rural que es donde ha vivido. ¿Por qué en China se intentó llevar la revolución al campo?
–Sí, yo conozco el campo mejor que otros entornos, pero me gustaría aclarar que la revolución en China se llevó a cabo tanto en las ciudades como en el campo, no hubo una diferenciación entre campo y ciudad. Como es natural, la revolución cultural comenzó en las ciudades y de las ciudades se fue extendiendo a las zonas rurales. De ahí esa historia de que el protagonista de la novela de Duro como el agua que lleva la revolución al pueblo.
–¿Qué se dice de usted como escritor en su país, donde no puede publicar muchos de sus libros?
–Hay una serie de libros míos que sí que se han podido publicar en China y que se han podido leer y hay otros que no. Por ejemplo, el libro Días, meses, años, –también traducido a español– en China está en todas las librerías. También ensayos como La generación de mi padre y Ellas, que todavía no se han traducido a español.
Hay muchos otros libros que no se han publicado, pero los lectores que tienen interés pueden encontrarlos online o incluso encontrar ediciones piratas.
Quienes han leído libros como los que comento me ven como un autor que trata temas amables y cálidos. Pero quienes hayan leído otros libros a lo mejor tienen una impresión completamente diferente. La imagen que hay de mí en China es de autor contradictorio y controvertido.
–Quizá es porque esos libros no tienen contenido político...
–Creo que hay muchos malentendidos en torno a mi obra. Por ejemplo, esa búsqueda de un mensaje político. Yo no escribo de política, sino de la vida diaria de los chinos y de las necesidades habituales de los chinos. Cuando estoy escribiendo no me paro a pensar si esto es política o no, o si escribo con una idea de hacer un libro político o hacer un libro que no sea político.
–Pero todos tenemos una ideología y quizá escribiendo termina saliendo sin darnos cuenta.
–Sí, pero, en realidad en la novela Duro como el agua, por ejemplo, no lo veo como una cuestión política o un recuerdo del maoísmo, lo que describe es una época concreta, la de la Revolución Cultural.
–Y ¿por qué es tan grave inventarse un relato ambientado en una época de la historia de China? Estamos ante un libro prohibido su país...
–En realidad no es un libro prohibido, es un libro que se vendió muy bien en su momento. La cuestión es que ahora ya no se reedita, pero en su momento sí que se editó. La historia de china va como por oleadas, con altibajos, hay períodos que son más permisivos –como cuando se publicó Duro como el agua–, y otros que lo son menos. Cuando esas olas, esos vaivenes, están en la parte baja, entonces puede haber más problemas para publicar. Pero para China esto no es algo raro, es una cosa habitual.
–Como escritor, ¿cómo vive el hecho de escribir y no saber si lo va a poder publicar en su país?
–Yo me considero una persona con muchísima suerte porque, además de escritor, soy profesor universitario y tengo unos ingresos estables y buenos. En mi ordenador tengo más de diez obras, más de diez borradores de obras que no se han podido publicar en China, pero esto no afecta a mi vida diaria ni a mi labor como docente en Hong Kong. Tampoco ha afectado a la libertad de moverme, de viajar al extranjero y entrar y salir de mi país. En China hay limitaciones pero también hay cierta libertad. Como tengo un buen trabajo en la universidad, me puedo centrar en escribir sin pensar en la posibilidad o no de publicar.
–Es contradictorio que se censuren sus obras pero sí pueda dar clase en una universidad, donde al final el profesor es como un altavoz.
–Allá donde voy la gente siempre me pregunta sobre esto. Este es uno de los aspectos en los que China ha cambiado en los últimos 40 años. Hace 40 años China era como hoy es Corea del Norte, hoy en día China no tiene nada que ver con Corea del Norte. Con este símil la gente puede entender un poco cuáles son las circunstancias. Está claro que no tenemos la misma situación que hay en Europa, pero tampoco la que hay en Corea del Norte.
–Del resto de su obra o de los borradores que tiene en su ordenador, ¿cuál le gustaría publicar en español?
–Me alegraría mucho si se pudiese traducir al español mi ensayo Ellas (sobre las mujeres de mi familia). También una obra reciente que se llama Historias de China. Tengo también dos obras muy breves, ensayos de crítica literaria sobre la novela, que me daría mucha alegría ver publicadas en otros idiomas. Si los lectores pueden llegar a estas obras podrán ver una imagen más completa de la obra de Yan Lianke, de quién es Yan Lianke.