La cantante Lizzo y el silencio, tras ser acusada de abuso sexual, que no se dio con Woody Allen

La cantante Lizzo fue demandada la semana pasada por tres de sus antiguas bailarinas por acoso sexual, racial y religioso. La noticia saltó a los medios y también las particularidades de la denuncia, que incluía «trato vejatorio», «ambiente laboral hostil», «agresión» y «privación de libertad».

La artista nacida en Detroit, icono woke surgido de las redes, de sus reivindicaciones feministas, raciales y sociales, además de su música, ha negado las acusaciones rotundamente y ha defendido su «buen trabajo», calificando todo el asunto de «sensacionalista».

Buena parte de los medios destacan que los colegas de Lizzo le han dado de lado después de conocerse las acusaciones, pero la realidad es que ninguno se ha manifestado públicamente en su contra.

Tan solo Beyoncé ha omitido su nombre, que solía pronunciar al principio de una canción durante su actual gira, como discreto gesto, que en ningún caso es la condena que anuncian buena parte de los titulares del mundo. Lo que destaca es un prudente silencio que contrasta con otro caso de acusación sexual cuyo protagonista fue Woody Allen.

La exmujer del director, la actriz Mia Farrow, le acusó públicamente sin pruebas de abusar de su hija, un caso, que, como el de Lizzo, saltó a la prensa. La diferencia es que, casi inmediatamente, las acusaciones de una parte, la de Farrow, fueron suficientes para que un buen número de actores renegaran sin más del cineasta del que hasta ese momento solo tenían buenas palabras, el máximo reconocimiento y el mayor deseo de aparecer en sus películas.

Kate Winslet, Colin Firth, Mira Sorvino, la directora de Barbie, Greta Gerwig, Natalie Portman o Drew Barrymore, entre otros, dijeron que se arrepentían de haber trabajado con él y que no volverían a hacerlo sin guardar el prudente silencio que sí se guarda ahora con la cantante Lizzo.