Florence + The Machine se corona y cierra su gira en Cala Mijas: «Este año casi me muero, pero la música me ha salvado»
La artista londinense se despidió de Dance Fever en la última noche del festival, en la que compartió cartel, además de con la lluvia, con artistas consagrados como The Blaze, Metronomy o José González e iconos generacionales como Belle & Sebastian o Duki
«Ser acogida, sentirme escuchada y entendida... ese es el verdadero regalo». Florence Welch había cancelado algunos conciertos debido a una complicación de salud y en el festival Cala Mijas se la esperaba como quien espera a un ángel caído del cielo. «Este año casi me muero; he tenido un problema de salud del que todavía no estoy preparada para hablar, pero la música me ha salvado». Ninfa de los bosques, mujer misteriosa, cuadro prerrafaelita: un ser de luz que no tiene miedo a su oscuridad, a sus demonios, a sus heridas, y que las exorciza con la música.
La vocalista de Florence + The Machine apareció como una aparición con el acostumbrado candelabro gigante y la abandonada mesa de banquete que ha coronado sus escenarios los últimos dos años. La británica y su banda han elegido el festival para celebrar junto a todos sus asistentes el fin de su gira Dance Fever, y lo ha hecho visiblemente recuperada, renovada y desbordante con una energía hechizante y sanadora que provocó lágrimas entre los asistentes.
Como ha hecho en sus últimos conciertos, comenzó con la maravillosa Heaven is here, a la que siguió una de las canciones emblema del nuevo disco: King. En ella habla de del dolor, de la necesidad de luchar batallas para encontrar material que cantar, y en el estribillo afirma: «I am no mother, I am no bride; I am king», en lo que muchos entienden como una referencia a sus problemas de salud.
Descalza (como siempre), con un vestido vaporoso (como siempre) y saltando y corriendo por el escenario (como siempre), Florence sirvió un éxito tras otro, llena de energía: No light, no light, Ship To Wreck, Free, Big God, Hunger... Es costumbre en ella bajar a las primeras filas y cantar mientras sus fans le cogen de la mano, le acarician el pelo o le prestan sus coronas de flores, uno de los atuendos obligatorios en sus conciertos, y así lo hizo en varias ocasiones, en especial cantando con fuerza Dream Girl Evil.
También dio las gracias al público por hacerla sentir «comprendida» y, al presentar Morning Elvis, explicó que la energía de la última canción que escribió para Dance Fever podría acabar cruzándose con la primera composición de su próximo trabajo. «If I make it to the morning...», canta, lánguida, mientras afirma que después de cada gira siempre piensa en dejarlo, pero que «la llamada siempre llega, como un niño que ruega nacer», y se despide... «Si llego al escenario, te mostraré lo que significa ser perdonada».
José González sí, Duki no
La mística de Florence, que ejerce de sacerdotisa mientras pide una comunión trascendente, hace que su público se sienta vacío –en la mejor acepción de la palabra– después de cada concierto. «Dejadlo todo aquí, entregádmelo», pide. Ella es la intermediaria con el Cielo, y el escenario del Cala Mijas vivió una fraternidad real con el público coreando You've Got The Love, Dog Days Are Over («Run fast for your mother, run fast for your father», anuncia como si llegara el Apocalipsis), Never Let Me Go, Shake It Out y Rabbit Heart (Raise It Up).
Tan arriba, flotando en el cielo, acabó el público que muchos necesitaron un respiro antes de desplazarse hasta el escenario de los escoceses Belle & Sebastian. De hecho, la noche había empezado fuerte con el increíble cantautor de indie folk sueco José González, que se dirigió a su público en un perfecto español, heredado de su familia, de origen argentino. La sorpresa fue que decidió interpretar una por una las canciones que compuso hace ahora veinte años, cuando arrancaba su carrera artística, en su disco Veneer: Slow Moves (con guitarra española), Remain, Lovestain, Crosses, All you deliver o su éxito Heartbeats conmovieron a los asistentes, que vieron el atardecer con lágrimas en los ojos. Al final regaló algunas de sus versiones y también temas más recientes, como Teardrop o El Invento.
Tampoco se quedaron atrás los británicos Metronomy, una de las agrupaciones que mejor combina el rock con la electrónica, que han evolucionado desde el lo-fi hacia el minimalismo optimista de su electropop actual. Muy diferente a lo que ocurrió con el argentino Duki: aunque el rapero-trapero lo dio todo y fue una fiesta entretenida para quien quisiera bailar sin pretensiones, el reguetoneo no fue bienvenido en un festival con un cartel muy alternativo.
Un plato fuerte (fortísimo, especialmente para quien los descubriera en Cala Mijas) fue el increíble espectáculo que dio The Blaze. El dúo parisino compuesto por dos primos, Guillaume y Jonathan Alric, asomó a los asistentes, como si de un ojo de buey se tratase, a su universo cinematográfico realista, impresionista y sensible y aderezado con unos visuales que acompañaban el increíble sonido envolvente.
Con Dancehall cautivaron a los adeptos del house francés mientras que los sorprendían con sus combinaciones del r&b, hip hop y otros sonidos urbanos. Navegaron por Haze, Heaven, Eyes, She, Clash... y cerraron con Territory y Queens, dos de sus emblemas musicales.
Y aunque la cantante venezolana afincada en Barcelona Arca prometía un show fuera de lo común, su terrible sonido y sus pésimas transiciones hicieron que la mayoría del público –o al menos el que se encontraba en condiciones, pues eran las 4 de la mañana del último día de festival– huyeron cuesta arriba a la Caleta, la zona dedicada a la electrónica, donde se despidió Helena Hauff haciendo a todos bailar bajo la tremenda tromba de agua que empezó a caer.
Una segunda edición muy exitosa
Con esta segunda edición, Cala Mijas, hermano pequeño del festival BBK, se consolida como destino internacional marcado por la diversa procedencia de sus asistentes: el 28 % del público es internacional, siendo Reino Unido, Alemania, Italia y Francia los países con mayor presencia. A nivel nacional, el amplio dispositivo de movilidad del festival con viajes organizados ha favorecido la llegada de publico de todas las provincias, en especial, desde Madrid, Andalucía, Cataluña, Murcia y Comunidad Valenciana.
En su despedida, el festival nacional con uno de los mejores carteles del año ha anunciado ya las fechas de su próxima edición: se celebrará los próximos 29, 30 y 31 de agosto de 2024, y las entradas ya están a la venta.