¿Es el reguetón la única música que se puede componer (y tener éxito) sin inspiración?
Sus estrellas son los nuevos multimillonarios de la canción: la mayoría publica un álbum por año, una industria que fabrica sin cesar
Podría decirse que el grupo de rock que mejor ha resistido la invasión del reguetón es Coldplay. ¿Y cómo lo ha hecho? Pues mayormente «copiando» el modo de producción de los artistas mayoritariamente portorriqueños: Melodías fáciles, sacadas como del bolsillo, con solo teclear alegremente un piano.
En el caso de Coldplay al menos hay un piano. No es el ejemplo del reguetón: no un piano sino un mini organillo de aquellos de Casio para las clases de música de finales de los ochenta es suficiente. Aquellos instrumentos, además del teclado, incluían distintos ritmos pregrabados sobre los que se podía tocar y «componer».
Un disco por año
Algo muy primitivo y básico, que sin embargo hoy, cuarenta años después, es la base de la música mas exitosa del momento. No es raro que salgan artistas de reguetón como flores en primavera. Hubo un tiempo, y aún existe, en que las bandas de rock también salían como las flores en primavera.
No así los álbumes y las canciones, los trabajos. Una banda de rock necesita tiempo, inspiración y trabajo como pilares fundamentales, algo que no parece ser necesario en el caso del reguetón, grosso modo, y con todo el respeto a tan triunfante género.
Bad Bunny, uno de los grandes referentes, surgió en 2018 y desde entonces ha sacado un disco por año. Lo mismo cabe decir de Rauw Alejandro y de Anuel AA y de Árcangel por mencionar otros renombrados reguetoneros de moda: un disco por año durante cinco, seis o más consecutivos.
Más que inspiración, el asunto parece de cadena de producción. Claro que se podría oponer que Los Beatles sacaron trece discos en solo siete años. Queen publicó catorce en dieciocho años, hasta la muerte de Freddie Mercury. ¿Tuvieron inspiración ambas bandas? Desde luego que sí.
Los dos grupos son historia de la música y sus canciones se cuentan por obras maestras muchas de ellas y otras son universalmente populares. Las canciones de Bad Bunny no son, ni serán, historia de la música. Son obras de consumo fácil, como su producción, sin voluntad de permanecer. Solo de pasar el tiempo necesario para que todo su público la conozca, antes de caer en el olvido debido a la irrupción del siguiente tema.
Bob Dylan y Bad Bunny
Todo ha cambiado en la industria musical desde que sonó Gasolina de Daddy Yankee. Fue como si alguien lanzara encima una cerilla y nadie ha podido apagar el fuego. Al contrario, se ha extendido y ahora el reguetón arrasa listas musicales y preferencias entre los jóvenes. Ha cambiado la inspiración y han cambiado los oídos. O la «inspiración» ha hecho cambiar los oídos.
Hace medio siglo Bruce Springsteen escribió The River contando una historia real, difícil, social. La música era bonita, era emocionante, se mezclaba con la letra de forma perfecta, un poco al estilo de Dylan, el poeta que iba directo al corazón de sus fans como nunca antes y probablemente nunca después.
Casi toda la juventud escuchaba entonces a Bob Dylan como casi toda la juventud escucha ahora a Bad Bunny. La diferencia, o quizá la mayor de ellas es que Dylan, Premio Nobel de Literatura, se inspiraba en su «querido hijo de ojos azules», mientras le contaba que se había encontrado con «doce montañas rodeadas de bruma», y ya saben las cosas (los atributos físicos de las mujeres, mayormente) en las que no se inspira (porque no le hace falta) Bad Bunny.