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Taylor Swift en la reciente ceremonia de los Grammy, donde resultó gran triunfadoraGTRES

El exagerado triunfo de la normalidad o por qué gusta tanto Taylor Swift

La cantante estadounidense podría haber sido protagonista en la época analógica de la Superpop. ¿Podrían haberlo sido el resto de artistas contemporáneos?

Una encuesta realizada en Estados Unidos intentó explicar el por qué de que Taylor Swift guste tanto. El asunto se fue por el lado de la raza, y el estudio reveló que más del 70 % de los llamados «swifties» eran blancos. Es decir, solo un poco más del 20 % de sus seguidores son negros. El 55 % son demócratas. Ideológicamente la cosa está más o menos igualada. Tampoco hay muchas diferencias entre hombres y mujeres. Swift gusta por igual a ambos sexos.

Fórmula sencilla

En el tiempo en que todo tiene que estar ideologizado, la consigna no funciona con la cantante de Pensilvania. El patriarcado y el feminismo y todo lo demás no les importa a sus fans y tampoco encaja en el perfil. A la mayoría les gusta no por su vida y milagros, sino simplemente por los ritmos de sus canciones y porque tiene una apariencia de chica normal que canta muy bien y baila muy bien y sus canciones suenan muy bien. Una fórmula sencilla, la de toda la vida.

Taylor Swift podría haber sido protagonista en la época analógica de la Superpop. ¿Podrían haberlo sido el resto de artistas contemporáneos? ¿Podría ser ese el motivo de su éxito extraordinario? ¿Qué hace de la antigua niña cantante de música country el fenómeno musical del momento? Ser demasiado «normal» podría ser la clave en una industria y una sociedad en que cada vez hay más «raros», siendo lo «raro» ahora precisamente lo «normal».

En los 90 a Julia Roberts la llamaron «la novia de América» después de protagonizar Pretty Woman. No era un prodigio de belleza, sino más bien un prodigio de normalidad. Todo el mundo quería ser Julia Roberts y todo el mundo pensaba que de algún modo podía serlo. Esa cercanía inalcanzable era el secreto del éxito, como no mucho después lo fue en el caso de Sandra Bullock. Otra chica «normal» en Mientras dormías. ¿Eran Los Beatles chicos «normales»? Desde luego. La normalidad y el talento como piedra filosofal.

Si esas dos claves funcionaron en el tiempo en que todos (o casi todos) los artistas eran aparentemente «normales» y lo que les hacía mejores y peores era exclusivamente el talento, ¿cómo no va a funcionar en la época en que primero hay que ser «raro» y luego ya demostrar el talento, incluso esto último ni siquiera hace falta en la mayoría de los casos? Es un poco el refrán «En el país de los ciegos el tuerto es el rey». Lady Gaga tuvo que vestirse con filetes para llamar la atención a pesar de que su talento era innato. Quizá también un talento más difícil de hacer éxito por oscuro y por real.

A ese talento hubo que darle el empujón que a Taylor Swift no le ha hecho falta porque sus dones son más «sencillos», más «populares». A todo el mundo le gusta esa chica joven, con apariencia de sana y de buena, esa joven que también es guapa, pero sin pasarse. Es una nueva «novia de América» con un aspecto equilibrado que no molesta a nadie y, al contrario, gusta a muchos. Es el centro no político sino musical. Odiar a Taylor Swift es poco menos que una irreverencia, y por eso también los premios masivos, como los Grammy, siguen su estela.

Es el extraordinario (o no tanto, porque ya se ha visto muchas veces) triunfo de la normalidad adornado con un poco (o un mucho, ahora) de espectáculo. Es la transformación de la adolescente estrella local del country a estrella mundial del pop y de todas partes. Es la nueva «beatlemanía». La «swiftmanía» que en realidad no es nada nuevo sino la figura que necesita la industria para elevar el globo que no sube en buena medida por una mediocridad general expuesta casi sangrantemente en las cifras de asistencia a conciertos, donde Swift supera a los grandes artistas de siempre, y donde sus contemporáneos, quienes tampoco serían portada de Superpop, ni se les acercan.