Gustavo Dudamel y El Sistema, ¿al servicio de Maduro?
Medio siglo después de la fundación del sistema de orquestas juveniles venezolano, la Orquesta Simón Bolívar emprende una nueva gira por Europa entre acusaciones de todo tipo que cuestionan el modelo educativo, y a su figura más destacada
«La única cosa que se puede hacer en América es emigrar». La frase le pertenece a Simón Bolívar, en cuyo nombre, los últimos gobernantes de Venezuela, Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, han pretendido poner en marcha una revolución para restablecer la promesa siempre incumplida de una cierta justicia social en Venezuela.
Pobreza eterna
En teoría, llegaron para resolver las profundas diferencias entre una minoría poseedora de todos los privilegios y el resto de la población, mayoritaria, sumida en una suerte de pobreza eterna (algo, por otra parte, común a tantos otros fallidos estados latinoamericanos. ¿En cuántos de estos existen sistemas de redistribución, de sus a menudo cuantiosos recursos, eficaces? ¿Cuáles han logrado sentar unas bases económicas mínimas para una convivencia armoniosa, más que resignada, a partir de salarios decentes, acceso a una educación y sanidad de calidad, …?)
Las golpeadas clases medias venezolanas han tenido que abandonar su país en masa
La práctica ha demostrado que o las intenciones de los nuevos «salvadores» caribeños eran ya otras o, no siendo estos capaces de aplicarlas por su apreciable falta de preparación en una tarea tan exigente, sus medidas solo han servido para hacer aún más urgente la sentencia que inicia este artículo del proclamado libertador de las Américas.
El caldo de cultivo de un recetario caduco, basado en la conculcación de las libertades esenciales para que unos gobernantes incompetentes pudieran aplicarlo a su antojo, se ha saldado con resultados nefastos. Las golpeadas clases medias venezolanas han tenido que abandonar su país en masa por el colapso de la economía, ante la imposibilidad de proponer alternativas democráticas con propuestas seguramente más oportunas.
Donde solo prosperan los adictos al régimen
Allí solo prosperan ya los adictos al régimen: algunos empresarios que practican el funambulismo y familiares y amigos de los tiranos, más sus estrechos colaboradores, como esa hermana de un jerarca de medio pelo a la que, como se mostraba estilosa, la pusieron al frente de una de las industrias más prósperas de esa nación, la de la confección de uniformes para los presos de las cárceles empleadas como centros de detención y tortura de la disidencia. Por supuesto, queda también «el pueblo», esas hordas menesterosas de los ranchitos a los que supuestamente Chávez y Maduro se proponían salvar.
Esa gleba continúa lo mismo que antes, solo que ahora ya no tiene contra quien alzarse porque sus redentores hablan idéntico lenguaje; han logrado echar a los «poderosos» del país (el mal causado a los otros provoca un bienestar consolador, aunque en realidad nada cambie); la cortejan de vez en cuando con alguna limosna navideña y, por si alguien osara preguntar «qué hay de lo mío…», el retraso en la aplicación del paraíso en la tierra se debe siempre a causas exógenas: el enemigo exterior de envidiosas potencias extranjeras más los exiliados, esa canalla que solo desea su fracaso para volver a apropiarse de sus riquezas cuanto antes.
Hitler ya lo tuvo muy claro: la Filarmónica de Berlín serviría como entusiasta embajadora cultural del nuevo orden
Y en todo esto, ¿por dónde cae la música? Hitler, a través de su eficaz propagandista, Goebbels, ya lo tuvo muy claro: la Filarmónica de Berlín serviría como entusiasta embajadora cultural del nuevo orden. Sus giras de conciertos por los países conquistados contribuirían a compartirles la buena nueva del Sagrado Arte Alemán.
Lo de Maduro no da para tanto, pero igual que en su día ya intuyó Chávez, ha encontrado en El Sistema, la organización de orquestas juveniles cuyo buque insignia representa la Orquesta Simón Bolívar de Venezuela, con su almirante Gustavo Adolfo Dudamel al frente, un útil ariete contra los críticos. La demostración empírica de sus auténticas intenciones. Puede que una parte importante de los niños venezolanos sufra la malnutrición, o que desde la pandemia siga sin pisar las aulas escolares apenas más que un par de días a la semana. Pero en cambio, ¡cómo tocan el violín!
La idea hoy cuestionada del fundador Abreu
Gracias a aquella idea que hace justamente 50 años puso en marcha José Antonio Abreu, un economista bien situado entre las élites caraqueñas, director de orquesta diletante, los pequeños de los barrios marginales ya no tienen que preocuparse más ni de su sustento diario (la música proporciona un alimento espiritual muy superior a cualquier proteína) ni de su futuro (todos ellos encontrarán empleo en ese vergel musical que representa Venezuela, donde en cada esquina florece cada día un nuevo auditorio).
Allí su muy cultivada población (la educación, como en Cuba, está por encima de cualquier ansia de libertad) se afana en descubrir el resplandor de esa belleza que, como afirmaba Antoni Tápies, «incluye la misma bondad», seguramente resguardada entre las partituras de los grandes compositores: Beethoven, sí, aunque también Juan Manuel Olivares, Caro de Boesi, Reynaldo Hahn, María Luisa Escobar o, más cerca a nuestro tiempo, Diógenes Rivas (gran amigo, por cierto, de Francisco Guerrero).
La Orquesta Juvenil Simón Bolívar y su director, el carismático Dudamel, en todo tiempo leal a ambos tiranos
Al cumplirse ahora medio siglo de la fundación de El Sistema, Nicolás Maduro, en días que coinciden casualmente con el simulacro de su continuidad como sátrapa investido por las bayonetas, a veces más eficientes que los votos, la Orquesta Juvenil Simón Bolívar y su director, el carismático Dudamel, en todo tiempo leal a ambos tiranos (solo una vez se mostró públicamente disgustado con Maduro por el asesinato de un joven músico durante unas manifestaciones, y le castigaron con la supresión de una gira por EE.UU), lo celebran ahora felizmente con varias actuaciones en Europa.
El primer concierto se celebró ayer mismo, en París, y luego seguirán por Londres, Luxemburgo, Berlín, Bruselas hasta concluir en Madrid, el próximo día 25. Más allá de los ditirambos que propiciará este nuevo encargo diplomático para mostrar al mundo las bondades del régimen venezolano, los apoyos tanto al Sistema como al propio Dudamel comienzan a resquebrajarse en el frente europeo.
Denuncias de abusos sexuales
Desde luego, no hay más que leer la bienvenida que en The Times les obsequió la periodista Jessica Duchen, el mismo día de Reyes, con un amplio reportaje en el que animaba desde su inicio a «lavarse las manos de El Sistema». La autora, responsable de una biografía sobre Faurè, detalla una lista de presuntas tropelías cometidas en la organización artística, desde abusos sexuales hasta las coacciones a los jóvenes músicos para evitar deserciones durante sus viajes, …
Quizá ha llegado el tiempo de prestarle más atención a Gabriela Montero, la pianista venezolana exiliada de su país, que durante años ha denunciado el uso propagandístico de El Sistema. Hoy asegura que «ya no es moralmente aceptable invitar a orquestas que dependen y son operadas por países pérfidos». ¿O lo que a posteriori se consideró una práctica perversa de Hitler, como la instrumentalización de la filarmónica de Berlín y de su director estrella, Furtwängler, para apuntalar la imagen de la Alemania nazi ya no sirve ahora para Maduro y Venezuela?