La música clásica se alza contra Trump (no toda)
El prestigioso pianista sir András Schiff cancela sus próximos conciertos en EE.UU., mientras el director italiano Gianandrea Noseda acepta continuar cuatro años más al frente de la Sinfónica Nacional de Washington

András Schiff en su actuación en el Auditorio Nacional de Madrid
A falta de otras voces contestatarias, pareciera que al mundo de la música clásica le hubiese correspondido, como representante de la cultura (alta, en este caso), la tarea de situarse a la vanguardia del combate ideológico contra Donald Trump.
Y pasando muy pronto de las palabras a los hechos, algunos destacados intérpretes europeos no han tenido reparo alguno en perjudicar a sus propios bolsillos al cancelar, como protesta por las políticas del presidente norteamericano, las actuaciones que tenían previsto ofrecer en ese país durante los próximos meses.
Sir Schiff, que hace unos días ofreció un concierto en Madrid (del que aquí les ofrecimos una reseña), acaba de comunicar que no volverá a actuar en Estados Unidos mientras dure el mandato de Donald Trump.A este pianista, según sus propias declaraciones a un medio norteamericano, le incomodan asuntos como la postura de Trump frente a Ucrania y su acercamiento a Rusia, los anuncios realizados sobre la posibilidad de tomar control sobre territorios soberanos como Canadá, Groenlandia y Gaza y, muy especialmente, lo que concierne a sus medidas contra la inmigración.
Cree el pianista, de 71 años, al que la reina Isabel II convirtió en caballero hace una década, que las deportaciones de personas de países norteamericanos muestran un sesgo xenófobo que a él, particularmente, le recuerdan lo vivido por su propia familia judía durante el nazismo, con la experiencia del Holocausto.
El intérprete, que goza de una amplia y muy distinguida discografía, ya no actuará con la Orquesta de Filadelfia y la Filarmónica de Nueva York, como tenía previsto en su agenda profesional.
En cambio, Noseda se queda en Washington
Pero no todas son malas noticias para Trump por el flanco musical. En 2017, un magnífico director italiano, seguramente uno de los más completos entre los de su generación, Gianandrea Noseda, firmó un contrato para hacerse cargo, como titular, de la National Symphony Orchestra.
Este conjunto sinfónico tiene su sede en Washington, precisamente en el Kennedy Center, hoy objeto de una agria controversia desde que el presidente norteamericano decidió tomar el control personal de la institución, que se encontraba prácticamente en quiebra técnica. La semana pasada, durante su asistencia a uno los conciertos de la National Symphony Orchestra, el vicepresidente Vance y su esposa fueron abucheados por una parte del público presente en la sala.
Lejos de sumarse ahora a los discrepantes, Noseda ha decidido continuar al frente de la orquesta de la capital por cuatro años más. Su contrato expiraba en 2027, pero ahora ha aceptado prolongarlo hasta 2031.
Los más maliciosos apreciarán seguramente en esta aceptación la sombra alargada de Valery Gergiev, que en el pasado fue el principal mentor de Noseda, al que invitó a dirigir en varias ocasiones en el Teatro Marinskii, después de convertirse en su asistente.
Gergiev, mano derecha de Putin en asuntos culturales, y hoy director también del Bolshoi de Moscú, fue cesado del cargo de titular de la Filarmónica de Munich, y canceladas sus actuaciones en países como Italia, Gran Bretaña y EE.UU., cuando, al comienzo del conflicto bélico, se negó a condenar la invasión militar de Ucrania. Su afinidad hacia el mandatario ruso no parece contemplar la deslealtad en ningún caso.
Desde su retirada forzosa de la escena internacional, Gergiev solo ha vuelto a dirigir fuera de Rusia en dos países, China e Irán. El año próximo vendrá a España, gracias a una invitación para actuar en Barcelona, en el Palau de la Música.