El invento climático
A pesar del efecto invernadero, se ha iniciado la campaña del bocarte. Y curiosamente, los barcos están pescando bocartes, lo cual molesta sobremanera a los ecologistas, partidarios de denunciar que, durante la campaña del bocarte, las redes rebosen de murciélagos, como consecuencia del efecto ese tan espantoso
Me han recomendado pasear. Una horita, más o menos. Hoy he cumplido y vuelvo a casa horrorizado por el cambio climático. En los cables de la luz, un águila ratonera. Quieta, expectante, dispuesta al ataque a la vista del primer ratón. Sucede que con el cambio climático han desaparecido los ratones, y a este paso, las águilas ratoneras pueden extinguirse. Dolorosa evidencia. Aquí, en el norte, el cambio climático nos ha dado ese disgusto. El profesor Wigenstein, de la Universidad de Aquisgrán nos ha advertido que, muy probablemente, en el año 3487 de nuestra era, no queden águilas ratoneras en el norte de España. Porque el cambio climático arrasa con todo. En España no llueve. Según el profesor, por el CO2 y el efecto invernadero. Aquí, en el norte ha llovido lo suficiente y con medida, pero no es la solución. Lo que tiene que hacer es llover en Madrid, que por su bóveda de contaminación, no permite el paso de la lluvia. Y esa imposibilidad es responsabilidad de Ayuso, muy posiblemente compartida con Almeida. Cuatro gotas y el Manzanares a punto de desbordarse. Y todo por no preparar nuestras ciudades y campos para luchar contra la sequía del cambio climático. Como Andalucía, que se ha quedado sin agua, porque con el cambio climático no se puede jugar. Se han retrasado las grullas de Gallocanto. En abril, cuando no había cambio climático, las grullas levantaban el vuelo y clausuraban su emigración invernal. Por ahora, nada de nada. Ahí siguen las grullas. El profesor Wigenstein, no se ha mostrado preocupado. Todavía no estamos en abril.
Anteayer, un oso pardo atacó a un senderista en Sejos. Los osos han llegado hasta Sejos huyendo del cambio climático. Con el efecto invernadero, a los osos se les pone un carácter y un temperamento que hay que tener mucho cuidado con ellos. El senderista fue un imprudente. Todos los senderistas con camiseta del Ché Guevara, son ecologistas. Y los ecologistas de izquierdas tienen que saber que el cambio climático y el efecto invernadero, producen un nerviosismo agresivo en los osos pardos. Afortunadamente, una patrulla del Seprona de la Guardia Civil, apareció, le ordenó al oso que se fuera, y el oso obedeció, como tienen el deber el resto de los osos cuando el cambio climático le anuncia efluvios desagradables de senderistas.
Pero nada comparado con el avistamiento del papagayo intercontinental. Un barco carguero danés, en la mitad del Atlántico norte, fue testigo del efecto invernadero del Atlántico norte, no lo confundan con el Atlántico sur.
Un papagayo, de los últimos que han nacido en Groenlandia, volando hacia Europa, prueba irrefutable del efecto invernadero.
En lo que mí respecta, no pude obtener más pruebas durante mi breve paseo. Limones en los limoneros, naranjas en los naranjos, y en los prunos y almendros, los árboles en flor. Temperatura primaveral y los prados jugosos. Lo escribió Antonio Gala en su sección «Texto y Pretexto» de Sábado Gráfico. «Cuando viajo a la provincia de Santander, y elijo un prado para sentarme y contemplar sus maravillas siempre me asaltan dos temores. Que si respiro fuerte, me tragaré a una vaca, y que si me quedo sentado una hora más en el prado, me crecerá la hierba a mí también».
A pesar del efecto invernadero, se ha iniciado la campaña del bocarte. Y curiosamente, los barcos están pescando bocartes, lo cual molesta sobremanera a los ecologistas, partidarios de denunciar que, durante la campaña del bocarte, las redes rebosen de murciélagos, como consecuencia del efecto ese tan espantoso. Y España, nuestra querida España, sin agua y con sed.
El cambio climático.