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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Metedura de pata

Existen las meteduras de pata simples y las compuestas, cuando son encadenadas. –Aquella gorda vestida de coliflor está deseando que alguien la saque a bailar–; –aquella gorda vestida de coliflor es mi hija, y usted se ha colado en la fiesta y se va a ir inmediatamente o llamo a la Policía–. Esta metedura de pata es simple y no tiene arreglo posible

Actualizada 08:25

Cuando se mete la pata por una imprudencia verbal, no hay que intentar arreglar el problema. Es recomendable el ardor guerrero y reconocer el fallo. Existen las meteduras de pata simples y las compuestas, cuando son encadenadas. –Aquella gorda vestida de coliflor está deseando que alguien la saque a bailar–; –aquella gorda vestida de coliflor es mi hija, y usted se ha colado en la fiesta y se va a ir inmediatamente o llamo a la Policía–. Esta metedura de pata es simple y no tiene arreglo posible. Resulta imposible restaurar la normalidad. Don Manuel del Palacio, excepcional poeta satírico del entresiglos del XIX al XX, versificó con maestría una metedura de pata que glorificó al perjudicado por la imprudencia. Dos señores, elegantemente vestidos, charlan en un baile.

Ilustración de Barca

Barca

Diálogo al vuelo cogido
En el baile de Menchaca.
-Oriénteme usted, querido:
¿Quién es esa horrible vaca
Que al pasar le ha sonreído?-.
-Se lo diré, caballero.
Es doña Julia Terrón
Hija del duque de Ampuero,
Y madre de este ternero
Que está a su disposición.

Metedura de pata impresa, periodística. El Diario Vasco de San Sebastián publica la reseña de una importante recepción. «Acudieron los gobernadores civil y militar con sus esposas, el alcalde de San Sebastián con su esposa, el general jefe de la Guardia Civil con su esposa, y el Obispo de San Sebastián con su esposa. La recepción resultó tan entretenida como interesante».

El Cardenal Morcillo, primer Arzobispo de Madrid, es ingresado en una clínica por un episodio vascular. Por fortuna, es dado de alta una semana más tarde y acude a un compromiso oficial. Es recibido por el ministro del Movimiento, José Solís Ruiz, egabrense, «la sonrisa del Régimen». –Qué alegría ver a Su Eminencia tan recuperada–; y el cardenal responde. –Pues no se lo podrá creer, señor ministro, pero me he salvado de milagro. Estuve muy pachucha-.

Como metedura de pata encadenada, sólo al alcance de los muy patosos, la del poeta Carlos Cano –no confundir con el gran cantante–. Es el autor de la metedura, y la versifica. Tarde de toros en Madrid. Y Cano le pregunta a su vecino de localidad.

-Dígame usted, ¿Quién es esa
Que abre y cierra el abanico?
Sí, esa morsa. -¡Es mi señora!
-Perdone usted, he querido
Decir la que está a su lado
Que es horrenda-. -¡Es Rosarito,
Mi hija mayor!-. –No, la otra,
Aquella que es como un higo
Que ahora sonríe-; -¡Es mi hermana!-
-Sin duda, bien no me explico;
Me refiero a aquella rubia
Que es lo más feo que he visto
En una plaza de toros,
O en el teatro, o el circo-.
-¡Mi prima Rosa!-; -¿De veras?
¡Pues basta ya de remilgos!
Tiene usted una familia
Horrorosa, buen amigo!
Al final, supo estar digno. Y asumió la metedura de pata recibiendo, caballerosamente, un merecido puñetazo.
Carpe Diem.

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