Etty Hillesum: la historia de la joven judía que encontró a Dios en el horror nazi llega al teatro
El Diario de una vida conmocionada de la joven neerlandesa, que eligió voluntariamente la deportación y acabó muriendo en Auschwitz, llega a la Sala Arapiles 16 en 500x600, una obra que destaca la singularidad de un testimonio arraigado en su valor humano, ético y trascendental
«Me doy cuenta de que dondequiera que haya seres humanos, hay vida». Desde el convoy de la muerte y el exterminio que la lleva a Auschwitz con toda su familia y 938 personas más, Etty Hillesum arroja una tarjeta-postal con estas palabras: «Vosotros me esperaréis, ¿verdad?».
Entre 1941 y 1943 esta joven judía, nacida en 1914 en los Países Bajos, vuelca sus preguntas en un diario que se vuelve uno con el lector, cuya tarea es precisamente la que ella solicita: esperarla. A través de sus textos recuperamos su memoria y el testimonio de su vida, que vive en su palabra y que nos abre constantemente una esperanza. Etty, de mente brillante, convive con un fuerte grito existencial que la hace sentir con mucha facilidad el vacío y la insuficiencia de todo y, a la vez, su propia fragilidad, que aborrece. Pero también se apasiona por todo lo que la atrae, intentando atraparlo. Así, vive sumida en un caos en el que, a pesar de todo, descubre puntos de claridad.
Su vida da un vuelco cuando conoce a su psicólogo, el señor Spier: a través de él, Etty empezará, no sin grandes sacrificios, a experimentar una profunda transformación espiritual. Es en ese momento cuando comienza a escribir sus diarios, a la vez también que la persecución a los judíos comienza a crecer a su alrededor. «A cada nueva crueldad, deberemos oponer un pequeño suplemento de amor y de bondad que hemos de conquistar en nosotros mismos», escribe Etty.
En 1942 se ofrece como voluntaria para ir al campo de deportación de Westerbork por solidaridad con los demás judíos: «No quiero escapar: quiero compartir la suerte de mi pueblo». Allí, donde convive en un espacio de 500 x 600 metros junto con 10.000 personas más, Etty continúa su recorrido interior, que la hace ganar serenidad y confianza.
Sin embargo, para la actriz Carla Vilallonga, a la que entrevistamos en El Debate, la experiencia de leer sus diarios fue formativa, pero también de alguna manera insuficiente. Eso la llevó a plasmar su vida en una obra de teatro que, dirigida por Paola Pozzo, llega ahora a la Sala Arapiles 16 de Madrid, donde se representará del 28 de octubre al 26 de noviembre. El espectáculo teatral Etty Hillesum 500×600 cuenta este cambio que Etty experimentó durante los dos últimos años de su vida: es el retrato del alma de una joven judía de 27 años con todos sus temores, fantasías y con una esperanza que, en vez de irse apagando, se vuelve cada vez más luminosa.
–¿Cómo surgió tu acercamiento a la figura de Etty Hillesum, aún desconocida para el gran público?
–Había oído hablar de ella a un amigo. Pero fue muy curioso, porque me acerqué a Etty a través de una chica italiana que tengo en común con unos amigos, que casi no me conocía, pero que me regaló el libro Diario de una vida conmocionada, diciéndome que estaba segura de que me encantaría. Fue más o menos el verano de 2017, y me lo leí del tirón.
–¿Quién era Etty, cuál crees que fue la grandeza de su vida?
–Etty es una joven neerlandesa, muy inquieta, inteligente y con grandes heridas afectivas. Creo que la grandeza de su vida está en haber sido leal a qué es lo que le iba llenando el corazón. Fue dejando espacio a sus intuiciones y a lo que la realidad le iba indicando como verdadero, y eso le llevó a poder amar con una pureza que nunca se habría imaginado.
–Si uno lee los Diarios de una vida conmocionada aprecia una evolución en su pensamiento; evolución que transcurre muy pegada a la experiencia. ¿Pensamiento y vida van, en Etty y en todos, de la mano?
–Yo creo que sí: en todos hay una lucha continua, casi encarnizada, entre los pensamientos y la experiencia. Queremos que algo sea de una manera y a veces lo es; en cambio, cuando no coincide, o cedemos y estamos abiertos a descubrir qué hay detrás, en realidad, o nos aferramos a nuestra concepción de la cosa sin movernos. En su lucha, Etty va sometiendo sus pensamientos a su experiencia; estando siempre interrelacionados. Creo que pensamiento y vida, si dejamos que dialoguen entre ellos y se corrijan mutuamente, pueden ir de la mano y formar un muy buen equipo.
–¿Qué destacarías de su vida y de su pensamiento?
–A mí lo que me encanta de esta figura es que genera perplejidad: no se sabe muy bien de dónde viene ni a dónde va; si está en serio o en broma; si cree en la tradición judía o en el Evangelio. Lo que destacaría es que ella va haciendo suyo todo aquello que le hacer vivir mejor, con más verdad. Por eso tan pronto puede recitar un salmo del Antiguo Testamento como conmoverse con San Pablo. A la vez, me interesa el hecho del caos que hay en ella, ya sea a nivel de pensamiento como de acción: como todos nosotros, procrastina, se queda vagando en sus pensamientos, hace cosas de las que se arrepiente, no hace cosas que sí desearía hacer… Y esto me fascina porque, en este sentido, es «una más». Lo cual es una esperanza para todos.
–Uno de los epígrafes del libro se titula ´¿Cómo creer en Dios en medio del horror nazi?´. ¿Es esto posible?
–Creo que es posible si, por un lado, uno está disponible a que así sea. Yo puedo estar en cualquier circunstancia, justa y maravillosa o injusta y horrible, y decidir qué es lo que miro. Por otro lado, es necesaria la Gracia, que Dios derrama según Su designio misterioso. Libertad y Gracia.
–El camino interior de Etty la llevó a decir que Dios habita «en lo más profundo del ser humano» y que siempre es presencia entre nosotros. ¿Cómo llega ella a esta conclusión?
–La verdad es que no me atrevo a afirmar cómo llegó hasta ahí. Sólo sé que ella tuvo que haber hecho esa experiencia de Dios hecho carne para poder llegar a decir eso.
–En el capítulo final, desarrolla ´La experiencia mística, un modo de vivir lo humano´. ¿Cuáles son las claves para recorrer este camino interior?
–Aquí tampoco me atrevo a mojarme… Lo que sí creo es que la clave de Etty ha sido tener los ojos fijos en su Creador, al que ha ido conociendo y por el que se ha ido dejando moldear. Su diálogo con Él ha sido en la intimidad –a través de personas, a través de la escritura, de la oración– pero siempre en una intimidad, en un tú a Tú.
–Tú habías leído su obra y te había fascinado, pero ¿en qué momento se te ocurre llevarla al teatro?
–Fue cuando hace unos años vi una exposición sobre Etty en el congreso cultural Meeting de Rímini. Allí, delante de los paneles, me vino un deseo fortísimo de que aquella chica tomara carne; de que fuese visible para el mundo a través de una carne. En ese momento yo justo me estaba planteando iniciar un proyecto teatral, y se me hizo fácil seguir esta sugerencia nacida de improviso. Al cabo de unos meses nos propusieron representar la obra en EncuentroMadrid: allí fue el estreno (todavía online debido a la pandemia). Hemos tenido una ocasión más de representarla, y fue el pasado abril en la Universidad Francisco de Vitoria.
–¿Por qué has decidido volver a representarla, en esta ocasión en la Sala Arapiles?
–Realmente, el proyecto se pensó para poder representarla en una sala de teatro al uso: ese era, personalmente, el desafío. Cuando me planteé llevar a cabo esta obra, lo que implicaba era dar un salto profesional: pasar de hacer teatro en academias a hacerlo en «la calle»; pasar de tener como público a mi familia y a mis amigos a tener a cualquiera que haya visto la obra anunciada. Pasar de hacer teatro «en casa» a hacerlo «a la intemperie». Es todo un desafío que, como deseo, ha estado desde el inicio.
La clave de Etty ha sido tener los ojos fijos en su Creador, al que ha ido conociendo y por el que se ha ido dejando moldear. Su diálogo con Él ha sido en la intimidad, en un tú a TúActriz protagonista de 'Etty Hillesum'
–¿Cómo es el proceso de ensayo? ¿Quiénes participáis en este montaje?
–El proceso de ensayo fue muy intenso y también muy divertido. Éramos tres: Paola Pozzo, Javier Monsalve y yo misma. Algunos momentos geniales fueron cuando Paola nos decía a Javier y a mí: «Me voy media hora: pensad algo para esta escena y luego lo vemos». Y nos dejaba solos con el texto. Javier y yo no sabíamos por dónde empezar, pero desde luego que era una llamada a nuestra creatividad: él se ponía a probar canciones al piano o con el chelo, y yo me movía de un lado al otro del escenario. Luego supimos que Paola se quedaba al otro lado escuchando (risas). Después volvía y entre lo que habíamos pensado nosotros y lo que veía ella, montaba la escena en cuestión. El proceso fue realmente bonito: sólo por la amistad que surgió entre los tres, valió la pena todo el trabajo. Javier no pudo continuar con el proyecto y se incorporó en su lugar Andreas König, con el que también hemos ensayado mucho: cada persona es un mundo, con lo cual ahora Andreas aporta algo distinto; ¡siempre algo bueno! Andreas está tan interesado en esta obra que viene cada vez desde Grecia, donde vive, para poder representarla. Creo que Etty se nos ha metido a todos un poco en el corazón. En la escenografía y el vestuario también participaron Natalia Vime y Leo Taborda, que nos ayudaron a ambientar la obra. El vídeo y el tráiler los realizó Nacho Peña con muchísimo cariño, y las fotos que tenemos se las debemos a Lupe de la Vallina. En las primeras fases del proceso estos y otros amigos vinieron para darnos su feedback sobre nuestro trabajo: lo que se entendía, lo que no, etc. Fue muy valioso y dese aquí quiero agradecer el apoyo a cada uno.
–¿Qué supone para ti como actriz dar vida a alguien como Etty?
–Me siento muy agradecida por poder encarnar a esta mujer. Sé que mostramos algo totalmente parcial al público; pero poder mostrar, aunque sea, un par de cosas esenciales de la vida de Etty para mí es ya motivo de gratitud. Como actriz ha sido un gran desafío: con Paola he aprendido muchísimo a nivel interpretativo. El cuerpo se usa constantemente; el nivel de exigencia es alto. Para la coordinación con música, igualmente, he tenido que desarrollar más la escucha.
En cuanto a representar a Etty, para mí es muy satisfactorio, porque me siento profundamente vinculada a ella y a las experiencias principales que tiene: también yo pienso mucho las cosas, también escribo, también tengo una lucha constante por descubrir cuál es la verdad; también me dejo llevar por el sentimiento, también experimento la gracia de Dios… Hay un punto en que siento que nos une lo más profundo que puede unir a dos seres humanos: la conciencia del amor de Dios por nosotros, y de que esa es la verdad del mundo entero, pase lo que pase.
Siento que a Etty y a mí nos une lo más profundo que puede unir a dos seres humanos: la conciencia del amor de Dios por nosotrosActriz protagonista de 'Etty Hillesum'
–¿Cómo sientes que ha cambiado tu relación con ella, y tu relación con Dios, a partir de interpretar este papel?
–Es gracioso, porque la Etty que ha resultado en el escenario es diferente de la que yo imaginé cuando leí los diarios. Siento que la Etty del teatro es un boceto, una síntesis, un haz de un dibujo más complejo que va mucho más allá de lo que el público puede llegar a ver o comprender. Es verdad que, desde que empezamos el proyecto, la tengo más en cuenta para pedirle su intercesión, porque creo que ya estará en el cielo y nos podrá ayudar desde allí. Sobre mi relación con Dios: me conmueve que cuando represento esta obra y me dejo tocar por lo que este personaje está viviendo, también yo, a la vez que Etty, hago una experiencia, en el momento, del amor de Dios por mí. Es como si se actualizara la redención de mi vida en ese instante.