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'La Sylphide' de Joaquín de Luz

'La Sylphide' de Joaquín de Luz

'La Sylphide' de Joaquín de Luz lleva el romanticismo escocés al teatro de la Zarzuela

La Compañía Nacional de Danza ha presentado su última representación del ballet romántico creado en el siglo XIX, que marcó el estilo de toda la disciplina

Amanece en las Highlands y un hada traviesa despierta a James con un beso en la frente. Este se enamora profundamente, a pesar de que ese es el día de su boda. Entonces empieza una historia de obsesión que hará que la vida de James dé un giro inesperado. El ballet comienza con su casa como escenario, de una manera que envuelve al espectador y hace que se sienta parte de los festejos. En el segundo acto, un bosque frondoso y frío cambia por completo la narrativa de la historia.

Bajo este contexto nace La Sylphide, que se estrenó en 1932 en la antigua Ópera de París Le Pelletier, coreografiada por Filippo Taglioni. Sin embargo, esa versión no sobrevivió, y la que ha resistido a la historia ha sido la de Bournonville, de 1936. Ahora, la Compañía Nacional de Danza ha vuelto a interpretarla, después de su éxito con Giselle, para educar al público español con una de las mejores obras que nos ha dado la danza clásica.

'La Sylphide', de Joaquín de Luz

'La Sylphide', de Joaquín de Luz

Y si hay una persona responsable de la excelencia de las obras de este ballet, es Joaquín de Luz. Empezó como director en el año 2019, después de haber estado aprendiendo y conquistando los escenarios americanos al puro estilo Balanchine. Su larga trayectoria en el New York City Ballet y su especialización en preparación física para la danza se ve reflejada en un cuerpo de baile con una técnica potente y un encanto que sobrepasa el foso.

Los bailarines principales demostraron una exactitud y una pureza técnica que hacían que todo el foco recayera sobre la historia. Joaquín de Luz siempre ha sido un gran bailarín en saltos, y con cada solo masculino se podía ver cómo ese savoir-faire se ha transmitido a su compañía. No todos los bailarines son buenos directores, y también se han dado casos de directores que no destacaron como bailarines, pero el madrileño ha sabido llegar al máximo en ambos puestos. Cuando un genio deja el ego al lado y enfoca su saber en su compañía, el resultado solo puede ser excelente.

Otro momento de 'La Sylphide', que Joaquín de Lux dirige y protagoniza

Otro momento de 'La Sylphide', que Joaquín de Lux dirige y protagoniza

Otro aspecto muy difícil de dirigir es saber mover bien a una veintena de bailarines en el escenario. Sin embargo, el constante movimiento de las «sílfides» en el escenario hace de la segunda parte una representación dinámica y que mantiene al espectador pendiente del giro.

Si hay que ponerle una pega, fue la falta de emoción de algún bailarín, que no es algo negativo, sino una influencia de la escuela aprendida y de su formación. Pero en los ballets románticos las historias son tan puras y sinceras, que si la expresión del bailarín no acompaña al alma del personaje, se pierde la historia.

Esperamos que Joaquín de Luz siga esta línea de ballets clásicos, porque revivir lo más puro de la danza en un momento en el que se está perdiendo, y sobre todo llenar un teatro por ello, merece ser un evento periódico y no quedarse en unos días de fantasía sobre puntas.

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