El Nacional de Teatro confirma al izquierdismo radical como la primera condición para ganar un premio estatal
El Teatro del Barrio fue fundado por el actor Alberto San Juan, inicialmente famoso por protagonizar la ceremonia de los Goya del «No a la Guerra» junto a Willy Toledo
Como un teatro feminista y como «un espacio político y micropolítico que se nutre del movimiento ciudadano» se define el Teatro del Barrio, reciente Premio Nacional de Teatro 2024 concedido por el Ministerio de Cultura que dirige Ernest Urtasun.
No es solo la política y el feminismo, sino también la «descentralización» y la «diversidad» que realizan una «labor pedagógica» las méritos del premio, según informó la presidenta del jurado y reciente presidenta del INAEM, nombrada específicamente por Urtasun, Paz Santa Cecilia.
Todo queda en casa de los actuales inquilinos de la cultura oficial, que se premian a discreción. Desde el último Premio Nacional de Cómic que ofende gratuitamente a los católicos, al Premio Nacional de Teatro para una sala alternativa, «descentralizadora, feminista y política».
La dramaturgia se deja para otra ocasión, igual que la calidad del dibujante en el caso del cómic. La falta de calidad en este último caso, con unos evidentes dibujos infantiles en el trazo e ideológicos en el argumento y las formas no dejan lugar a dudas. El Teatro del Barrio ya ha mostrado sus muy diversas posturas y sin embargo únicas posibles (a pesar de que dice huir del «pensamiento único»), que no sus calidades, o sí, que en cualquier caso son (se puede decir que «son» con rotundidad) absolutamente secundarias.
Alberto San Juan fue el actor y director que saltó a la fama en la gala más sectaria que se recuerda (la famosa del «No a la Guerra» durante el Gobierno de Aznar) de los Premios Goya como presentador, junto al ilustre partidario de la dictadura cubana, entre otras, Willy Toledo, ambos entonces responsables de la compañía de teatro Animalario.
También fue responsable y fundador en 2013 del Teatro del Barrio, el proyecto que, por cumplir requisitos, cumple hasta con los colores, el rojo y el negro, no precisamente los de Stendhal, sino los símbolos del anarco-sindicalismo y el anarco-comunismo.
Autorretrato de un joven capitalista o Ruz-Bárcenas son algunos de sus estrenos más representativos, como se puede comprobar, de tono absolutamente político y por supuesto en una sola dirección.
La programación actual incluye títulos inequívocos como El Gulag («humor político anticapitalista que cabrearía bastante a la ultraderecha»), Las víctimas civiles, con Franco (sorpresa) como telón de fondo, Arrancamiento (sobre la «violencia institucional de las madres que denuncian abusos sexuales a sus hijos») o el evento, con convocatoria de huelga incluida, contra «el genocidio que el Estado de Israel está llevando a cabo en la Franja de Gaza».
A todo esto el Ministerio de Cultura de España le ha concedido el Premio Nacional de Teatro 2024, la confirmación de que, no ya el izquierdismo, sino el izquierdismo radical, es la única condición, alejada completamente del talento, de la originalidad o de lo epatante (pues está en completa alineación con la actual ideología gubernamental) como presupuestos fundamentales, para ganar un premio de cultura estatal.