Eslovaquia y Rumanía firman un empate que sirve a ambos

Eslovaquia y Rumanía firman un empate que sirve a ambosAFP

Eslovaquia 1-1 Rumania

Eslovaquia y Rumania pasan a octavos tras un empate que traerá cola por acusaciones de 'biscotto'

Eslovaquia y Rumania se clasificaron para octavos de la Eurocopa tras un entretenido empate 1-1, este miércoles en Frankfurt en la tercera y última jornada del grupo E. No obstante, el partido fue extraño, sobre todo por el ruido que se había generado por el temido biscotto. A ambos países les valía el empate y así quedaron, aunque durante la primera mitad se vieron múltiples ocasiones.

Así las cosas, Rumania finaliza primera de un grupo en el que todos los equipos han concluido los tres partidos con cuatro puntos. Bélgica y Eslovaquia avanzan como segunda y tercera, mientras que Ucrania queda eliminada, según los criterios de desempate de la UEFA.

Los entrenadores de Eslovaquia y Rumania se habían comprometido en la víspera a que iban a salir a por todas, sin especular por un potencial empate. Y los jugadores cumplieron, a pesar de una temperatura superior a los 30 grados y una gran tormenta al comienzo del segundo tiempo. Al final la operación es más favorable a Rumania, que jugará el martes en Múnich contra el tercero del grupo A, C o D.

Eslovaquia todavía no conoce su rival, aunque todo apunta a que será España. Los de Luis de la Fuente son el equipo más en forma de la competición, aunque la selección eslovaca jugará sin nada que perder y con mucha confianza después de haber cuajado una gran fase de grupos.

Rumanos y eslovacos regalaron un buen espectáculo, con 22 disparos a puerta en total. Los jugadores dirigidos por Francesco Calzona se pusieron por delante gracias a un estético cabezazo de Onderj Duda en el minuto 24. Pero el rumano Ianis Hagi obtuvo un penal que Razvan Marin puso en la escuadra derecha de Martin Dubravka (37) para sellar el empate definitivo.

Bajó el ritmo

En la segunda parte bajó la intensidad y apareció la lluvia. De hecho, el anuncio del árbitro de dar solo tres minutos de tiempo añadido se celebró con un aplauso porque la clasificación estaba al alcance de los dedos para los dos equipos. El pitido final fue una liberación, una fiesta en Frankfurt sin ningún perdedor.

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