Después del europeo, ¿por qué no el mundial?
España tiene la fortuna de contar con un entrenador competente, discreto y educado en un momento de la historia en el que lamentablemente empiezan a escasear ese tipo de personas
España es campeona de Europa. Ha jugado siete partidos y los ha ganado todos. Se ha enfrentado a las mejores selecciones y las ha derrotado. Italia, Alemania, Francia e Inglaterra han sido campeonas del mundo y también de Europa, salvo los ingleses, subcampeones hoy pero también en la anterior edición, donde solo fueron superados por los italianos. Todos han caído ante España. A la vista de ello no parece que estemos ante un golpe de suerte, si bien es necesario dejarlo claro. Viendo lo que algunos escriben por estos lares, no conviene descartar nada. Hay mucho insatisfecho, gente que no está de acuerdo ni consigo mismo (seguramente tengan poderosas razones para ello) y mucho Cervantes de turno, una especie que hoy prolifera por doquier. De ahí la necesidad de afirmar categóricamente que estamos ante un éxito indiscutible de nuestra selección que, con la victoria de hoy, es la que más títulos europeos tiene. Cuatro veces hemos sido campeones de Europa, nadie más lo ha logrado. Somos, además, campeones hasta 2028. De lo que ocurra después, ya hablaremos. Yo, al menos, tengo intención de hacerlo.
Pero lo que toca ahora es disfrutar del momento y recordar que España, además de imponerse a todos, ha sido la selección que mejor jugó, transmitió excelentes sensaciones y nos divirtió a los amantes del fútbol y también a muchos indiferentes e incluso detractores. Además, unió en torno a ella a una mayoría de españoles.
Las cifras de audiencia de los partidos de nuestra selección en Televisión Española han multiplicado por ocho las que la televisión pública alcanza cuando recoge las declaraciones de algún miembro del Gobierno, algo que, como es sabido, sucede muy habitualmente. Un dato este que evidencia muy claramente el impacto que genera en los españoles nuestra selección. En suma, el nuestro es un gran equipo –titulares y suplentes– y tiene la fortuna de contar con un entrenador competente, discreto y educado en un momento de la historia en el que lamentablemente empiezan a escasear ese tipo de personas, así que hay motivos para estar orgullosos, disfrutar y ser felices como mínimo durante un rato. Y los plastas, que hagan al menos un paréntesis en su transcurrir vital, que no pasa nada.
Por lo demás la vida continúa, en el fútbol y en más cosas. No falta mucho tiempo para el inicio del Campeonato Mundial de Fútbol, cuya fase final se disputará entre el 11 de junio y el 19 de julio de 2026 en Estados Unidos, Canadá y México. En este mundial participarán por primera vez 48 selecciones frente a las 32 de los últimos campeonatos. Es posible, en consecuencia, que España tenga que enfrentarse a las Islas Caimán o Antigua y Barbuda, sin descartar a Aruba. Yo no estoy preocupado, pienso que los nuestros nos han dejado un excelente sabor de boca y se puede confiar en ellos. Después del europeo, ¿por qué no el mundial, como sucedió en 2010?
Y no quiero terminar esta última crónica (por ahora) sin decir que ha sido un verdadero placer estar con todos ustedes. Principalmente con quienes me han apoyado. También con quienes sin haberlo hecho se han ocupado de mis crónicas y me han obsequiado con sus valiosos consejos. Naturalmente, los tendré muy en cuenta como siempre suelo hacer. Espero verles a todos cuanto antes y por mucho tiempo, señal inequívoca de que seguiremos en este mundo, una pretensión muy razonable por más que haya cosas que no nos gusten. Mi enhorabuena sincera y entusiasta a la selección, al equipo, al entrenador y a todos los que han contribuido haciendo bien su trabajo a este triunfo histórico. Estamos orgullosos de ellos como también estamos orgullos de don Carlos Alcaraz, que hoy, a sus 21 años, ha conseguido su segundo título de Wimbledon. También de él estamos orgullosos y, por supuesto, de ser españoles. ¡Un abrazo a todos!