España protagoniza un monólogo con final feliz en Grecia

España saltó a un desconocido Olímpico de Atenas conocedor del favor de Georgia al derrotar a Suecia. El estadio heleno, lejos de dar el miedo de otras ocasiones, aparecía con mayor presencia española que griega. España se jugaba la primera de las dos finales en un día de estrenos: el de Raúl de Tomás con España y el de Koke como capitán tras la suplencia de Busquets y con un tridente criado en Valdebebas: Morata, Sarabia y RDT. Sacó España de centro y se adueñó del balón desde el primer momento. 

Los de Luis Enrique tocaban hasta la extenuación, sin prisa –sabedores que la ocasión llegaría– pero sin pausa. Un monólogo que esperaban que acabara bien. A los 16 minutos RDT tuvo la primera. Controló un perfecto envío de Gavi, pero se entretuvo en el recorte, algo inusual para un depredador del área como el perico. Quizás el ansia por marcar un gol antológico que le siga abriendo las puertas de la selección le hizo entretenerse.

Cinco minutos más tarde el VAR evitó el primer acto de una tragedia griega al anular un gol por un clarísimo fuera de juego de Masouras en el momento del pase. Luego definió de fábula fusilando a Unai en el palo corto, pero la acción ya estaba invalidada.

Corría el 24 de la segunda parte cuando una acción embarullada en el área griega provocó una patada a Íñigo Martínez que el árbitro pitó como penalti.

Sarabia engañaba al portero heleno y ponía fin a la racha de cinco penas máximas desperdiciadas. Es el quinto gol del jugador del Sporting de Lisboa en 15 partidos con la absoluta, convirtiéndose en el cuarto máximo goleador de España con Luis Enrique.

Los pupilos del asturiano cumplían el guion establecido y aún pudo ser mejor si Morata hubiera disparado a la red un envío magistral de Gavi, que parece más asentado con España que con el Barça.

España se iba al descanso con el resultado a favor, el dominio del balón y con Unai Simón con los guantes impolutos.

En la segunda parte el combinado nacional se permitió una relajación que provocó el primer acercamiento heleno con peligro. Luis Enrique tenía la receta para evitar la relajación: Dani Olmo y Rodrigo Moreno. Dos goleadores con los que cerrar el partido y no dar opción a los griegos, que empezaban a estirarse y quitarse el hastío inicial.

Qatar se divisa desde Atenas 

Busquets salió en el 64 sin apenas calentar. El capitán pisó el césped para poner orden y seguir sumando internacionalidades. Con la de hoy suma 132, dejando atrás a Iniesta y quedándose a una de Xavi, su nuevo jefe de filas.

España seguía buscando la manera de cerrar el partido gracias a las internadas de Rodrigo y Olmo. No llegaba el gol y sí los primeros bostezos a un encuentro que España se encargó de dormir a base de dominar la posesión y dejar que el reloj corriera, pero sin tirar a puerta. A punto estuvo Grecia de despertarle del sueño antes de tiempo, pero la cabeza de Tzavellas no acertó a rematar un balón que estuvo cerca de entrar en la portería de Unai Simón.

La selección ganó la batalla de Atenas, cumplió su primer objetivo y ya divisa Qatar con un horizonte más despejado. La selección estará en el Mundial si suma un punto ante una Suecia que hoy claudicó ante Georgia.