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Benzema celebra su tercer gol

Benzema celebra su tercer golAFP

Barcelona 0-4 Real Madrid

El Madrid se da un festín en Barcelona para alcanzar la final de Copa

Los de Ancelotti arrasaron a los de Xavi en el Camp Nou, con Camavinga, Vinicius y Benzema como estrellas principales

El hashtag #LaCopaMola parecía el cartel de bienvenida a una fiesta infantil. La fiesta que era un Spotify entusiasmado y por lo tanto anestesiado ante los hechos que han revelado la trampa, durante décadas, del Barcelona y ensucian el fútbol todo lo largo que es, más incluso que el abrigo de Xavi. Un ambiente que parecía darle al pequeño Gavi alas para lo que mejor hace: jugar sucio. Gavi juega más sucio que bien, pero a casi nadie parece importarle porque casi nadie lo menciona.

Los locales estaban más ágiles. O eso parecía. El Madrid arrancaba a veces, como si no hubiera calentado. Todos menos Camavinga: un genio salvaje en esa banda no tan puntual, y menos Vinicius, a quien estaban calentando (sobre todo Gavi, la Eva Nasarre del XXI) con la alegría impune de costumbre. Pasito a pasito, con mucha calma (quizá demasiada) el Madrid se acercaba a la portería de Ter Stegen.

Su defensa era una máquina de pinball sonando e iluminándose. Esto excitaba el ansia culé, insuflada desde la banda por los aspavientos del entrenador, al que le gusta, según confesión propia y casi lírica, un do de pecho: «Ganar de forma lícita». Eduardo era el alma del Madrid, como el Lanzarote de Excalibur aparecía por todas partes asestando mandobles a las tropas de Mordred y Morgana y gritando: ¡Arturo, Arturo!

Gol al filo del descanso

Luego de una de esas el gol barcelonista rondó al filo del descanso igual que en la ida, en la internada más clara de todo el partido que paró Courtois, un héroe de goma, un puma enorme, y entonces se lanzó el Madrid, con Vinicius por los medios comandando la misión, luego de las patitas preciosas de El Pajarito y de Rodrygo, y Benzema esperando al primer toque.

Todo el mundo se pensaba que iba el capitán a disparar desde esa esquina, pero devolvió enseguida, más rápido que el ojo humano, incluido el de Vinicius, que terminó marcando para devolver la igualdad en el mismo momento que empezó la ventaja en la eliminatoria de los de Xavi, a quien se le puso cara de no creer que Cataluña no fuera independiente. En el reinicio y desde el interior, Vinicius apareció por la izquierda, ¡magia!, para dejar atrás a Araújo como aquella vez Pau Gasol dejó atrás a Kevin Garnett.

Le faltó el mate. Pero el Madrid estaba dispuesto a matar. Dirigió Modric desde la banda en los tres cuartos y se fue yendo y yendo hasta que se topó con Benzema en la frontal y se la dejó para que el francés siguiese en su florecer, también en Barcelona, marcando con un toque de billar. El segundo del Madrid. Otro toque de billar fue el de Camavinga en defensa: precisión expresionista en la punzada de Raphinha.

Los jugadores del Madrid celebran uno de sus goles

Los jugadores del Madrid celebran uno de sus golesAFP

Muy vistosa fue la carga de Araújo, que dejó sentado a Valverde después de zafarse de media defensa. Fue después cuando vino el penalti tremebundo de Kessie a Vinicius que convirtió Benzema para marcar su segundo triplete de goles consecutivo. Gloria primaveral. Violines vivaldianos. No llegó el cuarto de milagro a continuación. Por un palmo no llegó Rodrygo al pase casi mortal de Modric, incrustado en los tres cuartos como una virgen de cerámica de Volterra.

Se ofuscaba el Barcelona. Demudado, demacrado. Pero el Madrid se relajó en el éxtasis sin mucho sentido. Un Gavi amonestado atropelló a Kroos delante del árbitro sin consecuencias. Nunca es suficiente una falta a Vinicius para que piten falta a Vinicius. Modric mantenía el tipo de los blancos como un casco flotante. Camavinga resonaba como el manojo de llaves en la noche de un sereno. Vinicius se marchó como un potro en la pradera, bordeándola, y el disparo cruzado de Asensio lo sacó Ter Stegen.

Se salvaban los locales de la quema mayor que llegó con Vinicius en la conducción sin tocar, arrastrando azulgranas como Aquiles a Héctor. Miró como Magic, o como Laudrup, a Asensio por la izquierda, pero centró a Benzema por la derecha, quien la empujó sutil, despacio, hermosamente, tan lejos y tan cerca de la manopla del portero local, cuya localidad lanzaba mecheros, basura, a la portería de Courtois. Era el sucio fin del periplo barcelonista en la Copa del Rey, en cuya final se presentó el Madrid con la belleza y la solvencia eternas de su primavera.

Ficha técnica:

Barcelona 0: Ter Stegen; Balde, Alonso (García, m. 66), Koundé, Araújo; Sergi Roberto, Busquets, Kessie (Ansu Fati, m. 59); Gavi, Raphinha (Ferran, m. 66), Lewandowski.

Real Madrid 4: Courtois; Camavinga, Alaba, Militao, Carvajal; Valverde, Kroos, Modric (Tchouaméni, m. 87); Rodrygo (Asensio, m. 73), Vinicius (Ceballos, m. 87), Benzema.

Goles: 0-1 (Vinicius, m. 46). 0-2 (Benzema, m. 50). 0-3 (Benzema, m. 58). 0-4 (Benzema, m. 80).
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